viernes, 29 de junio de 2007

Chilly Chile

Ganó el que más ganas tenía de largarse. Andy Irons (o Andresito Hierros, como le hemos bautizado en la ofi) se llevó el WCT de Chile. Y eso que no ha parado, en las diferentes entrevistas, de decir lo harto que estaba del frío y de la niebla de Arica. Seguro que Fanning, Parko y compañía se hubieran alegrado de que se marchase antes.

Pero por encima de los muchos tubos que se han visto; de la maestría de Irons para encontrar puntuaciones altas en olas que, a primera vista, no ofrecían muchas posibilidades; de la habilidad de los hermanos Hobgood y de Bobby Martínez en izquierdas tuberas (siempre tienen un papel destacado en Teahupoo, Tavarua, Mundaka y olas parecidas); de las nueve tablas partidas; de los 15 puntos de sutura en la cabeza de Adriano da Souza tras una visita a la lastra, y de algunas mangas espectaculares…por encima de todo esto, la imagen con la que me quedo es la de la chulería de Andresito Hierros tras su manga de la 3ª ronda contra el brasileño Víctor Ribas. En los primeros 10 minutos Andy cogió 5 olas, dos de las cuales por encima de los 9 puntos (9.17 y 9.10). En la quinta ola partió su tabla (en ese momento Víctor Ribas apenas había cogido un par de olas de dos puntos). Quedando todavía 20 minutos de manga, Andresito pasó de todo y pidió al jet ski que le devolviera a la orilla, dejando a Víctor Ribas sólo en el agua durante 20 minutos, es decir el resto de la manga. Víctor Ribas no es un especialista de olas tuberas como Andy, pero es un competidor que lleva muchos años en el WCT y el WQS. Me pareció una falta de respeto por parte de Andy hacia su compañero de profesión, pero sobretodo hacia todo el público (real y virtual). Esa falta de respeto se agravó con su respuesta cuando fue preguntado al respecto: “Si es capaz de superar mi puntuación (refiriéndose a Víctor Ribas), entonces me parece bien que se quede solo. Así no tiene ninguna excusa para no hacerlo.”


Dicen que la llama, mascota de Chile, es un animal orgulloso y lleno de soberbia. Parece ser que Andresito Hierros tomó buena nota.

Por cierto, Slater no se retira. El rumor surgió de una manipulación que se hizo de unas palabras suyas, y que fueron publicadas por varios rotativos australianos y de ahí por todo el mundo. Está todo explicado
aquí.

miércoles, 27 de junio de 2007

Apuntes de Costa de Marfil (revisited)

(Este texto ya fue publicado en su día en Surfbcn.com, y también por el fanzine The Lonely Mind, en su número 1. Pero tras la lectura del reportaje que sobre este país han publicado tanto la Tres60 como la francesa Surf Session este mes de Junio, he decidido actualizarlo y ampliarlo.)


(Surf Session de Junio del 2007, donde hablan del Kamé Surf Contest de 1998)
¡AKWABA!
Es una de las primeras palabras que cualquier visitante debería oír en Costa de Marfil. Significa “bienvenido” en baoulé. Si, por casualidad, algún día recibís a alguien que acaba de llegar, enrollaos y decídselo.

¡HAY COCOOOO, AL RICO COCOOOO!
Costa de Marfil tiene el porcentaje más alto (del mundo) de muertes causadas por caída de nuez coco. Es verídico. ¿Habéis cogido alguna vez una nuez de coco recién caída del cocotero? Pesa, y mucho; y los cocoteros suelen ser muy altos. Te cae un coco encima de la cabeza desde esa altura y... ¡sayonara babe!. Un buen amigo, que acababa de llegar al país, estaba muy preocupado por este tema cuando decidimos acampar en una playa remota de la costa Oeste. Íbamos en plan aventura total: ni tiendas de acampar, ni cabañas, ni campements: nada de nada. Sólo las mosquiteras colgadas de algún…cocotero! Al ver su preocupación, intenté calmarle:
“Pero hombre... ¿Tu has visto caer algún coco por la noche?” le pregunté.
“Pues…mmm... no…” fue su dubitativa, y obvia, respuesta ya que sólo llevaba unos días en el país.
“Ni yo. Y es así porque NUNCA caen de noche. Sólo caen de día…” Le mentí.
“¿Estás seguro?”
“Al 100%!! No pienses en los cocos y duerme tranquilo.” Y me alejé de él rápidamente para que no viese la gran sonrisa que empezaba a dibujarse en mi rostro.
¿Acaso conseguí convencerle? No lo sé, pero no lo creo. Solo sé que hacia las 5 horas de la mañana siguiente me despertó el ruido de un fuerte impacto (¡¡THUMP!!), no muy lejos de donde yo estaba durmiendo. Era una nuez de coco, y había caído a unos 80 centímetros de mi cabeza. Era pequeña, y el cocotero del que se había desprendido no era muy alto, por lo que no creo que me hubiese matado en caso de acertar la diana (es decir, mi cabeza). Al menos, eso es lo que me gusta creer. De todas formas, sigo sin haber visto caer un coco por la noche!

HISTORIA
A mediados de los 70, Craig Peterson y Kevin Naughton visitaron, además de muchos otros lugares, el África Occidental. La mayoría de fotos que aparecieron en las páginas de la revista americana Surfer, eran de Liberia y Ghana. Ninguna (que yo sepa) de Costa de Marfil. ¿Es que no surfearon en ese país? ¿Acaso no encontraron olas buenas? Honestamente, no tengo ni la más remota idea. Pero lo que sí sé es que para ir de Liberia a Ghana (o viceversa), en algún momento debieron pisar suelo marfileño; y también sé a ciencia cierta que hay buenas olas en Costa de Marfil, al menos tan buenas como las que salen en las fotos tomadas en los países vecinos.
El surf llegó a Costa de Marfil de la mano de los franceses, antigua potencia colonizadora, un gran número de los cuales, en los años 70 y 80 y ante la prosperidad del país (ya independiente), emigraron para montar empresas. Algunos de estos franceses ya conocían el surf en las galias y, al ver las olas de Assinie, la larga playa idílica cercana a Abidjan, no dudaron en importarlo. A finales de los 90, cuando yo estuve en el país, el surf era practicado principalmente por franceses y libaneses pero ya había chavales negros, de las etnias “marinas” y, por lo tanto, más acostumbradas al mar y a las corrientes, que empezaban a meterse al agua. Los diferentes conflictos políticos y militares de estos últimos años han hecho que una buena parte de los franceses volvieran a su tierra natal o emigraran a otros países más tranquilos de la zona (Ghana, Senegal), mientras que la población surfista autóctona es más numerosa. Según me cuentan algunos amigos que todavía viven en Costa de Marfil, el surf que se ve en las playas de Assinie ha ganado en “color”.

ASSINIE
A finales de 1997 me fui a trabajar a Costa de Marfil para un periodo de, cómo mínimo, 1 año. Antes de irme de España hice mis deberes: tras repasar mi colección de revistas de surf, en una revista francesa encontré un artículo sobre un campeonato local de surf disputado en Assinie, la playa más surfeada del país. Hice una fotocopia del artículo y me fui hacia mi nuevo hogar sabiendo que me encontraría con olas y con otros surfistas.
Compromisos de trabajo y sociales me impidieron acercarme a Assinie durante mis primeras semanas allá. Y no es que esta playa estuviera lejos de Abidjan, pues se encuentra a apenas 1 hora en coche al Este de la gran ciudad. Cuando por fin conseguí ir, ya había visto olas en Costa de Marfil, puesto que casi cada fin de semana había ido a comer a alguno de los numerosos maquis de Grand Bassam, la antigua capital colonial. Pero esas olas en Grand Bassam eran orilleras enormes, que cerraban con mucha fuerza sobre muy poco fondo y en medio de corrientes tan fuertes que parecían ríos. No se trataba de olas surfeables, al menos para mí. A pesar de eso, su belleza y fuerza me impresionaba hasta tal punto de hipnotizarme, y pasar largos minutos con el tenedor en el aire contemplándolas.
Pero la espera valió la pena: al llegar a Assinie por primera vez me encontré con olas de un metrito, glassy y con fuerza; tanto de derechas como de izquierdas. También recuerdo el calor y lo mucho que quemaba la arena, lo que me obligaba a hacer un sprint desde la zona de los cocoteros hasta el agua, tanto al entrar como al salir del agua. Los surfistas que conocí ese día eran de los más auténticos del país. Gente que había aprendido a hacer surf en Assinie y, creedme, no me gustaría ser un principiante en Assinie.
Dos ideas me vienen a la cabeza cuando pienso en Assinie: Una es consistencia. En esa playa nunca, jamás, está plato. De memoria de los locales más veteranos, no recuerdan un día en que el mar estuviese demasiado pequeño para ser surfeado. La otra es diversidad: es difícil, por no decir casi imposible, tener las mismas condiciones dos días seguidos. Ocurre muy frecuentemente que al amanecer estás surfeando exactamente el mismo banco de arena que surfeaste al atardecer del día anterior, con el mismo punto de marea, y las olas no tienen nada que ver. Como si se tratasen de dos picos totalmente diferentes. Pero eso sí, con dos constantes: rapidez y potencia. Los locales a los que hacía referencia anteriormente, reconocen que cuando visitan olas en otras zonas (ya sean los points de la costa Oeste, ya sea en otros países), tienen que aprender a girar, ya que las olas de Assinie no dejan mucho margen para hacer otra cosa que no sea correr lo más rápido posible antes de que cierren. Surfear en Assinie se resume en coger la ola, ponerse de pie y entrar en la caverna sin saber muy bien qué va a pasar. Muy a menudo la ola cierra; otras veces rompe de forma tan brusca que el surfista no tiene tiempo de ponerse de pie antes de salir proyectado hacia delante, y hacia abajo, preparándose para una visita submarina del fondo arenoso desde muy cerca (demasiado cerca incluso; todavía me queda alguna cicatriz como recuerdo). Luego la ola le suelta y puede subir a la superficie, donde normalmente recibe la siguiente ola de la serie con la tabla partida yaciendo a su lado y el invento enrollado alrededor de sus piernas. ¡¡Akwaba a Assinie!! Sonríe para la foto y coge mucho aire, que esto aún no ha terminado.


