viernes, 25 de octubre de 2019

Primeras imágenes de surf del Wavegarden Cove de Bristol

Pues eso, recién salidas del horno. Olas cada 8 segundos, más grandes y más largas, con formas y tamaños diferentes. Abren al público mañana sábado.


European Surfers Test the World's First Public Wavegarden Cove, The Wave in Bristol, England from wavegarden on Vimeo.

Surf, violencia y marihuana en el Norte de California

Por qué podar marihuana en Humboldt para financiar un viaje de surf puede no ser una idea tan buena como parece

El lado oscuro de intentar ganar pasta rápida

Por Jed Smith para la revista Surfer Magazine (clicka aquí para el original en inglés)

El condado de Humboldt, que se encuentra a unos 480 kilómetros al norte de San Francisco, en el norte de California, es conocido entre los surfistas principalmente por cuatro cosas: está cerca de un puñado de olas razonablemente buenas y con muy poca gente, es una zona muy rural, el terreno es montañoso y, por supuesto, es una de las zonas de mayor cultivo de cannabis de todo Estados Unidos. Todo ello ha atraído a bastantes surfistas, a lo largo de los años, que buscan la manera de hacer pasta rápidamente trabajando en algunas de las muchas granjas de marihuana.

Desde los años 60 hippies, surfistas y otras personas que viven al margen de la sociedad han ido trasladándose a esa zona para hacer pasta podando marihuana. Si no sabes mucho sobre el negocio de la marihuana, trabajar podándola, aparentemente, puede ser bastante lucrativo y es un trabajo que ha financiado muchos viajes de surf y, se rumorea, alguna que otra campaña en el WQS. Diez mil dólares al mes en metálico, toda la maría que te puedas fumar (mientras trabajas), varias olas de agua fría muy cerca y la oportunidad de vivir fuera del sistema pueden ser una combinación de factores muy atractiva para ciertas personas.

Pero a lo largo de la última década, algunas zonas del condado de Humboldt se han vuelto peligrosas para surfistas nómadas en busca de pasta rápida para financiar sus viajes. Seguramente habrás visto el documental de Netflix titulado “Murder Mountain”. Cuenta la historia de un surfista de San Diego llamado Garret Rodrigues, uno de los muchos surfistas que peregrinaba al norte para la temporada de la poda. En 2013, cuando no llevaba ni seis meses de los 2 años que pensaba pasarse en Humboldt podando marihuana, Rodrigues fue asesinado. Cuando su padre contrató a un detective privado para que estudiara su caso, se descubrió que había habido una docena más de casos de personas asesinadas o desparecidas en la zona.

La serie narra la tensión entre el mercado ilegal tradicional de la zona y la transición hacia la legalización, concentrándose en una zona llamada “Murder Mountain” especialmente peligrosa y con gran concentración de actividades ilegales.

Cuando estaba en Bali hace unos años conocí a una surfista del Sur de California, a la que llamaré Roxanne, que vivió en primera persona el cambio drástico que esa zona está sufriendo. Es una de los muchos surfistas hawaianos y californianos que conocí en Indonesia que en aquella época acumulaban grandes sumas de dinero podando en las plantaciones –entonces- ilegales de California para financiar sus surfaris por todo el mundo.

“Era alucinante; cultivabas tu propia comida, cogías agua del arroyo, no tenías líneas eléctricas alrededor tuyo ni tráfico”, recuerda Roxanne, que admitió que ganaba unos 10.000 USD/mes por aquella época. "Podía permitirme viajar por todo el mundo porque ganaba mucha pasta podando en un mes.”

Cuando Roxanne y su novio Kevin llegaron a Humboldt por primera vez, la mayoría de podadores eran surfistas, “Burners” (fans del festival Burning Man) y gente por el estilo.

“Vivíamos de forma totalmente ecológica,” añadió Kevin. “Estás totalmente al margen de la sociedad y en plena libertad. Tienes una comunión total con la naturaleza y sí, encima ganas mucha pasta.”

Irónicamente todo eso cambió con la legalización de la marihuana en los EE.UU., y los impuestos que ha aplicado el gobierno, que han obligado a muchas pequeñas granjas que crearon esta industria a vender y mudarse a otro lugar. 

“Ahora mismo los permisos que necesitas para cultivar marihuana legalmente cuestan más de 80.000 USD,” afirma Roxanne. “La mayoría de la gente no tiene ese dinero porque son pequeños productores que apenas ganan lo suficiente para sobrevivir.”

