sábado, 12 de diciembre de 2020

Ridículo de la WSL #shameonyou

Que la WSL tenga que postponer la celebración de un campeonato de surf por Covid-19, a la sazón el Pipe Masters que se estaba celebrando estos días, demuestra la falta de experiencia y profesionalidad de esta misma organización. Y seguramente también los pocos medios que destinan a hacer las cosas bien profesionalmente.

En un año en el que se han celebrado campeonatos del mundo de F-1 y de Moto-GP, grandes vueltas ciclistas y otras competiciones deportivas que mueven a muchísima más gente entre competidores, staff, técnicos, etc. que un campeonato de surf, con retos logísticos mucho mayores, la WSL acaba de dejar en ridículo al surf profesional... es decir a ellos mismos.

Para una organización cuyo modelo de negocio pasa por legitimar el surf de competición a ojos del gran público, no es la mejor noticia. Parece mentira que hubo un día en que un campeonato del circuito profesional de surf contaba con patrocinadores como Coca-Cola, Toyota, etc y juntaba a decenas de miles de personas en la playa con la final retransmitida en directo por la TV en horario de máxima audiencia.

Pero en fin, por suerte el surf es mucho más que eso.

sábado, 14 de noviembre de 2020

Memorias del Subdesarrollo

 Por Júlio Adler y Joao Valente – los Buoy Brothers

Publicado en Swellnet.com el jueves 20 octubre 2020

 

Es muy duro resistirse a la tentación. Pero caer en ella es únicamente culpa tuya.

 

Por “tuya” nos referimos a ti, prensa de surf anglosajona. Crecimos y nos formamos observando desde la distancia la guerra entre americanos y australianos para ver quien era más cool y sus esfuerzos por dominar el surf de competición. Todos hemos oído hablar del artículo de John Witzig en Surfer Magazine de 1967 “We’re Tops Now”, reivindicando por primera vez la supremacía del surf australiano tras la decisiva victoria de Nat Young en los Campeonatos del Mundo de 1966… así como la respuesta, algo comedida pero muy reivindicativa, treinta años más tarde en la misma revista “Who’s Tops Now?”, de la mano de Sam George, celebrando el dominio yanqui de la mano de la generación Momentum/Slater a mediados de los 90.

 

Pero esos eran otros tiempos. Las revistas de surf tenían mucho peso y las batallas que en sus páginas se libraban eran bastante más elaboradas que la lluvia de improperios y descualificaciones sin sentido que hoy encontramos en los comentarios de muchas entradas en internet. Y sin embargo, acaso podríamos culpar a nadie si a día de hoy un brasileño escribiese su propia versión del “Look Who’s Tops Now!”?

 

Y es que tendría derecho a hacerlo, ¿o no? Para ser justos, hay que reconocer que los surfistas brasileños, a día de hoy, se han ganado con creces su derecho a reivindicar a los cuatro vientos su posición en la cúspide de la pirámide del surf de competición. Es más, cuando eres un joven rookie brasileño, no solo tienes que entrar por la puerta trasera, si no que además tienes que derribar esa misma puerta antes de que te oigan golpearla.

 

Y si esta última frase te suena familiar, no es casualidad*.

 

“¿Qué es la historia sino una fábula sobre la que todos nos hemos puesto de acuerdo?” dijo Napoleón Bonaparte desde su escasa altura. Si de algo sabemos los surfistas es de fábulas. Nuestro universo gira entorno a historias épicas muy bien articuladas sobre diferentes personajes y eventos… presenciadas por muy pocos, amplificadas por muchos y aceptadas por todos.

 

Nuestra propia historia es la suma de todas estas personas y episodios, repetidos hasta la saciedad en numerosos artículos en revistas, libros y películas bajo un único punto de vista: la historia del surf es una fábula anglosajona sobre la que todos nos hemos puesto de acuerdo. Una historia americana, a la cual se unieron desde muy pronto los australianos, y que desde entonces se ha observado únicamente bajo este prisma, ignorando completamente todo lo que se encontraba más allá.

 

Así que os lanzamos un envite, queridos lectores del eje anglosajón, para que salgáis de vuestra burbuja y asumáis otro punto de vista. Solo necesitaréis un poco de empatía y, quizá, salir de vuestra zona de confort.