(Julien Desole en Assinie)
Pero a veces la ola se abre majestuosamente al surfista, que ejecutará una combinación de giros y maniobras que le harán sentirse en la gloria después de tanto sufrimiento. Cuando esto ocurre, y ocurre… raras veces, la magia de una rompiente perfecta se revela al surfista paciente que ha sabido esperar. Entonces todo lo demás habrá valido la pena, creedme.

LA PASSE
Ahora entramos en terreno de lo mágico, pero de la magia efímera. Es lo opuesto a Assinie: funciona pocas veces al año pero, cuando lo hace, suele estar perfecto. En las afueras de Grand Bassam, justo después de las Navidades, el Ayuntamiento local draga una parte de la playa para permitir que el agua de la laguna salga al mar. Entonces, poco a poco, el mar vuelve a depositar la arena en la playa y, al hacerlo, los bancos de arena dan forma a una rompiente perfecta como si de la desembocadura de un río se tratase. Como el temporal de les botes para los surfistas catalanes, o los primeros días de viento sur de otoño en la costa cantábrica, el dragado de ese trozo de playa es algo que los surfistas de Abidjan se han pasado todo el año esperando. Cuando los trabajos han sido completados, todos los surfistas van lo más a menudo posible a comprobar las condiciones desde el Plateau. El clímax se da el día en que los bancos se han estabilizado y ya no quedan árboles, algas ni otros deshechos de la naturaleza flotando en la desembocadura; entonces la temporada de La Passe ha comenzado. Por fin una rompiente que se encuentra lo suficientemente cerca de la ciudad como para ir a surfear a la hora de comer, o después del trabajo. Olas largas, potentes y con tubos enormes. Orilleras brutales y peligrosas. La visita de algún varon (lagartos enormes) o de un banco de barracudas. Esto es lo mejor y lo peor de esta rompiente. Un día construirán un dique y nadie sabe lo que va a ocurrir. Hasta entonces… ¡¡Vite, vite, à la Passe!!

OESTE
A unos 300 km al Oeste de Abidjan, las condiciones de surf realizan un giro de 180º. Las infinitas playas con cocoteros y plantaciones son substituidas por una costa llena de calas y bahías, acantilados y selva tropical. Aquí las olas ya no entran tan a menudo, puesto que la marejada tiene que ser lo suficientemente grande como para penetrar en las sinuosidades del litoral. El viento deja de ser un problema. Y los míticos points de la Gold Coast australiana encuentran sus hermanos gemelos en el África Ecuatorial, quizá no tan perfectos, ni tan huecos, ni tan largos ...pero aún así muy parecidos.

La zona de Sassandra a San Pedro esconde muchas olas excelentes. Cuando llegues a Sassandra, conduce hacia la colina más alta de la ciudad, hasta que se acabe el asfalto, y sigue por el camino que va hacia el Oeste. De ese camino salen varios senderos que bajan al mar. Algunos te llevarán a ninguna parte, pero otros te conducirán a olas excelentes. Se acabaron las olas cerronas o que sólo dan para una maniobra. Aquí encontrarás muchas olas donde podrás expresar lo que llevas dentro como si de un lienzo, y tu el pintor, se tratara. Un consejo: mejor si vas en un 4x4.

KAME SURF SHOP
El comercio, en la mayoría de países francófonos del África del Oeste, se encuentra en las manos de libaneses. Sobretodo la gran distribución y el pequeño comercio. Luego están los mauritanos que llevan el micro-comercio y, finalmente, la población local que tiene sus puestos en la calle y en los mercados. Hay excepciones, pero pocas. Y la única tienda de surf que hay al Sur de Dakar y al Norte de Ciudad del Cabo es de un libanés, que se hace llamar Kamé. Tiene de todo: tablas, ropa y algún traje de verano. Y además de hacer honor a su origen y ser un buen negociante, Kamé es una excelente persona y surfista aguerrido. Su tienda se encuentra en un pequeño centro comercial en el Plateau de Abidjan, pero cualquier fin de semana te lo encontrarás en Assinie.


(La torre de jueces construída para la ocasión del Kame Surf Contest)
Durante la Navidad de 1998, Kamé organizó el último (hasta ahora) Kamé Surf Contest en Assinie. Fue el último por que a mediados de 1999 la situación política y social del país empezó a agriarse mucho y, desde entonces, se han sucedidos guerras civiles, golpes de estado, motines y demás manifestaciones. Pero eso en 1998 no lo sabíamos, y Kamé nos pidió a unos amigos que le ayudáramos a organizar el Campeonato. La Navidad es una época buena para el surf en Costa de Marfil por varias razones: para empezar coincide con la “temporada seca”, cuando el oleaje es más pequeño, ordenado y limpio; y además suele soplar el harmattan. Además, son vacaciones escolares y muchas personas que están estudiando durante el año en Europa viajan a Costa de Marfil para visitar a la familia y relajarse. Y las fiestas de fin de año en Assinie son legendarias, con más de 40 kms de playa iluminadas por hogueras y la gente yendo de casa en casa a felicitar el nuevo año.


(Póster del Kamé Surf Contest de 1998)
Pues bien, Kamé pidió ayuda por que quería que el campeonato diera un salto cualitativo respecto a ediciones anteriores. Obtuvimos buenos patrocinadores (Rover, South African Airways, Woodin, Honda, Island Style, Awa…), conseguimos traernos a un pro sudafricano (Marc Jackson) para que hiciera una exhibición, acudieron a la llamada varios surfistas senegaleses, entre ellos el mítico local de N’Gor Patina, y el concurso de Miss Camiseta Mojada fue muy colorido.
Fueron 4 días muy intensos, de dormir muy poco, de buscar a las tantas de la madrugada a Marc por tugurios de la noche de Abidjan para llevarlo a la playa, de mucho stress y de gran satisfacción al final.

Me marché de Costa de Marfil a mediados de 1999 y, curiosamente, cada cierto tiempo recibo noticias de Kamé de la forma más inesperada. Recuerdo que una vez, estando en el taller de tablas de Spider (en Durban), Dave, que lleva los pedidos, me pidió si podía ponerme al teléfono pues no conseguía entender lo que le decían desde el otro lado del hilo. Era Kamé, desde Costa de Marfil, que llamaba para hacer un pedido de varias tablas sin tener la menor idea de inglés. Kamé sabía que yo estaba viviendo en Sudáfrica, pero lejos estaba de imaginarse que el tío que se pondría al teléfono hablándole en francés aquél día que llamó para encargar tablas, iba a ser yo. No sé como ni cuando, pero sé que pronto volveré a tener noticias de Kamé.

HARMATTAN

(El harmattan visto por la NASA)
En abril de 1999 realicé uno de los mejores viajes que he hecho hasta ahora. Con un amigo decidimos ir desde Abidjan hasta el Norte de Burkina Faso, Mali y de vuelta a Abidjan. ¿Medios de transporte? Cualquiera excepto nuestros coches; acabamos yendo en tren, bus, gbaka, camión y asno. Mali y Burkina son países sin costa y, por lo tanto, sin olas. Al Norte de Burkina Faso, en Gorom Gorom, pasamos unos días en un campamento Peul. Hacía mucho viento, y es que nos encontrábamos en la zona donde nace el harmattan. El harmattan es el viento más famoso del África del Oeste. Sopla de noviembre a marzo/abril y viene del Sahel, una zona semiárida que constituye la antesala del desierto del Sáhara. El harmattan es conocido de Senegal hasta Nigeria y sopla... terral, por lo que es el viento favorito de los surfistas de estas costas. De hecho el harmattan son dos vientos en uno, el “frío” y el “cálido”. Funciona así: primero llega el “frío”, que de hecho no es frío en sí pero arrastra mucho polvo y arena, formando una capa en la atmósfera que impide que los rayos del sol lleguen con toda su fuerza y el ambiente se enfría considerablemente (esa misma capa reduce considerablemente la visibilidad y ha sido la causante de más de un accidente aéreo). Al cabo de unos días llega el “cálido”, limpiando la atmósfera de todo el polvo y arena, y reduciendo el porcentaje de humedad relativa del aire considerablemente, lo que comporta días claros, sin nubes, con un cielo muy azul y un sol que calienta mucho. Pocos días después vuelve a entrar el “frío”. Ambos son sinónimo de buenas condiciones de surf.

(Shaka peul)
Los niños del campamento peul estaban muy excitados con la visita de los dos toubabous, y se convirtieron en nuestros guías desde el primer momento y durante toda nuestra estancia. Les enseñamos unos cuantos juegos de mano y también el shaka, el saludo hawaiano. ¡Les encantó! Antes de irnos les hicimos unas cuantas fotos y en todas salen haciendo el shaka. Estos niños nunca habían visto el océano, y muchos de ellos nunca lo verán, pero viven en el lugar donde nace el viento más anhelado por los surfistas de aquellas costas africanas. Y me gusta pensar que ese mismo viento lleva los shakas de los niños peul del interior hasta las orillas del Atlántico, para que los pocos surfistas que allí se encuentran los reciban y se acuerden que ese viento mágico que les brinda las mejores sesiones de la temporada, tiene su origen en el corazón del continente africano.
Sólo por eso, para mí esos niños son surfistas también... aún que ni ellos mismos lo sepan.



