lunes, 8 de enero de 2007

El ladrillo y los paraguas

La lucha que la Associació Catalana de Surf está llevando a cabo para la defensa de las olas de Barcelona, creo que se enmarca en una tendencia de cuáles van a ser los problemas que la práctica del surf va a tener en España en el futuro, así como la manera de enfrentarse a ellos. En este sentido, la A.C.S. se ha inspirado en gran medida en lo que hizo en su día la A.D.E.S. canaria, verdadera precursora a nivel nacional en esta materia, y que es muy diferente a la mentalidad que observo y leo en varios foros y revistas recientemente. Estas voces, algunas con más conocimiento y otras con menos, pero todas con la mejor de las intenciones, creen que ante un problema de esta magnitud y naturaleza (la desaparición de olas por la acción del hombre), a quién hay que acudir es a las organizaciones supranacionales para la defensa del surf.

Estas últimas (Surfers Against Sewage, Surfrider Foundation Europe sobretodo, y en menor medida Save the Waves) se concentran desde hace años, y con mayor o menor éxito, en la lucha contra la contaminación del agua y la arena; pero raros son los casos en que han denunciado o realizado acciones para oponerse a la construcción de un espigón, de un puerto deportivo o la urbanización de un tramo de costa salvaje. Sin ir más lejos, en conversaciones recientes con Surfrider Foundation Europe en Anglet, ellos mismos reconocieron que no han realizado acciones de defensa del litoral más allá que la denuncia y protesta ante casos de contaminación, así como campañas de educación y difusión de la cultura del reciclaje. Tareas muy importantes todas, sí, pero quizá ese no sea el veneno que vaya a matarnos.

Pero en España, y sobretodo en el litoral Mediterráneo, la lucha es cada vez más contra los intereses inmobiliarios y los cambios que los hombres introducen en la geografía y accesos del litoral. La contaminación también es un problema, sin duda, pero quizá no tan grave a tenor de las medidas legales que existen, la acción de los tribunales y, sobretodo, por que los mismos intereses turísticos responsables de la explotación del litoral, a su vez, y en cierta manera, también están interesados en que la calidad del agua no sea muy nefasta. Además, y por muy pragmático que suene, un problema de contaminación siempre tiene arreglo; construir un dique en frente de la playa, o un puerto deportivo donde antes rompía una buena ola, no tiene marcha atrás. Y el monstruo del boom inmobiliario ya está azotando otras costas aparte las Mediterráneas y Canarias: Bakio, el Brusco, gran parte de la costa asturiana oriental (Rodiles) ...y no parece que vaya a quedarse aquí. Este monstruo requiere una lucha muy diferente a la lucha contra la contaminación.

La A.C.S., como antes la A.D.E.S., está demostrando que hasta ahora la acción local mediante organizaciones que aglutinen y representen al máximo número de practicantes de la zona (y de todo tipo de deportes que puedan verse afectados), la difusión de los problemas a gran escala utilizando todos los medios posibles (dentro y fuera del ámbito del surf), y la gestión casi-profesional de estas entidades, junto con la labor silenciosa en los despachos, son las que mejor pueden enfrentarse al monstruo y con mayores garantías de éxito. Los paraguas de las grandes organizaciones, no son más que eso: paraguas. Muy adecuados para cuando llueve de forma pausada, pero en medio de una tormenta de lluvia, viento y granizo los paraguas se rompen por las diferentes presiones que reciben y por la multitud de intereses que deben defender al mismo tiempo... y entonces el paraguas cede y pasa el agua.
O en este caso, el ladrillo.

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