 

El Tercer Mundo

En 1976, cuando Pepê Lopes posó al lado los otros cinco finalistas del Pipe Masters, el brasileño era el único surfista en cuya tabla podía verse la pegatina de un patrocinador: JB, por aquél entonces uno de los principales periódicos del país.

 

Con eso no queremos decir que Pepê fuese el primer surfista profesional. Todas las otras tablas lucían el logo icónico de Lightning Bolt, en palabras de Matt Warshaw “una marca tan perfecta, tan fácilmente identificable, que no necesitaba ningún texto”, convirtiéndolas en brillantes vallas publicitarias de la principal marca de surf de aquellos tiempos.




 

Aún así, es irónico que el único finalista, junto con Lopez, MR, Rory Russell, Paul Naude y Mike Amstrong, con un patrocinador ajeno al surf sea, curiosamente, el que más a menudo ha sido ignorado, cuando no directamente dejado fuera de la foto, al recordar ese campeonato.

 

Mucho antes, doce años para ser exactos, el peruano Eduardo Arena había sido invitado al Campeonato del Mundo de Manly donde observó asombrado a millares de personas animando a los surfistas y celebrando la victoria de Midget Farrelly.

 

“Unas 7.000 personas abarrotaban Manly Beach el sábado, pero al día siguiente, segundo día del campeonato, domingo 17 de Mayo, se calcula que había entre 65.000 y 70.000 personas en la playa y calles adyacentes disfrutando del evento,” narra la crónica del Daily Telegraph de Sídney. Al darse cuenta de la ausencia de una organización global que regulase el deporte, Arena formó la International Surfing Federation en 1964 y empezó a coronar campeones cada año. Básicamente creó las reglas, y le dio forma, a lo que acabaría por convertirse, muchas décadas más tarde, en ese fenómeno sobrenatural que nos cautiva como zombies durante largas horas de la noche ante la pantalla del ordenador para observar como hombres, y mujeres, se enfrentan en las olas intentando conseguir unas puntuaciones que nadie es capaz de explicar realmente.

 

Nosotros, dentro de nuestra propia burbuja, recorríamos vuestro mismo camino. Pero la realidad era bastante más dura. Mientras los americanos y los australianos, más algún que otro sudafricano, seguíais con vuestra vida – a veces maravillosa, todo hay que decirlo- nosotros estábamos allí al lado, todo el rato, leyendo ávidamente todo lo que la prensa del surf americana y australiana publicaba, analizando cada foto, estudiando cada palabra y devorando cada película viniese de donde viniese. El abismo que nos separaría más tarde no existía entonces, pero sí una barrera idiomática que mantenía nuestros universos aparte. Y vosotros, sencillamente, no os fijabais en nosotros.

 

Como siempre había excepciones.

Felipe Pomar hizo historia, ignorando barreras. Lo mismo se puede decir de los hermanos franceses De Rosnay, Joel y Arnaud. Este último se casó con Jenna, la hermosa hija adolescente de John Severson (descansa en paz, viejo bribón). Pero eso es otra historia. El hecho es que aparte de estos ejemplos, toda Sudamérica, Europa y la casi totalidad del resto del mundo no eran más que una exótica aventura.

 

… pero volvamos a esa foto del Pipe Masters.

 

Si bien al principio– y solo estamos hablando del surf de competición – debido a la inocencia del momento vuestra simple aceptación nos bastaba, el tiempo acabaría demostrando que le principal motor de la furia competitiva latinoamericana sería la peor de las emociones: el resentimiento.

 

¡Cómo duele el triunfo ajeno!

En el estudio sobre el resentimiento encontramos muchas pistas para entender el comportamiento de las naciones dominantes en la guerra o en el deporte… que básicamente son una misma cosa excepto en el número de bajas.

 

El origen es el mismo en inglés, francés, italiano, portugués o español: sentimentum. De sentimiento. Por lo que resentimiento significa volver a sentir. Disculpad ese desvío etimológico, pero más adelante todo cobrará sentido.

 

Un estudio publicado en el Brazilian Journal of Behavioural and Cognitive Therapy anunciaba las cinco emociones más a menudo diagnosticadas por los psicólogos: ansiedad, culpa, depresión, indecisión e inseguridad. ¡Vaya bombazo! En su momento, esa mezcla fue como gasolina para un motor de explosión para la Australia de los sesenta y los setenta; y como ya apuntara Nick Carroll, solo era cuestión de tiempo para que otro país se alimentase de estas mismas frustraciones y devolviera el golpe.

