lunes, 14 de mayo de 2007

Dakar mon amour


(Portada de mi bloc de dibujos de ese viaje. Collage hecho con varias etiquetas de botellas de cervezas locales. Aún húmedas, era muy difícil arrancar las etiquetas enteras, sin romperlas. Tuvimos que tomar varias cervezas para conseguir un número pasable de las mismas. ¡¡¡Suerte que Putxi me ayudó con ganas!!!)

Los surfistas acostumbramos a viajar. La principal razón de nuestros viajes suele ser conocer olas nuevas y diferentes, mejores que las que tenemos en casa y/o en un clima más benigno. Para mí, además, viajar es una de las mejores maneras de conocer gente diferente, sean surfistas o no.

Durante la primavera del 2004, mi buen amigo Putxi y yo teníamos un plan: aprovechar los 10 días de Semana Santa para ir a Costa de Marfil, donde yo había residido unos años antes, y pillar algunas olitas en Assinie. Pero la celebración de manifestaciones, acompañadas de rumores de otro golpe de estado en las próximas semanas, nos hicieron cambiar los planes a última hora. Llamamos rápidamente a la agencia de viajes y nos dijeron que, pagando un pequeño extra, podíamos cambiar nuestro destino por Dakar. No lo dudamos y así lo hicimos. Yo sólo había estado en Dakar una vez por trabajo, y únicamente un par de días y sin salir del centro. Me había quedado con ganas de más y, de paso, también de conocer las olas de la península de las Almadíes, la punta más occidental del continente africano. Putxi no había estado nunca y también le apetecía conocer ese trozo del continente. Lo que ninguno de los dos sabíamos es que íbamos a conocer a un surfista que estaba dispuesto a perder un trozo de su pene por amor.

Ocurrió cuando ya llevábamos 3 o 4 días en Dakar. De hecho, no estábamos en Dakar, si no alojados en el pueblo de N’Gor, a escasos kilómetros del aeropuerto y cerca, muy cerca, de las olas. Ya teníamos nuestra rutina más o menos definida: nos levantábamos y, desde la terraza de la casa donde estábamos alojados mirábamos la derecha de N’Gor, esa que sale en The Endless Summer I. Veíamos el tamaño y el viento y, en función de las condiciones, nos movíamos hacia un lado u otro. Así, habíamos tenido algún baño en esa derechita, por las tardes, cuando amainaba el viento. Y también nos habíamos percatado que estaba entrando un pequeño swell del S, que hacía funcionar olas como Vivier, Club Med y Secrets. Así pues, por las mañanas cruzábamos la península andando (25 minutos) para surfear el lado Sur, que siempre está off-shore; y por las tardes, nos metíamos el palizón de remar hasta la derecha de N’Gor, después del interminable paseo por el laberinto de callejuelas del pueblo.

(Izquierda de la isla de N'Gor. No llegamos a surfearla nunca. Vista desde la terraza de la casa donde estábamos alojados.)

Ese día estábamos comiendo en el chiringuito de Secrets, una playita que de “secreta” no tienen nada, pues se ve desde la carretera. Lo que sí tiene esta playa es que sirve de punto de encuentro de la pequeña comunidad surfista de la zona (algunos locales y varios expatriados). También tiene un chiringuito muy agradable, como ya he dicho. ¡Ah! …y el fondo es de arena, donde sale una olita que a veces abre y que da baños cuando el resto del litoral Sur está demasiado pequeño. En fin, el lugar ideal para un par de surfistas latinos como nosotros… Y ahí estábamos, solos, Putxi y yo, esperando la dorade à la braise que habíamos pedido, cuando vemos que se acerca andando otro surfista. Nos vio, nos saludó y se sentó al lado nuestro, preguntando de dónde éramos. Y empezamos a hablar, tomando unas Flags a la sombra de un chiringuito. Y es que… ¿acaso hay un lugar mejor para hablar?


