jueves, 31 de mayo de 2007

B.S.P.

La otra noche fui al teatro. Y me reencontré con un amigo al que hacía tiempo que no veía. Si algo recuerdo de mis dos años en Sudáfrica es de mi Banda Sonora Particular. Entendiendo como tal el conjunto de canciones que escuchaba, ya sea en la radio, en casa o de juerga. Ahora que por la caja tonta emiten un anuncio que dice algo así como “las-canciones-del-verano-se-olvidan, pero-lo-que-haces-en-vacaciones-no. Ven-y-compra-tus-vacaciones-de-este-verano-con-nosotros-ahora, y-te-hacemos-un-descuento-del-2%!!”… pues no, yo no olvido mis bandas sonoras de Sudáfrica. Y si alguien destacaba en estas bandas sonoras, es el amigo con el que me reencontré en el teatro: Vusi Mahlasela.

(Vusi. Foto cortesía de su web)

Desde luego él no me conoce, y eso que le he visto actuar en varias ocasiones. Y ahora, por primera vez, en Europa. Vusi está de gira en un espectáculo que se llama “Acoustic Africa”, donde actúa acompañado de Donet Gnahoré (Costa de Marfil) y de Habib Koité (Mali). Vusi se comportó la otra noche en el teatro, y excepto Woza y Red Song, tocó todos los himnos que le han hecho famoso (When you come back, Basimanyana, Tontobane y Chibona). Me puso la piel de gallina y hasta me emocioné. Y es que desde que “nos conocimos” en el mítico local Bassline
(que entonces todavía se encontraba en Melville), donde actuó acompañado de Louis Mhlanga, él no es consciente de los muchos kilómetros que hemos recorrido juntos.



Veréis, yo por aquél entonces (principios de este siglo) vivía en Johannesburg, donde acabé pasando 2 años enteritos. No os voy a aburrir con la consabida retahíla de datos sobre el número de asesinatos, violaciones, secuestros o muertes violentas que ocurren en la mal llamada Egoli (“ciudad del oro”, el otro nombre de lo que yo prefiero llamar simplemente Jozi). Ni tampoco sobre los índices de SIDA, la corrupción, el racismo o la incompetencia de un gran número de los dirigentes del país. A mi, lo que no me gustaba de Jozi era que no tenía mar y punto. Y eso me obligó a pasarme muchos viernes y lunes en la carretera, la N-3, que baja desde el altiplano donde Jozi se encuentra hasta la costa más cercana: la de Durban. He calculado que realicé ese trayecto unos 70 fines de semana, sobre un total de 2 años. Eso es casi cada fin de semana exceptuando los que pasaba en Barcelona por motivos laborales, los que me quedaba en Jozi por trabajo y los que pasaba en algún otro lugar del país por razones diversas. A 600 km por trayecto (ida, y otros tantos de regreso), son unos 84.000 kms. Únicamente en la N-3. Y casi todos con Vusi y cía.



El trayecto de Jozi a Durban era mi trek particular, a imagen y semejanza del de los voortrekers. Estos fueron los padres fundadores del país (sobretodo de su interior): granjeros y campesinos blancos, boers, principalmente calvinistas y de origen holandés, que ante la llegada del gobierno inglés a la colonia, decidieron buscar tierras nuevas hacia el interior del país. Lo hicieron en caravanas, armados con una Biblia, un fusil y con todas sus pertenencias a cuestas. Se adentraron en el interior del país desde Capetown, luchando contra los elementos, las bestias y, sobretodo, las tribus Zulúes, Xhosas y Ndebeles. Aunque algunos llegaron hasta lo que hoy en día es conocido como Zimbabwe (y más allá), la gran mayoría se instaló en el highveld, el gran altiplano donde se encuentran Pretoria y Jozi, llegando a fundar un estado, el Transvaal. Como tal, lucharon por su independencia ante los ingleses, en las muy crueles (y también llenas de actos heroicos) Guerras de los Boers, hasta que perdieron. Pero luego lograron la independencia (ya como Sudáfrica) y, fueron los descendientes de estos boers los que crearon un abominable sistema legal de discriminación por razón del color de la piel: el apartheid.