 

La liberación

Quizá sea exagerado reducir la explicación de toda esta historia a una única palabra; resentimiento. Una economía exuberante a principios de los 2000, combinada con la llegada de una generación brillante sin los vicios de las anteriores también contribuyeron mucho a la causa.

 

En serio: hurgad detrás de cada sonrisa perfecta y de cada laboriosa victoria brasileña en el Tour y encontraréis, al menos, treinta años de amargura. No podemos hablar por los surfistas de otros países latinoamericanos, como la Campeona del Mundo peruana Sofía Mulanovich. Pero lo que sí está claro es que si bien tras unos inicios en los que la relación del surf anglosajón con el surf brasileño fue vista como algo exótico y simpático, muy pronto las sospechas se adueñaron de ambos contendientes.

 

La ausencia absoluta de reconocimiento nos enfureció. No pedíamos mucho. ¿Quizá algo de crédito por estar compartiendo los mismos momentos? ¿Quizá el reconocimiento a la breve carrera competitiva de Pepê Lopes y Daniel Friedman, o de los descubrimientos y exploraciones de Tito Rosemberg, y qué decir de la actitud sin miedo en las olas grandes en Hawái de los Brazil Nuts entre 1972 y 1986… o del simple hecho de haber estado siempre allí, en el circuito, desde sus inicios? 




Mientras tanto, en el otro bando, vuestras alarmas empezaron a sonar con la aparición de esa banda tan ruidosa que únicamente era una amenaza cuando competía en casa… pero que empezaba a creer que se merecía un lugar en el nuevo club de la IPS. ¿¡Cómo nos atrevíamos!? Si durante los primeros años los brasileños seguían el Tour buscando principalmente aventuras y buenas olas, de pronto alguien llegó a la escena competitiva con una actitud muy diferente; estamos hablando de Cauli Rodrigues.

 

Carlos Felipe Veiga Lima Rodrigues es nuestro Midget Farrelly: tozudo, arisco y muy competitivo. Dominó la escena competitiva local entre 1978 y 1984, antes de la creación del circuito profesional brasileño en 1987. Cauli se atrevió a soñar con formar parte “del club” y se marchó a Australia para mejorar su surf, sus tablas, sus resultados y, como no, su nivel de reconocimiento público.

 

La primera bofetada es la más dolorosa

Viajamos en el tiempo rápidamente hasta 2012. Pocos minutos antes de que suene la bocina en Peniche, Gabriel Medina domina la final sobre el favorito de los medios, Julian Wilson. Se acuerdan… Who was on Tops?

 

Gabriel siguió la senda de Adriano, que lo dio todo entre 2008 y 2015, que a su vez hizo el mismo periplo que las generaciones anteriores que fueron ridiculizadas y despreciadas.

 

La historia se repite, alimentada por la ansiedad, la culpa, la depresión, la indecisión y la inseguridad… hasta que llegamos a los ciclos de resentimiento.

 

La WSL parece ignorar este aspecto, tan poco valorado y sin embargo fascinante, de la historia del surf profesional. Derek Hynd pareció entenderlo desde el principio cuando tuvo que escribir sobre el surf de competición, ya sea por impulso o por necesidad, recurriendo a los escritores rusos: la vida es dolor; el hombre es infeliz.

 

Este es el primero en una serie de artículos que haremos buscando en nuestras memorias colectivas. 

No esperamos cambiar nada. Simplemente queremos contar buenas historias… buenas fábulas sobre las que todos nos pongamos de acuerdo.

 

*”Derribar la puerta”, en inglés Bustin’ Down the Door, nombre de un polémico artículo escrito por Wayne “Rabbit” Bartholomew en los años 70 sobre la actitud de los surfistas australianos en Hawái, y cuya publicación le costó la dentadura. Para más información visita este excelente artículo pinchando AQUÍ.

 

JULIO ADLER y JOAO VALENTE son los BUOY BROTHERS

Júlio y Joao son dos veteranos periodistas de surf, brasileño uno y portugués el otro. Tienen un podcast y colaboran documentando el auge del surf de habla portuguesa. Además son buenos amigos míos y compañeros de sobremesa en nuestra casa en Torquay ya hace años… y de alguna que otra sesión en Euskadi, Iparralde o Portugal cuando nuestros caminos se han cruzado.