(En Agosto de 1998, mi madre vino a visitarme a Abidjan durante una semana. Ese sábado fuimos a Assinie. Poco antes de llegar nos pilló una tormenta, corta pero intensa. Duró 10 minutos a lo sumo, pero el chaparrón limpió la atmósfera de polvo y devolvió los colores al paisaje. La lluvia cesó de forma súbita justo cuando enfilábamos el trozo de pista de tierra de Assinie, ya muy cerca de la playa. El fuerte viento sacudía las cimas de los cocoteros con violencia, y empezaban a salir unos tímidos rayos de sol. La terita del suelo, recién húmeda, tenía un tono rojizo intenso como raramente le había visto, y que contrastaba de forma sublime con el verde de las ramas de los cocoteros, limpias del polvo. Creo que estuve cerca de padecer un ataque del Síndrome de Stendhal. Ahora, casi 10 años después, todavía recuerdo esa imagen como si hubiera sucedido hace un instante.)

Niegà
Diccionario:
Baoulé: Grupo étnico mayoritario en la zona costera de Costa de Marfil y países fronterizos. Su dialecto es muy hablado también entre gente de otros grupos étnicos del país.
Campement: Alojamiento que se encuentra en muchas playas; pequeñas chozas con paredes y techo fabricadas a partir de ramas de cocotero trenzadas y con una cama o colchón en el interior.
Gbaka: Taxi colectivo que funciona en zonas rurales principalmente. Normalmente son vehículos Peugeot, muy viejos, y donde entran 10 veces más personas que las inicialmente previstas por el fabricante.
Maquis: Equivalente a chiringuito o restaurante informal en Costa de Marfil.
Peul: Grupo étnico nómada que vive en el Sahel desde tiempos inmemoriales. Tradicionalmente ramaderos y pacíficos.
Plateau: Barrio de oficinas en el centro de Abidjan.
Shaka: Saludo hawaiiano consistente en cerrar la mano, excepto el dedo pulgar y meñique, y agitarla (de to shake = agitar).
Temporal de les botes: En Catalunya, es el primer temporal después del verano (tradicionalmente en septiembre/octubre), y recibe este nombre por que antiguamente se aprovechaba para atar las botas de vino vacías a la playa, para que la acción de las olas las limpiase con la ayuda de la arena.
Toubabou: Hombre/mujer blanca en muchos países del Africa ecuatorial francófona. También toubab. El origen de esta expresión se remonta a que hace un par de siglos, los únicos blancos (franceses) que las poblaciones rurales veían eran los médicos que hacían inspecciones o acudían en caso de epidemia. En argot francés al médico también se le llama toubib.

domingo, 24 de junio de 2007

10 cosas que tienen en común…


…los leashes y los condones:

1.- Si en el momento clave no tienes uno a mano, te enfrentas a una decisión que puede tener graves consecuencias.
2.- Te pueden salvar la vida
3.- Los hay de todos los tamaños y colores en función de las condiciones y los gustos de cada uno
4.- Por mucho que los fabricantes se esfuercen, hacerlo “con” nunca será lo mismo que hacerlo “sin”.
5.- Protegen uno de tus bienes más preciados.
6.- No solo te protegen a ti, si no a todos los de tu alrededor.
7.- Requieren cierta técnica para colocarlos bien.
8.- Si escoges uno demasiado grande, puede ser incómodo; si escoges uno demasiado pequeño… no vas a ninguna parte.
9.- A veces se rompen o se salen, resultando en situaciones embarazosas.
10.- Son muy baratos teniendo en cuenta el valor de lo que protegen.

¿Alguien se anima a añadir alguna más a la lista?

Scrapbooks (II)


Más garabatos hechos en la libreta en la que acostumbro a anotarlo todo: points de derechas en entornos salvajes y montañosos, medusas y points de derecha tabloneros.

El subconsciente me traiciona mientras hablo por teléfono o estoy en una reunión, y me hace dibujar lo que anhelo y lo que me desagrada.




martes, 19 de junio de 2007

Ibontxo will go!



(Idea y concepto de Niegà. Diseño y realización de Kukurusta. Imagen libre de derechos para que todo el que quiera se haga pegatas o camisetas con ella.)
Yo: Ibon, ¿como se prepara uno para el Eddie?

Ibon: Bueno voy a hacer trabajo anaeróbico en cuestas y piscina, pero ¿…el mejor entrenamiento?

Yo: Sí, dime…

Ibon: Ya lo he hablado con Mikel, y cuando vayamos a hacer tow-in y vemos algún pico de 4 metros, le diré a Mikel que me deje, sin tabla ni nada, donde la ola rompe, y a dejar que me caigan un par de olas encima. Es el mejor entrenamiento. Además, vas más tranquilo por que lo haces a posta, y te acostumbras a los revolcones… Vamos a hacerlo un par de veces cada vez que salgamos en moto…
Sobran palabras. ¡¡Ibontxo will go!!

sábado, 16 de junio de 2007

Kookocracy (2ª parte)

Está claro que el tema ha interesado; hemos batido el número de comentarios: 17. Iba a poner mi comentario donde los demás, pero entonces recordé que no había puesto todo el artículo de Nick Carroll. Y es que Nick, contrariamente a lo que puse, sí que hace unas cuántas predicciones de lo que él cree que pasará durante la crisis del surf que pronostica de forma inminente. La omisión ha sido voluntaria, pero quería saber vuestras opiniones antes. Aquí va la predicción de Nick:

Según él (y a partir de ahora le cito), el surf se renovará desde lugares periféricos, desde lugares donde la cultura del surf no es tan antigua como en los USA y en Australia: Francia, España, la Reunión, Bali, Japón… lugares donde la historia no es tan pesada y sólo hay un par de generaciones. Donde los estilos y estereotipos no están tan fijados. Donde los chavales pueden relajarse e inventar y aportar cosas nuevas.

También cree que la Kookocracy comportará que algunos surfistas de la vieja escuela lo dejen todo, hastiados ante la masificación, la llegada de tablas de producción masiva, el aumento del turismo del surf y demás.

¿Y qué opino yo? Pues humildemente opino que:

1) La kookocracy ya ha llegado a Europa. Esto es (y será) bueno porque permite vivir del surf a mucha gente que se lo merece, como por ejemplo a los mejores surfistas (patrocinio por parte de marcas ajenas al surf, que es donde se encuentra el dinero de verdad).
2) Ya hay un lugar de Europa donde incluso ésta kookocracy empieza estar en crisis: el Reino Unido. El número de tiendas de surf que ha tenido que cerrar durante este invierno pasado ha sido dramático. Empieza a haber una selección natural. También es cierto que en el Reino Unido la kookocracy ha llegado mucho más lejos que en cualquier otro país europeo.
3) Las escuelas de surf son necesarias. Me refiero a las buenas. Las malas (que por desgracia son muchas) deberían estar prohibidas. De la misma forma que es cierto que un muy buen surfista no necesariamente será en un muy buen monitor de surf, una persona que no sepa hacer surf nunca será en un buen monitor, por muy bien que sepa explicarse. En el curso que la F.E.S. organizó en Asturias durante Semana Santa para monitores de surf (bloque específico), no había una sola prueba de acceso que implicase surfear. Y de la boca de alguno de los aspirantes a monitores, nunca habían surfeado. Es algo inexplicable y sé que, por ejemplo, la Federación Vasca sí pide un nivel mínimo de surf a todos los aspirantes a obtener el título. Este tipo de cosas (me refiero a lo de la F.E.S.) alimenta la creación de escuelas con monitores de bajo nivel… que raramente conseguirán motivar a que los alumnos continúen haciendo surf después del cursillo.
4) Estoy de acuerdo con Nick en que la herencia del surf en Europa no es tan pesada como en los USA y Australia, y esto puede favorecer que desde aquí ayudemos a renovar el surf. Quizá practicando masivamente otros deportes afines, lo que puede aportar nuevas maniobras, diseños o materiales de construcción. ¿Quién sabe?
5) Dudo que nadie que haya practicado el surf durante muchos años, y que sienta un verdadero amor por él, vaya a dejarlo simplemente por la masificación que pueda haber en el agua (con la consabida falta de respeto). Se armará de paciencia, luchará contra ello, cambiará sus hábitos (entrar únicamente al amanecer, buscar nuevas olas en lugares de difícil acceso, etc…) o en última instancia igual emigrará: “An old surfer never dies, he just moves somewhere colder”.

jueves, 14 de junio de 2007

Paradiso di Atlántico


(Ponta Brava en la distancia)


“...Ês sentiment ki nô tem na peito
Ês pensamento ki é de nôs tud
Nô tchá florí ês jardim
Nô regá ês dez cantêr
Pa cada flôr ki nascé
É Cabo Verde ki crescé
(...)
Ka nô influí
Ês mar serením e crestalín
Que na pulsar de sês ondas
Ta uní nôs coraçon”
“Nôs Paraíso”. Letra de Pedro Rodrigues, interpretada por BANA en “Livro infinito”.

INTRODUCCIÓN
Este es el relato de un sueño realizado, pues anhelaba visitar y surfear en Cabo Verde desde principios de los 90, cuando ví fotos de sus olas en una revista por primera vez. Pero pasaban los años y no lograba tener dos o tres semanas libres en invierno, fuera del período navideño durante el cuál las obligaciones familiares me impedían cualquier viaje. Durante esos años leía todo lo que encontraba sobre Cabo Verde. Me hartaba de escuchar a Bana y Cesárea Évora y aprendía todo lo que podía sobre las diferentes islas: sus carnavales, sus gentes (muchos de ellos mulatos, algunos con el pelo rubio y los ojos claros) y su orografía. También intenté conocer un poco su pasado, para mejor entender su presente llegado el momento; así descubrí que estas islas fueron utilizadas como escala, primero, de los barcos que llevaban esclavos desde el continente africano hacia las Américas y, después, de barcos balleneros y de pesca de todas las banderas durante siglos. E incluso me hacía presentar a “amigos de amigos” que habían estado allí de cooperantes o durante largas temporadas, para que me dieran información de primera mano. Al final, y curiosamente cuando estaba ubicado en Sudáfrica, todo cuadró: disponía de 3 semanas de vacaciones a finales de Enero y, a pesar de que me encontraba bastante lejos geográficamente de Cabo Verde, los vuelos de South African Airways con destino a N.Y., hacían escala allí para repostar, con lo que el billete (teniendo en cuenta que el Rand estaba bastante devaluado en aquél momento) me salía igual de precio que volando desde Europa. Y por fin pude ir a Cabo Verde.