(Panorámica desde la playa de Secrets, pasando por Vivier, y hasta el cabo al final de Les Mamelles. South shore de la península de las Almadíes. Lo realicé minutos antes de conocer a Antonello.)
Se llamaba Antonello y era romano, residente en Brasil pero, desde hace varios meses, vivía en Dakar. Surfeaba bastante bien (como descubrí en Club Med un par de días más tarde) y era pintor, aunque se ganaba la vida comprando y vendiendo casas en Brasil. Y su historia era tan inquietante como hermosa. Hace un par de años, vino a Dakar con un par de amigos italianos, de surftrip. Estuvieron alojados en uno de los hoteles del pueblo de N’Gor. Hoteles bonitos, en la misma playa, con su multitud de gente que pulula todo el día cerca para “hacer negocios”. Hoteles donde el turismo sexual, masculino y femenino, no sólo no es delito si no costumbre. Resultó que, mientras sus amigos se entregaban a las olas y a las noches de Dakar, él se fijó en una chica que trabajaba en el hotel. Pongamos que se llamaba Awa.

Pero Awa no era una chica “de la noche”. Era una chica decente, senegalesa y, como la mayoría de los senegaleses, musulmana. Antonello y Awa se enamoraron y decidieron que a pesar (o quizás debido a eso) del diferente color de sus pieles respectivas, estaban hechos el uno para la otra. Al llegar la fecha de regreso a Italia, Antonello decidió quedarse en Dakar; por amor. A pesar de insistir sutilmente, Antonello no había llegado a conocer el cuerpo de Awa, por que ella era musulmana, virgen y vivía con sus padres; y así se lo ordenaba su religión. Al cabo de un tiempo, Antonello conoció a los padres de Awa y estos bendijeron su relación… siempre y cuando antes Antonello se convirtiera al Islam y se casaran. Awa le pidió a Antonello que respetara su religión y esperase a estar casado con ella para hacerle el amor. Y Antonello accedió.

(La tristemente famosa Maison des Esclaves, en la isla de Gorée, en frente de Dakar.)

Ya habían pasado varios meses desde ese momento, quizá un año. Antonello y Awa habían estado de viaje por Italia, para conocer a los padres de él; y también para que ella conociera esa tan incorrectamente idealizada Europa. También fueron a Brasil, donde pensaban instalarse una vez estuvieran casados. Ahora estaban en la recta final antes de que, por fin, pudieran hacer el amor.

El padre de Awa ya había hablado con el Imán del barrio, para convertir a Antonello al Islam. Ya le habían escogido un nombre musulmán: Antonello ahora también se llamaba Ibrahim. Pero para poder emitir la fatua que decretase que Antonello, o Ibrahim, era musulmán y podía casarse con Awa (y hacerle el amor), tenían que circuncidarle antes.

Y así estaba Antonello -o Ibrahim-: tomándose una Flag en el chiringuito de Secrets, y totalmente convencido que el amor que sentía por Awa era muy fuerte. Tan fuerte como para no sentir miedo ante el hecho de que en pocos días, en una mezquita de un país del tercer mundo, un musulmán negro iba a empuñar un cuchillo. Un cuchillo con el que iba a cortar, sin oposición alguna, un trozo del pene de un hombre blanco indefenso. El pene de Antonello.

-Tómate otra cervecita, Antonello. Yo de ti la necesitaría.

Niegà
(¿Era esta la mezquita donde iba a ocurrir? Minarete de la mezquita de N'Gor.)
P.S.: Los que me conocen saben que soy un enamorado del África, sobretodo del África negra y, en particular de sus gentes. No tengo nada contra el Islam moderado que impera en la mayoría del África negra, aunque sí estoy en contra de algunas prácticas que en su nombre se cometen, fruto de interpretaciones y usos totalmente inhumanos. Muchas de estas prácticas tienen como objeto la castración, física y psicológica, de la mujer. El relato es fiel a lo que Antonello nos contó, desconozco si es verdad o no. Pero si lo es (y yo así lo creo), no puedo más que admirar su valor y su amor por Awa.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Y de que le serviria que le corten el rabo si despues no podria hacer el amor con Awa¿?¿?o porlomenos no disfrutarlo tanto a espera de que se le curara la herida¿?¿?¡'Dios se me han puesto los pelos de puntaaa
Hablando en serio, bonita histria si señor.
saluts

Anónimo dijo...

buenas historias en este blog, para soñar con lugares diferentes de lo tipicsurftrip

Anónimo dijo...

Pues yo, según iba leyendo y bajando con la barra de scroll, cuando ha aparecido el dibujo del minarete pensaba que era la polla circuncidada de Antonello-Ibrahim...

Y es que uno ya estaba sugestionado con la historia.

Anónimo dijo...

se pot saber en que consistia esta feina que et permetia viatjar tant¿?es per intentar currar d, aixo jeje, te bona pinta
dew i gracies per estes histories tan iteresants