Publicaron este texto (que he traducido y publico aquí con su consentimiento) a finales de octubre en Swellnet.com y, a pesar de que va dirigido al público anglosajón, creo que es muy relevante para aprender y observar cómo se vive el surf y su historia fuera del mundo anglosajón que es el que nos domina culturalmente desde los inicios. Quizá algunos lectores avezados encontrarán otros paralelismos en sus argumentos con realidades más cercanas geográficamente. Eso lo dejo al (buen) criterio de cada uno.

domingo, 4 de octubre de 2020

D.E.P. SURFER Magazine

Hoy es un día triste; muy triste. La decana de las revistas de surf del mundo mundial. La que inició, en los años 60, una senda totalmente inexplorada y desconocida, la de los medios de comunicación de surf, ha sacado su último número. Último para siempre: SURFER Magazine cierra. Desaparece. La editorial American Media, actual propietaria de la revista después de varios cambios, ha decidido matar el título (así como Bike y mi también muy querida, muy estimada y ya añorada Powder).



Surfer Magazine nació como The Surfer Quarterly en 1960 de la mano de uno de los hombres renacentistas del surf: John Severson. Por aquél entonces no había ningún medio de comunicación que hablase de surf. Solo las películas que se proyectaban en los cines de vez en cuando. Desde entonces SURFER Magazine ha estado en la vanguardia de todo lo que ha pasado en el surf, especialmente en los años 90, donde la competencia era muy fuerte (Surfing, Trans World Surf, etc). Pero yo siempre fui de la Surfer (y más tarde, cuando apareció, también de The Surfer's Journal).

Su Special Travel Issue que sacaba cada año era un tesoro de sitios de los que nunca habíamos oído hablar. La historia y la ola de Mavericks apareció por primera vez en SURFER Magazine, la primera portada de John John Florence cuando todavía era un mocoso a principios de los 2000, esa portada en los años 80 con Nias de escándalo, ese primer reportaje sobre Tavarua, los viajes de Naughton y Peterson a través del mundo, las tiras cómicas de Wilbur Kookmeyer, etc., etc.. 

Rick Griffin, a la postre famoso por sus pósters y portadas de los discos de Grateful Dead, fue su director creativo, así como Dave Carson. Todas las grandes plumas y las mejores lentes del surf han visto plasmada sus obras en sus páginas.

Me viene recuerdos de a finales de los 80, principios de los 90 me sabía de memoria qué quioscos de Las Ramblas de Barcelona recibían esa revista y de la satisfacción cuando por fin conseguía el nuevo número. Y si encima cuadraba que al día siguiente había olas, satisfacción completa!! Y hoy, uno de los pilares sobre el que nació y se cimentó ese ente extraño que llamamos la "cultura surf" ha desaparecido.

Como ya dijera Severson en su día: "En este mundo abarrotado el surfista todavía puede buscar y encontrar el día perfecto, la ola perfecta y estar a solas con el surf y sus pensamientos." Y SURFER Magazine era parte de este proceso y esta manera de entender el surf. D.E.P. SURFER Magazine.

Pincha AQUÍ para ver una selección de las 25 mejores portadas de SURFER Magazine.

lunes, 3 de agosto de 2020

Curiosidades cinematográficas - Le llaman Bodhi... #ballsofsteel

La revista británica de surf Wavelength, decana en el Reino Unido, está proyectando todo el verano películas clásicas de surf en un cine al aire libre en Watergate Bay. Para calentar el ambiente publican artículos y curiosidades sobre cada una de las películas en su web, la mayoría escritas por Paul Evans (ex-Surf Europe). 

Sin lugar a dudas una de las historias que más me ha gustado es la de Derrick Doerner, contando cómo le convencieron para que hiciera de doble de Patrick Swayze en la escena final de Point Break (Le llaman Bodhi). Y como Derrick (legendario tamañero, socorrista y waterman de Hawaii) tuvo que pedirle a Laird Hamilton que le ayudara a que la peña le dejase unas cuantas olas solitarias un día épico en Waimea Bay para rodar este wipe out:



Toda la historia AQUÍ.


lunes, 27 de julio de 2020

Una historia nunca antes contada #furbo

Ocurrió en un día de invierno, hace muchos años, allí abajo en el Sur, donde el invierno siempre parece menos invierno. Concretamente en la playa de Arrifana, ese arenal conocido por, entre otras cosas, brindar olas consistentemente cerronas... aunque desde el pueblo, arriba donde normalmente se deja el coche, parezca que abran. En concreto, en todas las veces que he estado allí, solo recuerdo dos olas que abriesen: una la cogí yo y la tengo inmortalizada en una secuencia de fotos en algún disco duro pues conseguí realizar un giro estéticamente no malsonante. Y la otra la cogió Marlon Lipke y se marcó un áereo frontside de aúpa con el que se sobrevoló media playa; al año siguiente entraría en el WCT.