Leí por primera vez acerca del surf en Cabo Verde en 1990, en la revista americana SURFER. El artículo sólo mencionaba el nombre del archipiélago (y país), pero no daba más indicaciones; pero parecía diferente, interesante y con un enorme potencial de olas. Después, varios reportajes de surf o windsurf en las islas de Cabo Verde fueron publicados en varios medios, y yo iba siguiendo de cerca como Ponta Preta, la mejor ola de la isla de Sal, “salía del armario” al pasar los años. De vez en cuando, también aparecía alguna foto panorámica de algún pico de las otras islas, pero sin nombres ni localizaciones. Varios años después de ese primer artículo en la SURFER, tropecé con un reportaje en la revista australiana SURFING WORLD, relatando el viaje de 3 pros del equipo Seven Shores (una marca de ropa australiana con profundas raíces africanas) por tres países del África del Oeste, entre ellos Cabo Verde. Ese reportaje, y las varias fotos de picos de roca, sin gente y de aparente buena calidad que en él aparecían, fue lo que definitivamente hizo subir Cabo Verde a la primera posición en mi lista de “sitios a visitar”.
(Surf Report de Cabo Verde. No sé si siguen actualizándolos, pero son múy útiles)



(Portada del ejemplar de la revista Surfing World en cuestión. Surfito ergo sum...)

(Artículo de la Surfer. Noviembre del 1990. ¿Dónde estábais entonces? Yo en casa soñando con ir a Cabo Verde algún día. Sólo tardé 11 años.)


Lo que vais a leer son algunas de las cosas que me ocurrieron y presencié durante mi viaje a Cabo Verde. Sólo mencionaré los nombres de la isla de Sal y sus picos, aunque soy perfectamente consciente de que la mayoría de las demás olas y lugares que visité son ya bastante conocidos, a menos de oídas, por la mayoría de surfistas que han visitado estas islas. Espero que lo disfrutéis.
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PARTE 1: Ilha do Sal
Tierra, viento, agua y fuego: La isla de Sal no es más que un trozo del Sahara en medio del Océano Atlántico, que sufre los embates continuos de los vientos del desierto. Su cima son un par de volcanes dormidos y alberga el único aeropuerto internacional del país. Casi no hay árboles y sus habitantes se concentran en 3 poblaciones. Una de estas, Santa María, en la costa Sur, tiene cierta infraestructura turística y recibe a europeos ávidos de sol, que buscan una alternativa “africana” a las Canarias.


(Paisaje del interior de Sal. Frondoso precisamente no és)




(El catolicismo también llegó a estas islas, pero tampoco es que sean fanáticos)

Aterrizo en Sal a las 03:00 hora local, pero a través de Jérôme, al que contacté por e-mail unas semanas antes, he conseguido que alguien venga a recogerme al aeropuerto y me lleve al apartamento que ha alquilado para mí en Santa María. Solo somos 5 los que nos quedamos en Sal, pues el resto de pasajeros de este vuelo de South African Airways sigue hacia Nueva York y hacia un mundo totalmente diferente. Pasar la aduana y recoger el equipaje resultan ser meros trámites, lo cuál me sorprende positivamente teniendo en cuenta que acabo de llegar a un país del África Subsahariana. Supongo que a estas horas de la madrugada a nadie le importan 4 “caboverdianos”, que regresan a casa después de varios años de duro trabajo en tierras lejanas, y un “surfista”.

Jérôme es un francés que lleva surfeando y navegando las olas de la isla durante más de 12 años. Está casado con una lugareña preciosa y tiene una hija. Es muy conocido en Santa María, dentro y fuera del agua, ya que es de los pocos europeos que reside allí todo el año, y también una gran fuente de conocimiento. Le conozco personalmente pronto al día siguiente. La humedad de la noche está siendo barrida por un viento del NE, fuerte e incesante, cuando Jérôme me anuncia las condiciones con una gran sonrisa: ha entrado mar y Ponta Preta rompe con olas de 4 a 6 pies. Mientras mi compañero de habitación, Brice (un joven windsurfista francés que ha pasado gran parte de su vida surcando algunas de las mejores olas del Océano Índico) tiene que organizar todo su material y buscar un coche para ir hasta Ponta Preta; yo me limito a comprar una botella de agua, plátanos y un par de pão-coco en una de las panaderías del pueblo, cojo mi tabla y empiezo a andar hacia Ponta Preta. Las indicaciones de Jérôme son sencillas: “
anda hacia la salida del pueblo, busca 2 grandes dunas de arena a tu izquierda y dirígete a ellas. La primera punta de roca que encuentres detrás de las dunas es Ponta Preta. E.W.T. (estimated walking time): 35 minutos.”

Debido a la configuración del fondo marino y a su orientación, Ponta Preta recoge mucho mar. “Preta” significa “negra” en portugués, pues ese es el color de las rocas en ese lugar. Los días sin olas, únicamente un par de “refugios” contra el sol y el viento, hechos con hojas de palmeras y trozos de redes de pesca, adornan ese cabo anónimo. Pero cuando entra la marejada, la punta recibe la visita de turistas y lugareños que se desplazan para disfrutar del espectáculo.

Y, desde luego, el espectáculo no defrauda: la ola rompe de derechas de forma majestuosa, ofreciendo más de 300 metros de recorrido con, al otro lado, una izquierda corta, vertical y hueca que solo funciona a partir del metrazo y medio. La mayoría de las veces, es la derecha la que concentra toda la acción; el pico es bastante extenso y la ola se muestra noble y no muy hueca. Tiene mucha fuerza y ofrece un recorrido muy largo, paralelo a las rocas. Con la marea alta, el pico se acerca a la orilla (un mejunje de rocas de varios tamaños), por lo que es mejor ser prudente. Con la marea baja, la primera sección tiene cierta tendencia a cerrar pero, escogiendo bien, sigue siendo una ola muy divertida. El surf que permite esta ola es directo y de pocas maniobras, ya que las secciones se suceden a cuál más rápida; no hay mucho lugar para girazos, y un par de secciones huecas te pueden ofrecer algún tubito. La cercanía de la orilla, con sus rocas feas, le recuerda a uno que, a pesar de que el sitio en sí no es excesivamente peligroso, si se rompe el invento o se arriesga demasiado a final de la ola (sobretodo a marea alta), tanto el surfista como su tabla pueden acabar con algunos golpes y cortes.



(Serie rompiendo en Ponta Preta, a media mañana, nadie en el agua)

Los 3 primeros días Ponta rompe con olas de 4 a 6 pies, pero el viento sopla muy fuerte oscilando entre terral y un poco de lado, y el pico es tomado por los windsurfistas. Cuando el viento baja, en diferentes momentos a lo largo del día, la media docena de surfistas presentes en la isla nos lanzamos al agua, mientras los windsurfistas regresan a tierra. No hay mal ambiente entre las dos comunidades aunque, a veces, algún windsurfista intenta regresar a tierra firme cogiendo una última ola entre los surfistas, quienes no apreciamos ser utilizados por boyas. Un par de caipirinhas en el Squeeze, en Santa Maria, suavizarán las tensiones llegada la noche. Si alguien destaca, tanto surfeando como navegando, es Josh Angulo, de Hawaii, que hasta no hace mucho estaba el nº 2 del mundo en la categoría de windsurf de olas, y que también demuestra ser un excelente surfista. Está casado con una chica local y viene cada invierno para entrenar, y se nota… Es el único que se tira a pillar la izquierda sin ningún temor, incluso a contrapico, y siempre sale airoso de las secciones más rápidas que se le presentan. También hay otros windsurfistas que aprovechan la bajada del viento para desempolvar sus tablas de surf y dar buena cuenta de las olas, como Esteban Etienne, Nicole Boronat y un italiano con muchos años de experiencia en Hawaii.

Cada mañana, cuando ando hacia Ponta, justo antes de llegar al cementerio del pueblo, veo las obras que traerán más turismo a la isla. Ponta do Sino está a punto de albergar otro complejo en sus orillas. Ya hay gente que dice que es el principio del final; según visitantes de muchos inviernos, hace 8 años se podían contar con los dedos de las dos manos el número de coches en toda la isla, mientras que ahora el tráfico ya es incesante. En la mayoría de tiendas, bares y restaurantes, la gente ya se dirige a uno en Italiano o Francés, un signo de la nacionalidad de la mayoría de visitantes.

Al cuarto día, la marejada de muere en Ponta, y ha llegado el momento de ir hacia al norte, a Palmeira. El único Suzuki 4x4 de alquiler libre que encuentro en toda la isla, es un descapotable, sin techo.

“Bueno”, me digo, “…solo llueve una vez cada 2 años en Sal…”.

No tardo en darme cuenta que, a pesar de la ausencia de lluvia, si uno puede, debe evitar alquilar un coche descapotable en Sal a toda costa… ¡A menos que se disfrute de lo lindo de baños de arena y polvo!