Y cuando los pequeños productores se fueron, continua Roxanne, la presencia de grandes producciones en manos del crimen organizado se hizo más pronunciada.

“Ibas al colmado y de un vistazo te dabas cuenta de quien era un miembro de la mafia rusa con su chándal Adidas, sus cadenas y sus mierdas,” afirma Roxanne.” Y también de quien era de la mafia mexicana. Los colmados son lugares pequeños… y ahí te encuentras a todo el mundo del pueblo, que en realidad no son más que dos calles.”

Luego llegaron los “trimmigrants” (juego de palabras compuesto de “trim” –podar-, e “immigrant” –inmigrante-), mochileros ingenuos europeos y de otras partes del mundo en busca de aventuras y pasta rápida. Rápidamente empezaron a multiplicarse los casos de personas desaparecidas.

“Se ha convertido en un problema muy grande,” afirma Roxanne. “Todos estos extranjeros aparecen en los pueblos con carteles o simplemente te abordan en el colmado. Una vez estaba cargando la compra en mi coche y unas chicas francesas intentaron colarse dentro al grito de ‘Llévanos a un sitio donde haya curro’. Les solté ‘¡Qué hostias! ¡Si no os conozco de nada!’ Hablé con muchos y a todos les decía, ‘este no es un sitio seguro, no deberíais subiros al coche de un desconocido que no sabéis dónde os llevará por un monte perdido donde ni siquiera hay cobertura telefónica.”

Las historias de asesinatos, robos y desapariciones han proliferado en estos últimos años, aunque los culpables a veces son quien menos te los esperas. “Una de las últimas historias que oí antes de que nos fuéramos fue la de un hombre que bajó al pueblo, cogió a tres inmigrantes y se los llevó a su plantación,” cuenta Kevin. “Al cabo de un par de meses le mataron y se largaron con toda su producción.”

Lo malo de esas oportunidades, que a veces parecen tan buenas que son difíciles de creer, es que muy a menudo acaban siéndolo. Ganar pasta gansa podando maría, viendo cerca de olas buenas con poca gente, tener mucha pasta y libertad para viajar por todo el mundo buscando olas durante gran parte del año… a muchos surfistas este escenario les parece muy tentador. Pero está claro que todos aquellos que ven eso como una oportunidad para su próximo surftrip deberían considerar el lado oscuro de la misma antes de lanzarse a por ella.


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He traducido este artículo de Jed Smith para la revista Surfer pues, cuando lo leí hace un par de días, inmediatamente me trajo a la memoria la lectura de The Dogs of Winter, novela de Kem Nunn, que se desarrolla también en el condado de Humboldt alrededor de la visita de un fotógrafo de surf que ya está en las últimas, un spot de olas grandes que rompe muy raramente, una vieja gloria del surf que huye de los focos y vive en la zona y todo ello con grandes dosis de violencia y tensión. De las tres novelas de Kem Nunn que he leído (las otras dos son Tapping The Source y Tijuana Straits), esta fue la que más me marcó. Seguramente de lo mejor que he leído de novela negra con un trasfondo de surf;  totalmente recomendable.


lunes, 21 de octubre de 2019

Coffee & sushi - Surfer Dude entrevista a Maya Gabeira

Matthew McConaughey, que encabezó el reparto de la peli Surfer Dude, entrevista a la charger brasileña Maya Gabeira en un spot para la marca de bourbon Wild Turkey.

La verdad es que la entrevista es muy interesante y reveladora sobre la personalidad y motivaciones de Maya a a la hora de abrirse paso en ese mundo tan exclusivo de surfistas de olas grandes. Desgraciadamente solo está disponible en la lengua de Shakespeare, pero por poco que tengáis nociones de la misma vale la pena escucharla.







jueves, 17 de octubre de 2019

Delfines

Uno de mis mejores baños de este verano pasado en las Landas fue un día al amanecer, en el que durante varios minutos un grupo de delfines estuvo jugando bastante cerca de nosotros. Eso me trajo recuerdos de unos de mis primeros baños en Western Australia, allá por el año 1996, donde Paul (un amigo que residía allí) me llevó a una pequeña playa llamada Windmills y disfrutamos de un baño rodeados de vida marina, especialmente de delfines, que jugaron con las olas y con nosotros un buen rato.


Winter Weekends - Western Australia from Alasdair Evans on Vimeo.