martes, 31 de marzo de 2020

Un Surfista en Busca del Paraíso

Iñigo Urdinaga es el pseudónimo de Iñigo Fernández Ostolaza, más conocido como Tapa en Orio o Bluey en Nueva Zelanda. Tapa es nativo de Orio, ese pueblo a medio camino entre Donosti y Zarautz donde otrora rompía una excelente ola que el Putomuro se encargó de destrozar. 

Tapa surfea muchísimo mejor que la gran mayoría de surfistas que pululamos por este blog, y aunque no ha vivido ni vive del surf, eso no quita que surfear se haya convertido en una parte fundamental de su vida. A sus 45 tacos sigue pasando 3 meses al año en algún paraíso lejano, y según un buen amigo que coincidió con él en el agua un día en que Mundaka estaba medio desfasado, es un charger. 



Iñigo, o Tapa, ha escrito el mejor libro en castellano sobre el surf que nunca he tenido el placer de leer: Un Surfista en Busca del Paraíso. Originalmente publicado en euskera (y traducido ahora al castellano por él mismo), Un Surfista en Busca del Paraíso narra su propia historia primero como niño en Orio cuando descubrió el surf y luego a través de sus vivencias, viajes, decepciones y alegrías. Todo ello aderezado con notas sobre la historia reciente del surf que nos ayudan a entender como hemos llegado a esta situación de excesivo mercantilismo y masificación. 


No esperéis leer una crítica despiadada a las marcas ni tampoco un panfleto activista, sino más bien su receta personal de cómo encontrar ese paraíso que todos los surfistas tenemos dentro, tengamos el nivel que tengamos, vivamos donde vivamos, a la vez que que una llamada a la conciencia para encontrar un justo equilibrio entre todos los intereses. Son 200 páginas que se leen muy fácilmente y del tirón, con anécdotas divertidas, tristes, personajes míticos conocidos por todos y otros mucho más anónimos pero no por ello menos interesantes. 

Podéis comprar online Un Surfista en Busca del Paraíso AQUÍ y seguir las reflexiones de Tapa en su blog AQUÍ o su Instagram AQUÍ

En breve también estará disponible en Amazon. Sin lugar a dudas un buen plan para cuando vuestros ojos necesiten descansar de tanta pantalla.

domingo, 29 de marzo de 2020

Vanlife en tiempos de coronavirus

Una nueva subespecie de profesionales digitales lo constituyen los youtubers, y entre ellos me fascinan especialmente los vanlifers. Gente que vive en su furgoneta (algunos verdaderos palacios sobre ruedas) y se dedica a viajar, solo o en pareja, compartiendo su día a día a través de las redes sociales (especialmente Youtube e Instagram). Algunos llevan años y tienen mucho éxito, ayudados por sus físicos agraciados y sus “aventuras” más o menos arregladas. Muchos seguidores igual a marcas interesadas en patrocinarles, igual a la necesidad de buscar más aventuras para mantener el interés y el “caché”.

Curiosamente no he encontrado ningún vanlifer youtuber a tiempo total que sea surfista. Sí que algunos surfean cuando se encuentran en algún destino de surf, pero ninguno que haga del surf su razón de viajar (he ahí una oportunidad por si alguien se anima; hay varios surfistas youtubers -o vlogers- pero ninguno que sea un vanlifer). Pero sí los hay en otros deportes al aire libre: escaladores, mountain bikers, kite surfers y seguramente más que me dejo.

Estos días de confinamiento he pensado que si es duro estar encerrado en casa, qué duro debe ser estar encerrado en una furgoneta… así que he realizado una pequeña búsqueda.

Os dejo con tres ejemplos que explican la estrategia que están siguiendo para no tener que quedarse encerrados en sus furgonetas. Dos están en España y el tercero en Marruecos. Cuanto menos curioso, pues en algún caso están construyendo una comunidad de vanlifers, de ahí que el confinamiento pase a ser muy relativo.

Por otro lado si tenéis un terreno en el que podáis acoger a un vanlifer sin que ello suponga un riesgo para vosotros, podéis indicarlo AQUÍ.