Y así como los boers tenían sus himnos calvinistas para acompañarles en su trek, yo tenía a Vusi… y también a alguno más.

De hecho, salía de casa a ritmo de la música que echasen en aquél momento por Khaya FM – the heart and soul of Jozi, pequeña emisora de Jozi que emite ritmos principalmente africanos. Gracias a Khaya FM, y a un CD recopilatorio que la emisora publicó, descubrí a muchos artistas que luego formaron parte de mi Banda Sonora Particular. Desde Sandton (suburbio de Jozi donde residía y trabajaba) hasta más o menos la altura de Alberton, Khaya FM me acompañaba. Una vez pasado Heidelberg, empezaban largas rectas con dos carriles, el tráfico disminuía ostensiblemente y, como la radio ya no se escuchaba bien, pisaba ligeramente el acelerador al ritmo de Hit the road, Jack, del desaparecido Ray Charles.

Pero eso no era más que una licencia americana a lo que se antojaba, fin de semana tras fin de semana, una experiencia con banda sonora africana. Rodeado de inmensas llanuras y pequeños koppies (colinas), las tonalidades del día se reflejaban en los largos pastos a lado y lado de la carretera durante kilómetros y kilómetros. Era el highveld en todo su esplendor. La monotonía era rota por algunos asentamientos de chabolas, los famosos townships, donde negros pobres (porque en Sudáfrica no todos los negros son pobres, pero la inmensa mayoría sí) vivían en condiciones infrahumanas. Estos townships se encontraban a algunos kilómetros del pueblo al que servían, y nunca mejor dicho, pues en esas chabolas es donde viven el personal doméstico y la mano de obra barata de las casas y empresas de los blancos y indios.

Me acuerdo de un township en concreto: las chabolas más cercanas a la calzada de la N-3 estaban coloreadas con graffitis enormes y coloristas, como los que uno espera encontrarse en algún callejón del Bronx, o en una sala de arte en Berlín o Barcelona; tanta era su complejidad y tan punzante su mensaje. Pero lo más chocante es que el soporte de estos graffitis eran paredes de chabolas, hechas con trozos de madera, cartones y demás chapas metálicas. En estos townships rurales no hay cemento ni hormigón. Si podía, intentaba escuchar Silang Mabele, con Vusi a la voz y Louis a la guitarra, al pasar por este lugar. Es un himno a la unión de todos para erradicar la pobreza, tanto económica como de valores, que asola el país. Otra opción para esta imagen, era ponerme un poco de BLK Sunshine, en concreto su tema Building. Son un dúo que interpreta una mezcla de pop y hip-hop africano muy cautivador, sobretodo en directo. Poco después, dejaba atrás el Transvaal (Gauteng a día de hoy), para entrar en el Free State (antigua Orange en tiempos pasados), una de las provincias más rurales y con menos desarrollo económico del país. Pero geográficamente seguía en el highveld y sus rectas interminables.



Recuerdo que en varios de los viajes que realicé en invierno - que es la temporada seca del highveld y cuando los campesinos aprovechan para quemar sus campos y así fertilizarlos-, me distraía presenciando las sombras que el sol, ya bajo a media tarde, dibujaba en las magníficas cortinas de humo que se levantaban a ambos lados de la carretera. Eran las sombras de los campesinos que, ayudados de mantas, avivaban el fuego hacia una dirección en concreto. Gracias a la oblicuidad de los rayos de sol, sus “manteadas” se magnificaban en las cortinas de humo y tomaban la apariencia de un baile diabólico, con una decena de hombres y mujeres, a la vez, levantando y bajando los brazos. Nunca hubo una canción más adecuada que Woza (de Vusi) para estas estampas: una celebración de la vida, que intenta curar las heridas a través de la fiesta y el baile (“…my song of love, my song of life…”).