Y el día de autos también. Ese día encontré un semipico, muy poco consistente, en medio de una corriente donde rompía una izquierdita. Una chusta, sí, pero un oasis en un desierto. Solo rompía una ola en cada serie y nunca conseguía pillarla… pues siempre la cogía él.

Llevábamos rato así. Me pusiese donde me pusiese, cuando por fin llegaba esa solitaria y codiciada izquierda, él se encontraba invariablemente más cerca del pico y, por lo tanto, disponía de la prioridad para cogerla mientras yo me autoengañaba pensando en la segunda ola de la serie; segunda ola que nunca aparecía. Y vuelta a empezar: largos minutos de espera, remando ocasionalmente y agobiado por el viento incesante, para situarme más cerca del pico que él cuando volviese a entrar la izquierda… para volver a fracasar.

Al cabo de un rato tuve que admitir que le odiaba. Muchos eran los factores: su media sonrisilla socarrona cuando remaba la ola; el hecho de que apenas surfease mejor que yo (éramos un par de paquetes), por lo que su dominio sobre mí no se debía a su mayor técnica o pericia, sino simplemente a factores desconocidos y, no podía ser de otra manera, sobrenaturales (un motor bajo el agua? Un gps invisible que le decía exactamente donde situarse?); que aparentaba ser incluso más joven que yo; y lo peor de todo, que no era un local.

Y es que mi amigo, al cabo de un buen rato y para amenizar los largos minutos de espera entre ola y ola, me pidió la hora. Y allí descubrí que no era portugués, sino italiano.

Ah amigo!!! Como Viriato ante las centurias del romano Quinto Servilio Cepión, como las tropas griegas de Odiseo en las puertas de Troya o como las huestes de Erwin Rommel en Bir Hakeim vislumbré una oportunidad, un talón de Aquiles, un flanco débil que me apresuré a explotar.

Le contesté la hora en perfecto portugués para, seguidamente, explicarle (también en la lengua de Pessoa y Camoes) que a partir de ese momento me tocaba a mí coger olas y que hiciera el favor de no molestar.

¡Qué hube dicho! Se rompió el maleficio y como dócil cordero mi nuevo “amigo” dejó de tener la preferencia cada vez que llegaba la solitaria izquierda. Ahora era yo el que lucía una sonrisa socarrona cuando remaba la ola mientras le veía en el brazo (ad-)mirándome y valorando la opción de saltarle una ola o no a un "local". Nunca se atrevió, y al cabo de media hora salió del agua cabizbajo y con evidente cara de frustración. Cambió la marea y la izquierdita dejó de abrir, y poco después salí yo. 

Subimos la cuesta que va de la playa al pueblo a unos 50 metros de distancia el uno del otro. Él delante; yo detrás.

Pero mi satisfacción todavía sufriría un epílogo. Mi “amigo” llegó a su coche, donde le esperaba una chica. Casualidad de las casualidades, su automóvil estaba aparcado justo al lado de mi furgoneta. Cuando me vio llegar a mi furgo, reparó en la matrícula de la misma y no pudo evitar exclamar un grito de rabia mezclada con frustración. Me había dejado todas las olas pensando que yo era portugués y solo entonces descubría el engaño.

La sonrisa tardó varios días en desaparecer de mi cara.

martes, 21 de julio de 2020

No escribo más por que... #vivelavidasinhacerelridículo

No escribo más a menudo por que nadie lo lee. 

Pero quizás eso sea bueno. Está demostrado que la lectura incita a tener ideas propias y, por estadística, muchas de las ideas que se nos ocurren son malas (otras muchas son regulares y algunas son buenas). También es probable que ejecutemos algunas de esas ideas (tanto buenas como regulares y malas). Como por ejemplo comprarnos un middle length twin fin a lo Torren Martin y bajar a la playa a surfear nuestras chustas (por que a diferencia de Francia o Portugal, principalmente tenemos chustas y cuando entra algo de mar, las playas raramente dan buenos baños… asumámoslo), con una camisa de lino abierta o un traje de marca rara y suplir nuestra falta de talento y pericia con posturas raras y totalmente disfuncionales encima de la tabla encerrados en una visión de lo que somos -y de lo que ocurre a nuestro alrededor- que se encuentra a millones de kilómetros de años luz de la realidad. 