Entra algo de mar en Palmeira (en la costa Oeste), pero el viento (terral) es demasiado fuerte, y los dos únicos lugares con olas que encuentro están impracticables por esa razón. Resignado, aprovecho esos días de plato para explorar lo poco que hay que ver en la isla, como las minas de sal en Pedra da Lume, en la costa Este. La terraza del “Bar Neptuno”, cerca del puerto de Palmeria, es un refugio perfecto para escapar del viento, los turistas y del polvo, y allí acabo pasando gran parte de esos días de plato. Con un par de Sagres a mano, me dedico a hablar con la gente del lugar, leer y observar. La música, omnipresente, es una mezcla de hits africanos (Senegal está relativamente cerca geográficamente), caboverdiana (la lista de cantantes de este país no se acaba en Cesaria Évora), brasileña (Brasil es el gran gigante lusófono, y su influencia cultural no abarca únicamente a Portugal, si no también a todas las antiguas colonias portuguesas de África) y, por supuesto y para mi mayor desespero, lo peorcito de Europa y de los EEUU.

Uno de esos días, y mientras estoy tan tranquilo en mi mesa de costumbre en el Neptuno, observando la entrada al puerto –casi vacío- de un velero de bandera francesa, aparece una multitud de gente y coches con megafonía. De pronto, y a escasos metros de “mi” terraza, el candidato de la oposición a la presidencia del país realiza un mitin ante sus seguidores y algunos curiosos. Las elecciones presidenciales se van a llevar a cabo en un par de semanas y los diferentes candidatos están gastando sus últimos cartuchos. A fe mía que ese resulta ser el mitin de un candidato de la oposición más civilizado, tranquilo y elegante que nunca he visto en ningún país africano. Lo que sí me choca es el hecho que todos los candidatos, así como la gran mayoría de los miembros de sus candidaturas, son personas mulatas de tez más bien clara, cuando en general, en las tiendas, bares y por la calle, la mayoría de las personas con las que me tropiezo tienen una tez mucho más oscura. Recuerdo haber leído que si bien no existe racismo en Cabo Verde, sí que la clase dirigente (política, social e intelectual) del país acostumbra a estar formada por mulatos y mulatas de piel clara, y entre ellos se considera la tez oscura como una marca de falta de pedigrí. Está claro que hay muchos emigrantes provenientes del continente africano realizando las tareas más desagradables, o sobreviviendo a duras penas, esperando quizá poder embarcarse hacia las Canarias. En cambio la tez clara es, sin duda, una prueba y símbolo a la vez de su denominación de origen caboverdiana, y de que esta se remonta a ese oscuro pasado de barcos balleneros, prostíbulos y, antes aún, barcos esclavistas. La dulce paradoja es pues que en Cabo Verde, cuanto más mestizo y de sangre menos “pura” es uno más orgulloso está de ello, pues es una señal clara de su origen caboverdiano, frente a los de tez más oscura y, por lo tanto, recién llegados al país.

Finalmente, tras 3 días de comer polvo, hablar con los chavales de Palmeira, y aprendiendo a bailar la funana y la coladeira con mis dos vecinas (cuyo salón de belleza, frente a mi casa/habitación, es el centro de todo el marujeo de Santa Maria), un segundo golpe de mar llega a Ponta. Pero ya me he decidido y me largo a otra isla. Un amigo me contó que hay un pueblo, en algún lugar de este archipiélago, con buenas olas, sin gente y un paisaje más verde y frondoso. Muchos en Sal han oído historias similares respecto a diferentes islas, pero son pocos los que se han tomado la molestia de ir a comprobarlas in situ, puesto que Ponta Preta es su objetivo. No es mi caso. Estoy perfectamente sincronizado; el segundo golpe de mar se muere el día en que me voy. Mi próxima sesión será en otra isla.
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PARTE 2: Otra isla
Cabo Verde está compuesto de nueve islas principales en dos grupos diferente: las Sotaventos y las Barloventos. Las islas más importantes y con mayor población son Santiago y São Vicente, donde se encuentran las dos ciudades principales (Praia y Mindelo). Las otras islas, Sal inclusive, son una mezcla de trozos de desierto, que el viento ha soplado mar adentro, o rocas volcánicas con bastante vegetación esparcidas en medio del Océano Atlántico.



El hedor es casi insoportable pero, de alguna manera, el ruido incesante de las olas y la visión ocasional de una ola metro y medio rompiendo perfecta en medio de los arbustos, impide que mi cerebro reaccione a lo que recibe desde la nariz. De pronto, noto algo extraño bajo de mis pies y el hedor me golpea todavía más fuerte si cabe, a la vez que me doy de bruces con el origen del mismo: acabo de pisar lo que queda de un cadáver de cabra. Levanto la mirada y, en medio de dos arbustos, me aparece un reef de derechas perfecto. En una calita, a mi izquierda, rompe una olita de metro pasado perfecta hasta la última gota de agua, mientras que un poco más arriba hacia el pico, otra ola está empezando a levantarse. Acabo de encontrar lo que bautizo, en aquél mismo momento, como la Calita de la Cabra Muerta. Las condiciones son perfectas: el mar de un azul oscuro muy intenso, el viento terral muy ligero (nada que ver con el incesante huracán de Sal), luce el sol y nadie a la vista, exceptuando un pequeño barco de pescadores a medio camino del horizonte. Dejo caer mi tabla y la mochila, y malgasto un segundo en pensar en la peña que he dejado atrás en Sal un par de días antes.


(Tchirá o la Calita de la cabra muerta para mí)

Llegué al pueblo, que se encuentra a media hora de camino de la Calita, la tarde del día anterior, tras 30 minutos en avión desde Sal y una noche de juerga en la capital de esta isla. Antes, en el avión de Sal hacia esta isla, coincidí con dos chicas hispano parlantes; hablé con ellas un rato, pues estaban sentadas muy cerca, y me di cuenta de que se mostraban muy recelosas e incómodas con la gente local. Resultaron ser paraguayas, y venían a visitar a un amigo caboverdiano que habían conocido en América tiempo atrás… pero hasta su llegada a Sal, no se habían dado cuenta de que éste es un país africano y que la gran mayoría de la gente tiene la tez oscura, lo que les provocaba cierta desconfianza y miedo. En el aeropuerto las dejé en manos de su amigo, un mulato de buena presencia y con clase, algo mayor, y cuya foto recordaba haber visto como miembro de alguna de las candidaturas de las elecciones inminentes. Les deseé mucha suerte con su viaje, pues iban a necesitarla con esa actitud, y busqué un taxi para que me llevase a algún hotel. Siendo sábado, después de cenar le pedí al conserje/propietario/servicio de habitaciones/recepcionista y botones del humilde, pero céntrico, hotel en el que me hospedaba, que me indicase donde podía ir de fiesta. Me dijo que tenía dos opciones: la zona de bares del puerto o una discoteca de nombre Zero Horas, pues esa era la hora a la que abría sus puertas. Viajando solo, me incliné por la segunda opción por prudencia. La discoteca resultó ser bastante aburrida, sobretodo comparada con alguno de los tugurios de Santa María: gente pija, todo caboverdianos o angolanos exiliados en las islas, poco desmelene y mucho grupito cerrado. Me retiré pronto, preparándome para el trayecto de hoy, que tenía que llevarme hasta mi destino final.
(El puerto del pueblo cuando llegan los pescadores)

Así pues, eché un vistazo a estos mismos arrecifes a mi llegada, por la tarde, tras cruzar la isla a toda velocidad a bordo de una Hiace* por carreteras de adoquines, sinuosas y muy estrechas, que discurren muy cerca (demasiado) del borde del precipicio que las bordea. Pero el mar estaba muy pequeño. En cambio esta mañana… ¡Qué diferencia! Este es el tercer pico que he visto en media hora de camino desde el pueblo. Los dos primeros – una izquierda que rompe en agua profunda y una derecha con pinta peligrosa- parecen desfasados (a pesar del viento terral), con muchos cerrotes. El mar está de unos buenos 2 metros y viene ligeramente ladeado. En la Calita de la Cabra Muerta, aunque está más pequeño es, con diferencia, donde rompe la mejor ola.
Mientras me estoy cambiando, veo en la distancia la silueta de un surfista que anda hacia donde me encuentro. Un par de minutos más tarde, me saluda:

“¡Bom dia! Fican ondas altas, ¿eh?”

Se llama Kabongo y es uno de los pocos surfistas locales: joven, alto, delgado y a pesar de tez oscura, su melena rasta es más rubia que negra. Me cuenta que esa ola tiene un nombre: Tchirà, con motivo de la primera persona que la surfeó de forma consistente, un francés que vivió allí hace ya algún tiempo.
¡¡Adiós a mis sueños de bautizar una ola!!


(Cadjou, es una izquierda pero en alguna serie también sale una derecha. A consumir sin moderación.)


Mi nuevo compañero no tiene prisa pues, según él, la ola será mucho mejor con la marea más baja, y me aconseja que deberíamos primero surfear Cadjou, la izquierda con mucha agua que vi hace un rato. Nuestro primer baño en Cadjou es bastante mediocre: no paramos de comer las series mientras intentamos coger las olas medianas, que son las que ofrecen un buen recorrido, rápido y con espacio para un par de giros, antes del cerrote final. Tras cruzarnos con un par de tortugas en el pico, y pillar dos o tres olas buenas, decidimos que el mar está demasiado grande para que la ola funcione correctamente.

¡Pero el baño de la tarde en Tchirà es exactamente lo que yo andaba buscando! Olas perfectas de 1 metro pasado, con una primera sección hueca seguida de un muro largo perfecto para pegar giros y más giros. El agua es transparente y está relativamente caliente. El sol luce sin parar y Kabongo, Paul y Tchà, los tres surfistas locales, los mejores compañeros de sesión que podía haber encontrado.


(Tchà en acción en Tchirà)


Los 5 días siguientes se confunden en mi mente cuando escribo estas líneas, pues se repiten con una deliciosa monotonía: 3 o 4 baños al día, principalmente en Tchirà y Cadjou, con la excepción de una sesión, tratando de evitar los cerrotes y buscando algún tubo, en Ponta Brava. Entre baño y baño, buscamos la sombra de los arbustos, comemos plátanos y chupamos caña de azúcar, sacándonos las púas de los erizos de las plantas de los pies los unos a otros y hablando (ellos hablan más creole que portugués, pero con un poco de esfuerzo logramos entendernos) de lo humano y de lo divino.