Woza es una canción que asocio muy directamente con el gran himno fiestero de la música sudafricana popular, y que todos hemos oído alguna vez: el mítico Pata Pata, interpretado por la gran señora de la música sudafricana Miriam Makeba. Cuando le contaba a Christophina, la señora que venía a limpiar la oficina un par de días a la semana, que Pata Pata era mi canción preferida, ella se reía a carcajadas. Desde su ignorancia de persona sin estudios, pero honesta y trabajadora, y que ha criado a 4 hijos de 4 padres diferentes, no lo entendía y me decía que no fuera tonto. “Pata Pata,” me explicaba, “…no es una canción para blancos; es una canción para negros, trabajadores en las minas de alrededor de Jozie, que celebran todos los viernes que han cobrado su salario antes de emborracharse y gastárselo en juergas, putas y demás.”



Pero todo tiene su final, y el de las rectas, y por lo tanto del highveld, se encuentra justo antes de llegar a la población de Harrismith. Allí empieza la bajada hacia la costa y, a partir de este punto, la N-3 flanquea durante muchos kilómetros las majestuosas montañas de Drakensberg. En Harrismith se imponía una parada; en realidad se imponían dos paradas si tenía hambre. Una primera en un restaurante de la cadena Nando’s
, que a pesar de ser un fast-food, es de origen sudafricano y saben hacer pollo. Pero la parada bonita era la segunda, en Van Reenen’s Pass. La N-3 bordea el valle del Sand River y hay un mirador que he visitado muchas veces: frente a las cimas del Drakensberg a punto de engullir el sol, con el valle y su minúsculo río a mis pies ya en la sombra, contemplaba muchísimas veces el anochecer. Acostumbraba a beberme la única cerveza del viaje, una Windhoek Lager bien fresquita y, si no había comido nada o todavía tenía hambre, a mordisquear un poco de carne curada, el billtong. Dejaba las puertas del coche abiertas y la música sonaba. Todos los himnos de Vusi y Luis y también canciones de los mineros (gumboots). También algo de Mali, como Alí Farka Touré o Salif Keita, pues la sensación de espacio que proporcionaba la visión no era muy diferente a la de estar en la cima de una duna del desierto. Y para acabar esa horita de descanso que coincidía con la puesta de sol, nada mejor que el tema Mannenberg, interpretado por un gran pianista, el gran Abdullah Ibrahim. Un clásico instrumental al piano de 13:36 minutos de duración, que incluso un no aficionado al jazz como un servidor, era capaz de disfrutar.



Con la noche encima, y otra vez al volante, ya en el Kwazulu-Natal la música se iba calentando. Y a medida que yo conducía hacia el sur, mi B.S.P. me llevaba a climas más tropicales: Congo, Caribe, Camerún, Angola… La meta era Durban, una gran urbe que se encuentra en una zona de clima subtropical, a orillas del Índico y con una gran influencia india. Durban es la única ciudad del país que me recuerda al África negra del centro del continente, con sus mercados ambulantes, su calor pegajoso, su vida bulliciosa y… su hedor. Mi descenso particular hacia la costa, y el trópico, se iniciaba a la altura de Ladysmith, con los Ladysmith Black Mambazo. Un grupo legendario que participó en uno de los discos que inventaron la “world music”, mucho antes de que Ramón Trecet y cía nos machacasen este término cada dos por tres: Graceland, de Paul Simon. Tras Ladysmith… y camino de Pietermaritzburg, la música se hacía más sensual y lánguida con el caribeño Coupé Cloué, y sus canciones muevecaderas en criollo. Le seguía el camerunés Awilo Longomba, y el tema que más disfrutaba bailar con una amiga en un tugurio llamado Calabash, Coupé bibamba. A esa altura tenía problemas para mantener los pies en los pedales, puesto que la música me hacía el mismo efecto que si me hubiera tomado 2 expressos y 4 bebidas energéticas de un solo trago. De haber habido alguien conmigo en el coche, hubiera pensado que estaba sufriendo un ataque epiléptico. Pero todavía quedaba la traca final: “zouk” del mejor, en directo, y de la mano de Kassav’ Live au Zenith.