No quiero tener encima de mi conciencia el peso de que uno de mis textos haya podido influir en que alguien haga algo así. Por eso y por si acaso, de momento, no escribo más a menudo.

lunes, 27 de abril de 2020

¿Cómo afectará el covid19 al surf?



Estos días, a raíz de diferentes noticias que he leído, le he estado dando vueltas al tema del surf como lo conocemos y del futuro que nos espera. Es obvio que nos vamos a mover en unos escenarios variables en función de la incidencia de la pandemia, que no se comportará de la misma manera en diferentes lugares ni en diferentes épocas del año. Así pues, y hasta que no se descubra y se distribuya una vacuna eficaz, estaremos ante unos escenarios inciertos que irán variando en función de múltiples factores (época del año, incidencia de la pandemia en cada zona, etc). A medida que la vacuna se vaya distribuyendo por todo el mundo, empezará una época post-covid que quizá será muy similar a lo que conocíamos hasta hace un par de meses… o quizá los cambios ocurridos durante este periodo de transición comportarán transformaciones más permanentes. Así pues por partes:

Nuestro día a día
Ayer dejaron salir a los niños a la calle por primera vez. En Catalunya (por ejemplo) cada ayuntamiento decide -desde ayer- si se puede ir a la playa o no, y si se puede bañar o no. Así en Barcelona no se podía ni siquiera pisar la arena pero en poblaciones no muy lejanas sí, e incluso bañarse (Badalona por ejemplo). Mañana nos darán más información sobre la práctica deportiva que podremos hacer a partir del sábado. ¿Entrará el surf dentro de las practicas deportivas permitidas? Entiendo que un Ayuntamiento que deja que la gente vaya a hacer deporte o a pasear a la playa, de forma individual o con las personas con las que comparte un mismo techo, no debería oponerse a la práctica de deportes individuales en esa misma playa… siempre y cuando se respeten las distancias mínimas (surf, pero también natación en aguas abiertas, kayak, windsurf, kitesurf, etc…).

Sospecho que las playas de las grandes ciudades seguirán vetadas durante un tiempo ya que en ellas es imposible mantener las distancias de seguridad, pero no me sorprendería que en zonas costeras de baja densidad demográfica y poca incidencia de la pandemia se permitiese… eso sí, únicamente a la gente de la localidad (¿control de acceso al municipio o la playa?).

De todas formas si algo ha quedado claro de momento es que en España impera el café para todos: hay municipios, provincias, comunidades autónomas en las que la incidencia de la pandemia ha sido muy residual pero que han sido sometidas a las mismas restricciones que Madrid o Barcelona por parte de una administración central muy poco dada a regular. Ya sabemos que ante una situación complicada aquí impera la cultura del prohibir antes que regular.

Quiero ser optimista y pensar que la gente que vive en zonas con baja intensidad demográfica podrá surfear en “su” playa en breve (¿la semana que viene?). Y en cambio que los que vivan cerca o en grandes centros urbanos (Zurriola, Uribe Kosta, Orzán, Gijón, etc) lo tengan mucho peor y deban esperar, ya que de momento no se permite el desplazamiento entre dos poblaciones si no es por motivos de trabajo.
  
La competición
Durante 30 años (1983-2013) el surf de competición estuvo gobernado por la A.S.P., en cuyo órgano de decisión se encontraban representados los atletas y la industria del surf. La crisis económica del 2008 y sus consecuencias propiciaron una pérdida de fuelle de la industria del surf, que vio como sus esfuerzos de llevar el deporte al siguiente nivel en cuanto a audiencia (algo muy normal en una lógica capitalista) no eran recompensados. En 2013 un magnate del mundo editorial, Dirk Ziff, creó la empresa Zosea y adquirió los derechos de la ASP sobre el surf profesional. Esta empresa ya no tiene a los competidores ni a la industria del surf dentro de sus órganos de dirección, por lo que sus intereses no tienen porque coincidir con los de estos. Tras varios años de continuar la senda de la ASP, y viendo que el número de espectadores en las retransmisiones de los campeonatos seguía siendo muy bajo, y por lo tanto el nivel de patrocinios también, Zosea (World Surf League es la marca, Zosea es la empresa) sustituyó a su CEO hace pocos meses. Ojo al dato: quitó a una directiva que venía del mundo de la competición y la sustituyó por otro que viene del mundo del ocio y la televisión. Los cambios no han tardado en hacerse notar, y todo indica que Zosea quiere impulsar otras vertientes del surf menos ligadas a la competición: reality shows, concursos de surf casero anti confinamiento, episodios ligados a experiencias que cambiaron la vida a la gente, documentales en canales de pago entorno a las grandes figuras del deporte, etc..