(Ponta Brava. El nombre lo dice todo)


(Kabongo en Tchirà)


Mis 3 compañeros están sedientos de información sobre lo que ocurre, surfísticamente hablando, más allá del perímetro de su isla. Solo poseen lo que otros surfistas de paso les han dado, y no es mucho. Me doy cuenta que Kabongo no se pone lo que le queda de un viejo bañador de una marca de surf muy conocida cuando va al agua, si no que utiliza unos boxers viejos, utilizando los otros para presumir por el pueblo. Sus tablas están hechas polvo, llenas de toques mal reparados y amarillas, pero sin precio para ellos. No ven a muchos surfistas de paso: un par de franceses, algunos portugueses y brasileños, y algún yanqui de los Peace Corps. Para ellos es un evento nada desdeñable el poder surfear con un “extranjero”, y más cuando saben que significa la posibilidad de que deje atrás algo de material. Lo que les falta en habilidad, lo suplen con creces en generosidad (se prestan las tablas los unos a los otros) y amabilidad. Mis escasas habilidades en lengua portuguesa son suficientes para ganarme un puesto en el “team”, y me tratan como uno más. Estos chavales podrían dar clases de lo que es el espíritu del surf a gente de muchas otras orillas, donde parece que lo sepamos todo acerca del surf. Eso sí, con el paso del tiempo se han dado cuenta que no todo el mundo es igual: por ejemplo, recuerdan muy bien la visita de una revista portuguesa el invierno anterior, con un par de pros de ese país y un fotógrafo, por que a pesar de estar cargados hasta las cejas con material de surf y estar esponsorizados, y a pesar de que los chavales les enseñaron e informaron cada día de las mejores olas según la marea, al largarse no les regalaron ni siquiera una pastilla de parafina. El hecho de que, unos meses más tarde, la revista les mandó un ejemplar del número con el reportaje en cuestión, donde aparecían fotos de Tchá surfeando en Cadjou, no les ha hecho borrar el mal sabor de boca.

Es mi último fin de semana y el mar ha bajado mucho: medio metro escaso, lo cual es una lástima por que el Campeonato de Surf y Bodyboard de Cabo Verde (que a pesar del nombre, no es más que una reunión de amigos) se lleva a cabo en “nuestros” picos. Se espera la presencia de surfistas y corcheros de todas las islas. A mi gran sorpresa, son gente de Praia y Mindelo (las dos ciudades principales del archipiélago) los organizadores, que ni siquiera se lo comentaron a los chavales del pueblo. A pesar de ello, estos están muy motivados para medirse a la peña de la ciudad, deseando que las olas sean grandes y potentes. Pero no es así; la competición se desarrolla en medio metro justito que rompe en poca agua encima de rocas muy afiladas. Compiten unos 20 corcheros y solamente 8 surfistas. Los jueces son todos de la ciudad y algunas decisiones son sospechosas, siempre en contra de los chavales del pueblo. Únicamente Paul llega a la final, en la que acaba 3º. Pero la alegría es grande y lo festejamos por todo lo alto: ¡Si en estas condiciones, en las que ninguno de ellos normalmente surfea, Paul ha sido 3º, qué hubiera pasado con olas grandes y potentes en Ponta Brava!

(Público durante el campeonato. Es lo que los anglosajones llamarían un low key contest)

“Cabo Verde ê um arv’ frondoso
Sumnho’d na mei d’Atlantico
Sês rama espaiode
Na mund inter
Cada folha ê um fidjo querid’
Partí pa longe pa ventura’
Pa’ um futur mas feliz e dignidade
Nôs gent ê um povo unid
Na paz e morabeza
Cabo Verde nos cantinho querido
Berço de amor e sodade
Paraíso di Atlántico”

“Paradiso di Atlántico”. Letra de Manuel de Novas, interpretada por CESARIA EVORA en “Café Atlántico”
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EPILOGO
Todo eso ocurrió durante el mes de Enero del 2001. No he vuelto a pisar suelo caboverdiano desde entonces, aunque algunos meses más tarde vi fotos de Kabongo, Paul y Tchà en una revista francesa. Gracias a Dios, no nombraban ni la isla. Un día volveré a ese lugar, sabiendo que este no será tan agradable, ni tan solitario y que habrá mucha más gente en el agua.
Básicamente, no será tan… perfecto.
Espero que para entonces habré estado en muchos otros sitios con buenas olas, donde los locales, igual que Kabongo, Paul y Tchà, saben que la esencia del surf no radica en “tener” (una tabla del mejor shaper, ropa de las marcas adecuadas, el último traje, un 4x4 de lujo…) si no en “ser”.


(De izquierda a derecha: Kabongo, Paul y Tchà)


Niegà (2006)

*Como en la gran mayoría de países del África, el transporte público es vital. En Cabo Verde este consiste en una red de microbuses (colectivos), casi todos del modelo Hiace de Toyota, por lo que la gente se refiere a esa modalidad de transporte como Hiace (pronunciado "jaiass"), sean de la marca que sean.

miércoles, 13 de junio de 2007

Kookocracy

Interesantísimo (desde mi punto de vista) artículo de Nick Carroll en la revista Surfing de Junio (ya sé que la revista salío hace tiempo, y que incluso la de Julio se encuentra ya por nuestras costas, pero voy retrasado). Nick Carroll es el hermano de Tom Carroll (australiano dos veces campeón del mundo de la ASP en los 80, y uno de los mejores surfistas en Pipeline en toda la historia. Por si alguien no ha oído hablar de él). Nick es periodista de surf desde hace muchos años y también un buen surfista. Suele escribir para la Surfing.

El artículo en cuestión se llama Modern Times y habla del el cambio que el surf está sufriendo y cómo puede estar a punto de entrar en regresión.

En breve dice lo siguiente:
Una cultura (la del surf) que durante tiempo se ha regido por la superstición, el tribalismo, el localismo, la admiración hacia el océano y los poderes mágicos y casi súper humanos de los mejores surfistas y los mejores shapers está cambiando hacia una cultura gobernada desde los niveles de habilidad más bajos y mediocres a través del poder del dinero. De ahí el nombre de kookocracy: de kook, en argot americano surfista primerizo, “primaveras” o “membrillo”; y cracy ,o cracia en castellano, gobierno en griego (cratos) .

La kookocracy es el resultado directo de la explosión del número de surfistas que ha habido en la última década (beginner boom), y cómo esta ha moldeado la industria del surf acorde con sus necesidades. Ser un begginer boom significa adentrarse en el mundo del surf de una manera que hasta entonces nunca se había dado: a través de escuelas de surf, de forma fácil y poco traumática. Pero además, el beginner boomer empieza a practicar el surf exigiendo: tablas que no se rompan, sin localismo y sobretodo, que se parezca a todo los clichés que han visto: sexy, molón, medio-hippie, retro irónico, lleno de espiritualismo …y accesible.

Y como el dinero manda, la industria del surf se ha tenido que adaptar puesto que estos beginner boomers son una gran mayoría: de ahí han salido tablas tupperware mucho más resistentes, escuelas y entrenadores privados, documentales para pantalla grande, webs, coches en la onda surf, retro-surf arte, objetos de colección, fundas resistentes al agua para i-pods, etc., etc..

Esto provoca que hoy en día haya una distancia enorme entre la imagen que el surf proyecta a la sociedad y la realidad de la práctica del surf para el común de los mortales.

Pero esto se está acabando: desde el 2002 que el número de escuelas de surf en los USA se ha estancado y no se aprecia un aumento significativo en el número de tablas que se venden. Los beginner boomers se están dando cuenta que el surf no es tan fácil como parece: que por muchas escuelas de surf a las que vayan, seguirán sufriendo cada vez que aparece una serie más grande de lo normal, seguirán siendo repudiados cuando vayan a una playa que no es a la que acostumbran ir, se seguirán cortando con el arrecife si fallan su take-off en G-land. En definitiva, se darán cuenta de la distancia entre la imagen de surf que habían percibido y su realidad. Y ante todas estas dificultades, el agua fría, los periodos de plato, la competitividad en el agua, etc.… durante los próximos 5 años muchos de estos beginner boomers van a dejar el surf.

Según Nick es un proceso cíclico. Hubo un boom a causa de Gidget, los Beach Boys y la producción en masa de tablas en los 60, seguido de una crisis a finales de los 60 y principios de los 70. Luego a finales de los 80 hubo otro boom a causa del efecto “fluo”, que terminó en 1991. Pero esos dos periodos de crisis aportaron al surf algunas de las mejores cosas que ha tenido. En los 70 las tablas cambiaron de forma y tamaño radicalmente, se sembró lo que hoy en día es el circuito profesional y algunas de las mejores olas fueron conquistadas. Durante la crisis post-1991 salió una nueva generación de surfistas que elevaron el nivel hasta límites insospechados, se crearon campeonatos especiales (air-shows), se inventó el tow-in, etc…

Acaba Nick diciendo que no sabe que aportará al surf la crisis que habrá durante los próximos años, una vez la kookocracy se acabe y, la industria del surf se encoja una vez más.

Teniendo en cuenta que el artículo se refiere casi-exclusivamente a los USA, y que lo que pasa ahí acostumbra a llegar a Europa (en mayor o menor medida) 2 o 3 años más tarde, ¿qué opináis vosotros?

¿Esta moda del surf se va a acabar de pronto y pasaremos tiempos de crisis económica …pero de auge creativo y de valores?