Tras ese maratón de ritmos, necesitaba algo para calmarme antes de llamar la atención de la policía del Kwazulu-Natal, de las más corruptas del país. Para eso utilizaba la voz sensual, y firme a la vez, de Miriam Makeba, con el otro gran himno de la música africana, el genial Malaika (“ángel” en swahili). La melodía desprende olor de clavo y demás especias de la costa de Kenya y Tanzania, de donde es originaria. Con esta suave melodía recorría los últimos kilómetros. Al llegar a casa de los Palmboom (donde solía alojarme), en el Bluff de Durban, estos me preguntaban inefablemente si no estaba muy cansado del viaje. Les decía que sí; pero no por las horas pasadas al volante, si no a causa del torbellino de emociones y ritmos que había vivido. Y también de la exaltación por haber podido compaginar los maravillosos paisajes con melodías y letras que les daban formas y llenaban los vacíos.

En el Bluff, me esperaban 2 o 3 días intensos de surf, a veces muy buenos, otras veces menos, pero siempre gratificantes. La hospitalidad de los Palmboom superaba las cotas más altas habidas y por haber, y hacían el fin de semana todavía más agradable si eso era posible. Pero por muy buenas que hubieran sido las olas, al llegar la hora del regreso tenía una sonrisa en los labios, pues sabía que me esperaban unas 5 horas más con Vusi, Louis y los demás.

El regreso seguía una tónica similar: Vusi y, a ratos, los demás. Pero con menos énfasis en los ritmos tropicales y más en los temas más tranquilos. Una vez, regresando a casa, y cuando de hecho ya estaba en uno de los tramos de las grandes rondas que rodean el centro de Jozi, me encontré mirando hacia el oeste desde la cima de una pequeña colina, y atisbé a ver una gran tormenta que estaba descargando justo encima de los rascacielos del centro. Estos rascacielos desde lejos parecen normales, pero en cambio se encuentran totalmente abandonados y ocupados por gente sin hogar. Disminuí la velocidad para poder contemplar el espectáculo. Y entre los nubarrones negros que descargaban toda su furia y la cima de los rascacielos, quedaba una ventana a través de la cual se colaban algunos rayos de sol, de un sol rojo intenso que ya estaba poniéndose. Era una tormenta de verano en el highveld, llena de luz, contraste y electricidad; a imagen y semejanza de la sociedad sudafricana de ahora. Justo en ese momento estaba escuchando Weeping, un tema que habla del apartheid sin nombrarlo, y que fue escrito e interpretado por un grupo de chavales blancos en plena época racista del país. La letra habla de un chaval blanco, soldado, que está vigilando un township por la noche y que se da cuenta que “eso” que sus superiores le han presentado como un monstruo, no es más que otros seres humanos a los que no hay que temer si no respetar. Gracias a un eficaz juego de palabras, la canción pudo escapar a la censura y se convirtió en un himno para los pocos blancos que luchaban activamente contra el apartheid.

Obviamente, en la grabación de que yo disponía lo estaba interpretando Vusi Mahlasela.




Niegà
Mayo 2007

Weeping
I knew a man who lived in fear.
It was huge, it was angry it was drawing near.
Behind his house, a secret place
Was the shadow of the demon he could never face.
He built a wall of steel and flame
And men with guns to keep it tame.
Then standing back he made it plain
That the nightmare would never ever rise again.
But the fear the fire and the guns remained.
(...)
It doesn't matter now.it's over anyhow.
He tells the world that it's sleeping.
But as the night came round i heard it slowly sound.
It wasn't roaring, it was weeping.
(...)
And then one day the neighbours came.
They were curious to know about the smoke and flame.
They stood around outside the wall,
But of course there was nothing to be heard at all.
"my friends," he said, "we've reached our goal,
The threat is under firm control.
As long as peace and order reign,I'll be damned if i can see a reason to explain,
Why the fear and the fire and the guns remained.
(...)
"It doesn't matter now.
it's over anyhow.
He tells the world that it's sleeping.
But as the night came round i heard it slowly sound.
It wasn't roaring, it was weeping.
(...)
Is there a light, can you feel the light shine?
I think i've find a way through...
I know things have changed but the fear remained in me
Till i touched the light in you.
(...)
Say it's over now, it doesn't matter now.
He tells the world that it's sleeping.
But as the night came round i heard it slowly sound.
It wasn't roaring, it was weeping...