Hasta de aquí a un par de días, cuando os recomendaré un libro de surf en castellano que estoy acabando y que me está gustando mucho. Un gran  hallazgo. Ánimos!

viernes, 27 de marzo de 2020

Ser un chivato no te hace mejor persona

Son tiempos duros. Y para los que nos gustan los deportes al aire libre y en contacto con la naturaleza todavía más. Pero vivimos en un país donde la mayoría de la gente asocia deporte con el fumbol y, como este está paralizado, a las autoridades pertinentes no les ha costado nada de paso también prohibir todos esos “otros” deportes. 

Tengo un amigo que vive en una casa en el monte. Es su residencia principal. De hecho es la única que tiene. A 30 minutos andando de su casa – por el monte- hay una playa con olas, algunos días más, otros menos; algunos días muy buenas y otros muy malas. Podría ir andando a surfear cada día si quisiera. Su casa es la última. Entre su hogar y el mar solo hay monte salvaje. Ningún vecino ni acantilado peligroso que descender. También podría salir a dar largos paseos por el monte, solo o acompañado de su familia. Y no lo hace. No contagiaría a nadie y tampoco correría el riesgo de contagiarse. No correría ningún peligro. O no más que los que corre cuando baja al pueblo a hacer la compra, o sube las escaleras de su casa. Hoy al teléfono le he dicho que yo en su lugar sí saldría a dar paseos por el monte. O a darme un baño. Quizá por que siempre he creído más en obedecer al espíritu de la ley que no a la ley en sí. 

Yo vivo en un pueblo y con solo cruzar dos calles ya estoy en el campo. Podría sacar mi bici de monte a pasear cada día, o a correr, y si no lo hago es únicamente porque sospecho que rápidamente algún vecino se chivaría. Seguramente por envidia. A pesar de que no correría ningún riesgo, ni para mí ni para terceros. Por que este es el país en el que vivimos. 

Un país en el que sus dirigentes son incapaces de prever con antelación los riesgos que nos asolan por mucho que ya estén poniendo en jaque a países vecinos. Donde, a diferencia de otros países europeos, se prohíbe cualquier práctica deportiva individual (en lugar de buscar un equilibrio en función de los riesgos que se contraigan), pero luego nos machacarán con que es importante que mantengamos un estilo de vida saludable. 

Y un país en el que hay surfistas, esquiadores, ciclistas y demás practicantes de deportes al aire libre que, habiendo tomado la decisión de no salir a pesar de las ganas o de las condiciones favorables (nevadas recientes en un invierno muy parco, llegada de marejadas –llevamos dos en el Catalunya desde el confinamiento, y se anuncia una tercera para la semana que viene-), están a la espera de que salgas, corriendo el riesgo de ser multado, para chivarse. Ese, y no otro, es el país en el que vivimos. 



Y por mucho que desapruebes lo que hacen estas personas que deciden salir a pasear solos por el campo o el monte pues viven en lugares muy poco habitados, a partir del momento en que ello no implica ningún riesgo para nadie excepto para ellos (torcedura de tobillo?), chivarte no te hace mejor persona. De hecho te hace más miserable aún.

viernes, 20 de marzo de 2020

Stranger things

En estos días tan extraños que estamos viviendo se dan situaciones aparentemente inverosímiles: un jabalí paseando en plena Avenida Diagonal (con Balmes) a las 9h de la noche... o la Zurriola (seguramente el beachbreak más masificado de la península) rompiendo espectacular a medio día y nadie en el agua.


Ánimos a todos.






martes, 3 de marzo de 2020

Empieza el otoño...

... en Australia. Llegan los mejores meses del año para surfear ahí (aunque en ciertas zonas como Queensland, el verano también sea muy buena época gracias a los ciclones).

Hace un par de días entraron buenas olas en Bells Beach y mi amigo Mick Sowry celebró su 66 cumpleaños pillándose un par de buenas (en concreto la del minuto 2:28, con tabla roja). No está nada mal para un jubiletas.

Bells Beach es una ola compleja, en un estadio natural grandioso, donde hay que meterle muchas horas para saber qué ola pillar y dónde en función del tamaño, la marea, etc. Es una ola donde ser veterano es un plus. Y en un vídeo como este, sin edición, es donde mejor se aprecia esta realidad.


lunes, 2 de marzo de 2020

Hoy en la ría...