¿O no va a haber tal parón, ni tan solo una desaceleración, y simplemente llegará a un momento de crecimiento muy bajo …pero sostenido?
Movéis ficha... si queréis.

domingo, 10 de junio de 2007

Donosti Surf Film Festibal

Acto 1

Miércoles 6 de Junio, en la Capilla, local emblemático de la C/ San Jerónimo del barrio viejo de Donosti. Inauguración de la exposición Way of the bird, libro editado por Andrew Kidman y Andy Davis.

Ya conocía el libro, pues lo había comprado por internet hace año y pico para regalarlo a una amiga, pero me interesaba ver la exposición, donde salían bocetos de algunos de los dibujos y, de paso, conocer a Andrew Kidman.

Y… ¿Quién es Andrew Kidman?

Andrew Kidman es un surfista, escritor, cineasta, cantante, compositor y shaper australiano. Es relativamente joven (40 y pocos a lo sumo) y la verdad es que su carrera no es que haya sido fulgurante, si no más bien que empezó muy joven. Podéis ver la totalidad de sus trabajos aquí. Era un surfista júnior prometedor en Australia, pero muy pronto se cansó de la competición y como tenía “inquietudes”, empezó a trabajar para la revista australiana Waves.

(Pequeño inciso: Waves es la revista glossy editada por Tracks. Hasta hace unos pocos años, Tracks tenía formato y papel de periódico, aunque era mensual. Hoy en día Tracks tiene formato de revista. Durante esa misma época, los mismos de Tracks publicaban una revista de surf llamada Waves, que competía directamente con Australia’s Surfing Life, la gran revista de surf australiana. Aunque muchos añoramos la época en que Tracks tenía formato de periódico, hoy en día sigue siendo una de las mejores revistas de surf que hay.)

A mediados de los 90, Andrew se cansó de escribir para una revista tan “generalista” de surf como Waves y creó un proyecto: The Val Dusty Experiment. En este proyecto le acompañaban Jon Frank entre otros, que en aquella época era un fotógrafo de surf prometedor y ahora es uno de los cineastas más cotizados (y si no, ved el excelente dvd Mick, Myself & Eugene de Rip Curl). El proyecto giraba en torno a la realización de una película, la aclamada Litmus, junto con la realización de una revista del mismo nombre (con un único ejemplar) así como la composición y grabación de todas las canciones que componen su banda sonora. Litmus fue un éxito underground y supuso una bocanada de aire fresco a la industria cinematográfica del surf de aquella época, dominada por Taylor Steele, y que consistía en mostrar cortes de imágenes de maniobras radicales a ritmo de música (por llamarla de alguna manera) punk de mala calidad. Litmus es una oda al amor por el surf como forma de expresión artística, no como deporte, y reunió a una serie de personajes que habían quedado en una cierta oscuridad durante años, como Wayne Lynch, Derek Hynd o Terry Fitzgerald. Así mismo, en Litmus se ven imágenes de Tom Curren surfeando con un fish muy retro en un Jeffrey’s Bay pequeño. Podemos decir que Litmus, junto con Tom Curren y los vídeos de …Lost, fueron los que motivaron que ahora, en cualquier playa, surfear con un fish sea lo más normal del mundo.

Vida y milagros de Andrew Kidman en una tira de cómic realizada por el ilustrador Sutho, que durante años hizo la tira sobre las hazañas de un surfista llamado Gonad en la revista Waves. Sacada de una artículo que hicieron sobre Andrew Kidman en The Surfer's Journal.

Después de Litmus, Andrew Kidman empezó a tomarse más en serio su carrera de cantante y compositor y a shapear. También empezó a escribir artículos excelentes que, mayoritariamente han visto la luz en revistas como The Surfer’s Journal o Surfer’s Path. Su segundo opus cinematográfico ha sido Glass Love, donde rinde homenaje a los shapers de la vieja escuela (Skip Fryre, Pat Curren…) y profundiza en la relación entre el surfer y el shaper (impresionante la 1ª ola que Tom Curren coge con la tabla que su padre había shapeado para su hermano Joe) y entre el surfer y sus tablas; y como diferentes modelos de tablas pueden ser los más adecuados para diferentes condiciones y tipos de surfistas.

Vi a Andrew Kidman tocar (con los Val Dusty Experiment) en Diciembre de 1996, en la playa de Manly, en Sidney. Era dentro del marco del Clean Water Day, un acto reivindicativo para pedir mayor depuración de as aguas residuales al mar. La verdad es que parecía que estaban ligeramente ebrios, pero no les faltaba energía. Aún guardo la camiseta del acto (creo que es de los pocos recuerdos materiales que tengo de mis casi 2 años de estancia en Australia).

Gráfico de la camiseta del Ocean Care Day de Manly - Sidney- el 01/12/1996.

La exposición en sí no está mal. Quizá hay menos dibujos de los que me hubiera gustado, pero la idea de editar el libro en castellano y euskera me parece muy buena. El libro bien lo vale y aunque orientado a un público infatil/juvenil, su mensaje es lo suficientemente universal para que todos los surfistas (y aspirantes a) lo lean.

Portada de la edición española de Way of the Bird

Estos días se está vendiendo en varias librerías y surfshops de Donosti, pero desconozco si también se distribuirá a nivel nacional. Si lo veis, no dudéis en comprarlo.

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Acto 2

Jueves 7 de Junio, en el Aquarium, y en la misma sala donde un año atrás yo estaba presentando la labor de la A.C.S. y su lucha para salvar las olas de la Barceloneta, asisto al acto de inauguración de la 5ª edición de este Festibal.

El programa promete mucho: Surf limpio: industria del surf y sostenibilidad. Como ponentes tenemos a Josh Berry de Save the waves, y cuya experiencia ya narré brevemente aquí, un representante de Surfrider Foundation Europe y otro de Eurosima (asociación de la industria del surf europea), Alex Dick-Read (editor de la excelente revista Surfer’s Path), Tony Butt (oceanógrafo, tamañero y miembro de Surfers Against the Sewage) y Christopher Cutri (realizador del excelente documental sobre la industria del surf Riding the Wave).


View from the Greenroom, producida por Surfers Against Sewage, no fue emitida. Desconozco la razón.

El público estaba compuesto casi exclusivamente por integrantes de la industria del surf y afines, aunque eché de menos al grueso de los directivos de la industria del surf del otro lado de los Pirineos y cuyas oficinas centrales están a menos de 1 hora en coche.

Para empezar miramos 3 cortos: El excelente Ta luego, majo de Jim Box, que no dejó de recordarme una de las primeras entradas que puse en este blog. El también muy bueno Riding the wave, de Christiopher Cutri y el no menos bueno Pulp, Poo and Perfection: a green surfing story, de Josh Berry.

Y luego empezó el desastre: Del tema central de la charla (industria del surf y sostenibilidad) se habló muy poco. Se empezó hablando de porqué surfea cada persona, de si las grandes marcas del surf se aprovechan del surf para hacer dinero sin cuidar sus raíces o no y al final se lanzaron acusaciones sobre lo que hacía o había hecho tal o tal marca. Un caos y, lo peor de todo, que no aportó nada.

Brevemente, este es mi análisis:
1) Faltaba más asistencia por parte de las grandes marcas que están del otro lado de la frontera. No es culpa de los organizadores, pero habría que insistir, pues ahí es donde se encuentra la parte más importante de la industria surfera europea. De poco sirve meterle una bronca al pobre representante de una marca que poco tiene que decir en su caso al respecto de la política de sostenibilidad de su marca.
2) La industria del surf ya no necesita broncas. Necesita soluciones. Y para ello hay que traer a especialistas que ya estén trabajando en estas soluciones: marcas como La Piste, proyectos como The Eden Project, revistas como Drift o Surfer’s Path.
3) Sinceramente, me sobraban el representante del Eurosima, que apenas habló y el de Surfrider Foundation Europe, cuya organización me parece muy anticuada y limitada a su zona de influencia más inmediata. Creo que debería simplemente llamarse Surfrider Foundation Hossegor – Biarritz – Guethary.
4) El documental Riding the wave es muy bueno, pero hizo que se empezara el coloquio con el pie cambiado, y hablando de la legitimidad o no de la industria del surf y de su alejamiento de los orígenes. Es un tema muy válido y muy bueno, pero que no tenía nada que ver con la sostenibilidad.
5) Curiosamente, entre el público había dos chavales que están trabajando en un proyecto llamado TX Foam, un foam ecológico. Hubieran tenido que estar en la mesa y no entre el público. Teneís su foto en el excelentísimo blog del fotógrafo Pacotwo.
6) En ningún momento se definió ¿qué (o quién) es la industria del surf? ¿Vamos a poner en el mismo saco a Forum o Decathlon que una pequeña tienda de pueblo que sólo abre los meses de verano? ¿Y las escuelas de surf? ¿Comparamos el gigante Cobra o Bic, que producen miles de tablas al año, con los talleres pequeños que pululan por nuestras costas y que apenas llegan a medio centenar?
7) Está muy bien criticar la industria del surf (sea lo que sea ésta), pero no nos olvidemos que si los únicos problemas medio ambientales que hay en el mundo fueran los causados por la industria del surf, ni siquiera habríamos oído la palabra “sostenibilidad” todavía. Conviene no perder esto de vista, especialmente cuando los problema que Josh Berry tiene en Chile para salvar algunas olas no venen por la industria, si no por empresas papeleras.
8) ¿Y de las tiendas de surf? No habla nadie. No ya tiendas como Decathlon, Forum o El Corte Inglés (venden ropa de surf, ergo forman parte del comercio surf), si no de las surf shops de toda la vida. En 1996 entré en la tienda de Patagonia en Sydney (Australia) y me compré una camiseta (que todavía guardo). Cuando fui a pagar me preguntaron si quería una bolsa (que eran de papel reciclado). Les dije que no me hacía falta, y automáticamente me descontaron algo del precio de la camiseta. La cantidad era simbólica (un 1% quizá), pero hace 10 años ya estaban haciendo algo que a día de hoy todavía no he visto en ninguna tienda de surf europea.