P.S.: Es curioso como el acto más inesperado puede hacernos escribir. Tenía una asignatura pendiente con Sudáfrica. Había vivido y trabajado allí durante 2 años (2000 y 2001) y nunca había escrito nada al respecto hasta ahora. En cambio, de otros sitios donde he estado mucho menos tiempo (Cabo Verde, Liberia, Mozambique, Senegal…), la inspiración para escribir surgió sin ningún problema. Ver a Vusi Mahlasela en directo el pasado Lunes 21 de Mayo, en el Teatro Victoria Eugenia de Donosti, me evocó un torrente de recuerdos de las muchas horas que pasaba en el coche para ir a la costa. Y de paso me inspiró para escribir este relato. En este caso no escribo sobre el surf, si no sobre lo que me ocurría antes y después del surf. Dicen que el trayecto es, en ocasiones, más embriagador que el destino.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

gracias por compartirlo

Anónimo dijo...

por que no escribir un libro¿?

Anónimo dijo...

Muchas Gracias Niegà

SOLANAbeach dijo...

si tio...estas "viajao"...piensate lo del libro :-)

bonito de lod e tener bandas sonoras musicales en las disitntas etapas de la vida

añ escuchar canciones o ver carteles de que hay alguien in town,sentir unas cosquillitas en el pecho.

la musica nos recuerda personas y lugares. como tu dices de otros lugares no te cuesta hablar y por uno que has tenido un gran sentimiento a lo mejor le debias esto.

yo tengo una memoria auditiva mayor q la visual, sin saber el autor o algo asi, si pasado el tiempo ,viene sin venir a cuento una cancion q recuerdo de otro sitio o persona que sea un bien recuerdo aun tengo mariposas en la barriga

PS. q envidia...como me hubiese gustado comocer SouthAfrica

Anónimo dijo...

bien bien veo que va usted animandose,nosotros lo disfrutamos y usted exhorciza

Niegà dijo...

Gracias a todos por leerme y, sobretodo, por dejar un mensaje. La verdad es que nunca sé lo que puede interesar y lo que no, por lo que al final escribo lo que a mí me gustaría leer.

Lo del libro... je, je... ya sería bonito, ya, pero me veo más en el papel del que cuenta una historia para que otro la escriba, ya que no me entusiasma como lo hago yo. En fin, igual algún día me atreva... quién sabe.

Pez virtual, parece que tenngamos más noticias el uno del otro ahora que estamos a unos centenares de kms de distancia que antes, cuando trabajábamos a escasamente 50 metros de distancia. Espero que todo te esté yendo bien.

Niegà

Anónimo dijo...

Hola nenng, realmente ha sido una lectura muy agradable, he detenido mis quehaceres para leer el relato completo, desde mi punto de vista eso quiere decir lo bien escrito que estaba. Veo que no habéis perdido ese don natural para escribir. Yo siempre le digo a quién tu sabes A...., que un día tiene que escribir un librejo, pero le pasa como a tí no hay manera de convenceros, he leído a mucho autores con mucha menos calidad que lo que tu has escrito...

Anónimo dijo...

Qué envidia de vida, así de claro.
¿qué coño les voy a contar yo a mis nietos?
Gracias por compartirlo.

Marc dijo...

hey!

mira que he tornat cansat d'estar 2 setmanes fora, a més tinc problemes per a poder conectar-me a internet.... quan vaig veure un post tant llarg i referent a algo que (aparentment) m'atrau tant poc com és l'àfrica em sembla que m'ha fet pal llegirme'l però ho he fet i m'ha agradat molt, gràcies pel relat, hi trobo moltes similituds amb tantes hores d'introspecció solitària a les que estic sotmès molt sovint, les quals ara mateix se'm fan molt dures i em representen un tràngol....

gràcies i salut!

marc

Anónimo dijo...