En definitiva, creo que la idea de tener una mesa/conferencia como esta es EXCELENTE. Felicito a los organizadores del Festibal y espero que sea una cosa que se repita en cada edición futura, pero la ejecución de la idea dejó mucho que desear. La industria quiere escuchar soluciones concretas para mejorar su sostenibilidad y disminuir su impacto medio-ambiental. Esta podría ser una oportunidad para presentar proyectos innovadores en esta línea y que los demás pudiéramos aprender, ver ejemplos, hacer preguntas, etc..

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Acto 3

Viernes 8 de Junio, en el Teatro Principal de Donosti, sesión de las 20h15. De la programación de hoy, me apetece ver One California Day. Es de los mismos autores de Single Fin Yellow, y está patrocinada por Op. Esto se nota puesto que Joel Tudor y Joe Curren (el hermando pequeño de Tom), ambos riders de OP, salen bastante. Se nota que la peli ha sido grabada a lo largo de varios meses, puesto que Joe Curren ahora está con otro patrocinador (Redsand) y Op ha sido vendida a otra empresa.

Según nos cuenta Sancho, uno de los organizadores, es el estreno mundial, puesto que el estreno oficial en California se hace de aquí a unos días.


Es muy tablonera y retro. Las imágenes de surf son muy bellas y se nota que han esperado a tener días clásicos en Big Rock, Malibú, Sandspit o Rincón (entre otros lugares) para grabarla. La edición es buena y también el sonido. Aparece, como no, el inefable Devon Howard que, a lo tonto a lo tonto, va a acabar siendo una surfstar. El único pero es que al final se hace un pelín larga. Seguramente las imágenes de Tyler Hatzikian acudiendo al acto en memoria de Dave Velzy fueron añadidas en el último momento, con el resto de la película ya editada.

A destacar:
La sesión de Joel Tudor en Big Rock (izquierda tubera) con su fish y luego sus imágenes compitiendo en jiu-jitsu.
Las contraolas que se producen en Sandspit y como Tom Curren sigue “estando ahí”.

Una curiosidad: hace no muchos años, un conocido shaper catalán iba repartiendo estampitas que él mismo había diseñado y producido sobre la Iglesia de San Miguelito Dora. En una edición del Longboard Festival de Biarritz, cuando estaba vagando por las calles, se encontró a Joel Tudor y le regaló una de estas estampitas. Pues bien, Joel Tudor tiene esa estampita en un lugar preeminente de su casa, pues cuando le entrevistan, se puede ver la estampita en una pared.

Después de cenar, decidimos pasarnos por el Doka (Donostiako Café Antzokia), pues actúa Andrew Kidman. Le saludos y le enseño la camiseta cuya foto sale más arriba. Flipa, no sólo por que recuerda perfectamente que aquél día tocaron borrachos, si no porque él mismo había diseñado la camiseta del acto y ya no tenía ningún archivo al respecto ni ninguna muestra. Me pide hacer unas fotos para guardar una muestra de su trabajo y, obviamente, accedo.

La actuación es un poco triste: es difícil que un tío y una guitarra acústica se hagan oír en un bar de copas donde solo un 10% de los asistentes saben de que va el tema. Aún así nos regala bellos momentos de su último disco. Pero hubiera sido mucho mejor que actuase en una sala especialmente acondicionada para la ocasión.
Discografía completa de Andrew Kidman

Después de su actuación, hablo un rato con él, Alex Dick-Read (Surfer’s Path) y Josh Barry. Todos estamos de acuerdo en que ayer se perdió una oportunidad en la conferencia y que hubo muchos errores de forma, pero también que la idea es excelente y que hay que conseguir que se repita. También coincidimos en que Surfrider Foundation Europe podría hacer mucho más, y mucho mejor, que lo que está haciendo (¡¡Menos mal que encuentro a alguien que opina como yo en este aspecto. Empezaba a pensar que era un cascarrabias sin razón!!). Les cuento mi experiencia personal de cuando mi etapa en la A.C.S. y mis conversaciones con Surfrider Europe y la gran desilusión que me llevé. Alex se interesa por el tema de la Barceloneta, del que había oído, y me acaba pidiendo un artículo de 1.500 palabras para Surfer's Path. Accedo gustosísimamente. ¡¡Qué mejor que una de las dos únicas revistas de surf a las que estoy suscrito, y una de las que más respeto, me pida un artículo!! Me voy a la cama ilusionado.

Lo triste es que a pesar de haber sido colaborador de la Surfer Rule entre 1991 y 1996, esta (ni tampoco las demás revistas españolas) nunca me hayan pedido un artículo similar (ni a mí ni a nadie) y simplemente hayan reproducido las notas de prensa que les mandábamos desde la A.C.S.. Parece que la Barceloneta interesa más a una revista inglesa/americana que a las revistas españolas. ¿¿Quizá al final sí tenía yo razón??

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Acto 4

Sábado 8 de Junio, en el Teatro Principal de Donosti, sesión de las 20h15 otra vez. Y es que es la noche de gala. Dos cortos “locales” que prometen mucho: Gure North Shore TV y Linburlesque, donde veremos algunas de las mayores olas surfeadas en estos dos últimos inviernos en la costa cantábrica. Axi, Ibon y muchos más están presentes, así como una numerosa peña de Zarautz. También corrían por ahí los fotógrafos Pacotwo y Víctor Gonzalez.

Y también tenemos al único “sultan of speed” entre el público: Terry Fitzgerald, ex-pro sufer (imbatible en su época en Sunset y Jeffreys Bay) y shaper y fundador de Hot Buttered. La razón es que después de los cortos, asistiremos a la proyección de Hot Buttered Soul (con banda sonora de Andrew Kidman entre otros).

Gure North Shore TV y Linburlesque estuvieron bien, pero perdieron al ser vistos después de un corto del que no esperaba mucho: Podsurftv. Y en concreto, después de ver la sesión de unos locos en Shipstern’s Bluff (Tasmania) en tow-in entrando en tubos enormes y mutantes con un cocodrilo hinchable en memoria al desaparecido Steve Irving. No se trata de las olas ni del nivel de surf exhibido por la peña de tamañeros que entra en Playa Gris, Roca Puta y demás; se trata de la grabación en sí.

Está claro que muchas veces no tenemos sol y buena luz cuando entran estos maretones de invierno, y que el hecho que las olas se encuentren al pie de acantilados hace que las tomas (desde arriba) no muestren toda la radicalidad de cada ola. Y que las tomas se hagan desde lejos tampoco ayuda. Y que los han hecho las grabaciones no son profesionales con unos medios alucinantes, aunque desde luego tienen muchas ganas y coraje. En fin, una lástima porque visualmente el espectáulo desluce un poco.

A destacar: las imágenes de Ibon Amatriain y Mikel Agote en la cala de Agiti. Daba miedo incluso estando cómodamente sentado en una butaca del cine.

Y después Hot Buttered Soul. Es un homenaje a la mítica marca de tablas de Terry Fitzgerald, que cumple 35 años desde sus locales de North Narrabeen, cuna de los mejores surfistas de Sydney. Muchas imágenes vintage del Sultan of Speed en plena acción, seguidas de Derek Hynd, Simon Anderson y Wayne Lynch, los primeros team riders. Luego la época de finales de los 80 y principios de los 90, cuando el team lo conformaban Simon Law (uno de los mejores switch-footed surfers de toda la historia, que se atrevía a tirarse en tubazos de Pipe con el pie cambiado), Vetea David y Matt Catle y sesiones varias en Indo (una mítica en PeriscopesSumbawa) y la costa este Australiana. Más tarde con Guilherme Herdy y los hijos de Terry: Joel y Kyle Fitzgerald en tiempos modernos. Para acabar con imágenes de toda la familia (excepto el hijo menor Liam, fallecido en el 2004 y a quién se rinde tributo) durante un viaje reciente a Jeffrey's Bay, donde se dedicaron a surfear versiones de single fins setenteros y se dieron cuenta que lo que funcionaba entonces, sigue haciéndolo ahora.

Cartel de Hot Buttered Soul.

Desde luego no era la peli ideal para ver después de las dosis de adrenalina de los cortos que la precedieron. También necesitaba una voz en off (o hilo conductor) que explicase quién es/era Terry Fitzgerald y qué ha representado Hot Buttered en Australia durante tantos años. Creo que a todos se nos hizo un poco larga al final. De todas formas, y para aquellos que se hayan quedado con ganas de más, aquí lo explican.

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Acto 5

Mi casa, en Donosti. Pensaba ir a ver Invasion from planet c
a las 18h30, pero me quedé dormido en casa. Lástima pues promete mucho y sobretodo, es muy diferente a todo lo que se ha hecho hasta ahora. Será en otra ocasión.

La 5ª edición del Suf Film Festibal se acabó. Bueno, me quedan por ver un par de exposiciones de fotos, una de Willy Uribe en la tienda Soul (C/ Mayor 12) y otra de Gari Garaialde en Urban House, en el Kursaal.

Ha estado bien y creo que ha dado un paso adelante respecto a la última edición muy importante. La presencia de todos los personajes antes mencionados creo que así lo demuestra. Es de esperar que al año que viene se repitan los éxitos y se aprenda de los errores. Un ZORIONAK enorme a Sancho y compañía por su trabajo, ganas, dedicación, esfuerzo, profesionalidad y mantener los pies en el suelo y la cabeza encima de los hombros.

Eso sí, por segundo año consecutivo, el Surf Film Festibal coincide con un platazo enorme y eso duele; por que después de estar viendo y respirando surf de forma tan intensa durante 3 o 4 días, no poder pegarte un miserable baño es muy frustrante. Incluso el Campeonato de la A.C.L. (¿o eso era un festival?) de la Zurriola se ha suspendido en cuartos. Lástima.