MUY BUENO!!

Gracias por dejarnos participar de esa experiencia... que gozada poder leer cosas asi!!

Si la gente que viaja y luego escribe en revistas y demas medios, reportajes de surf, trasmitiera con la mitad de fuerza... esperaria con ansia cada nuevo numero.. je je je

Supono que el surf es solo el motor, la excusa... pero lo que de verdad nos enriquece es saber disfrutar del resto...

Pedrua

Niegà dijo...

Gracias vosotros por leerlo una vez más. En efecto, como dice Pedrua "Supono que el surf es solo el motor, la excusa... pero lo que de verdad nos enriquece es saber disfrutar del resto...". Un amigo mío lo resume en estas palabras: "yo soy viajero antes que surfista".

Niegà

Guía del Alma dijo...

Molt bé, Niegà, molt bé. Em trec el barret davant seu!

M'ha fascinat el relat en conjunt i les referències musicals que ha citat (apuntades estan), però sobretot m'ha agradat molt que expliqués el context històric del procés migratori que ha experimentat aquest país i la situació de la població a Sudàfrica i que donés a conèixer el concepte de l'Apartheid. Molt bé! (jo conec aquests processos des de la teoria perquè una vegada vaig haver de fer una recerca sobre les migracions internes i internacionals de Sudàfrica, però és molt més enriquidor poder experimentar aquests processos o l’empremta que han deixat sobre terreny, o si més no poder observar-los des d'una perspectiva neutral dins el mateix per poder extreure conclusions, o simplement formar part d’ells).
No diré que li tinc enveja (noti que em dirigeixo a vostè amb tots els meus respectes), però sí diré que és una gran sort haver pogut experimentar aquesta estada en aquest país (encara que de vegades se sentís sol...bé, no ho sé, és una suposició) i haver pogut copsar la seva essència i realitat vertaderes. No és que jo sigui una gran experta sobre quina és la realitat més encertada o la més adequada, donat que la realitat es copsa des de la perspectiva de cadascú (totes les realitats són vàlides), però sí que com molts d’aquells que hem viatjat en la recerca d’onades hem sabut/volgut apartar-nos d’una realitat que se’ns venia imposada per les empreses de turisme, que s’encarreguen de fotre’t a l’hotel, distreure’t i calladet amb la barra lliure i apa, cap a casa.
És cert que el motor de viatjar és el surf. Qualsevol excusa és vàlida per viatjar i defugir de la realitat, perquè viatgem, en definitiva, per fugir de la realitat quotidiana.
La meva excusa ara (donat que m’he apartat d’aquest món de surferursrrssss, millor dit, kayakerurssss) és viatjar per conèixer noves maneres, realitats, costums, gents, menjars, etcètera, allunyant-me en la major mesura dels tòpics culturals que se solen crear dins d’una regió (per exemple, a Catalunya, els tòpics culturals que s’han creat són: el pa amb tomàquet, Montserrat, Sagrada Família, Calella). I si puc, la recorro a peu o en transport públic, per acostar-me més a la realitat local que se m’ofereix i sense quedar-me estancada en un punt concret per poder abastar millor els objectius del viatge…És la meva visió. Vàlida per a mi, potser per a un altre no.

En definitiva, ha estat molt profitós haver llegit la seva descripció d’emocions, regional i musical.
Per altra banda, miri el rollu que he escrit (no hauré avorrit al lector, oi que no???) !
Gràcies!

PD: Passegi’s algun dia pel meu blog i vegi…jejeej…potser no li agradarà, perquè la temàtica no és tan solemne com aquest text que he escrit aquí i els posts que s’hi pengen no comporten arribar a cap tipus de reflexió intel.lectual, però possiblement riurà una mica de les collonades que s’arriben a penjar allà. Està convidat! (també està convidat a escriure algun comentari…).

Petons!