Parece pues como si el mismo órgano que gestiona la competición del surf quisiera dar más importancia a otros aspectos del mismo en detrimento de... ¡la competición! ¿Cómo reaccionarán los competidores? ¿Y la industria? Al fin y al cabo es esta la que paga los sueldos de los competidores y gran parte del coste de los campeonatos. 

Y aquí interviene una variable que nos afectará a todos a corto/medio plazo pero que nadie sabe cuando va a acabar: las restricciones para viajar. En Australia ya dan por descontado que tardarán entre 1 año y 18 meses en poder viajar fuera del país sin restricciones. Es muy posible que estas restricciones poco a poco vayan despareciendo, pero quizá no lo hagan a la vez. En efecto llegará un momento en que para nosotros será posible viajar dentro de Europa pero… ¿ir a Indonesia? ¿Donde por un lado tardarán más en controlar la pandemia y por otro la calidad de la sanidad pública quizá no lo hará aconsejable? ¿O quizá tengan muchos menos casos que nosotros y quieran aislar a la población local?

Imaginemos que las compañías aseguradoras empiecen a excluir ciertos países de sus coberturas debido a la situación de la pandemia en estos. ¿Se atreverá Zosea a organizar campeonatos si no están cubiertos por las compañías aseguradoras? ¿Se atreverán a ir los competidores sabiendo que si enferman ahí o se lesionan, tendrán que pagar de su bolsillo la repatriación o un eventual tratamiento? ¿Aceptarán las administraciones locales de estos países un campeonato en el que venga gente de fuera que quizá contagie a la población local?

Las grandes crisis traen grandes cambios, muchas veces por que no queda más remedio, pero en ocasiones son aprovechadas por los actores para ir en la dirección que les interesa. Esta situación que he descrito arriba quizá solo sea provisional, obligada por las circunstancias durante un año o dos, pero igual para entonces ya será demasiado tarde para volver donde estábamos hace unos meses… simple y llanamente porque ya no interese. Quizá no sea descabellado pensar que podemos volver a un tour estilo años 80, con campeonatos principalmente en Europa, EE.UU. y Australia en playas concurridas de veraneantes -aunque la calidad de la ola no sea muy buena- junto con, por ejemplo, varias pruebas en piscinas de olas. 

¿Se creará un circuito alternativo por parte de algunos competidores que no estarán de acuerdo, como ya ocurrió en los albores del surf de competición en los años 70/80, cuando coexistieron brevemente dos circuitos paralelos? 

¿O quizá a algunos competidores y a la industria este enfoque más “estilo de vida” les favorezca, pues les quita la presión de conseguir resultados y la inversión es menor que la de montar un WCT? 

¿Es quizá la oportunidad soñada de la ISA para dar un golpe encima de la mesa? 

¿Y qué pinta el surf en los JJOO de Tokio del 2021? ¿Si el circuito profesional como lo conocemos pierde fuelle, podría ser que los JJOO y los campeonatos del mundo ISA pasen a ser el máximos exponente de la competición del surf (como ocurre con otros deportes)?

O quizá me equivoco y, tras dos años de semiparón, en el 2022 volvamos a estar donde estábamos en enero del 2020.


La industria y el comercio
Cuando hablamos de industria del surf mezclamos a muchas empresas diferentes. Hay cadenas de tiendas de surf, fábricas de tablas y de trajes que trabajan para muchas marcas, hay medios de comunicación que forman parte de grandes conglomerados de prensa de todo tipo, hay empresas que compiten en el sector de la moda y que cotizan en bolsa, hay ingenierías que desarrollan tecnologías para hacer olas en lagunas, hay instalaciones deportivas para la práctica del surf, etc. Y a su lado hay surfshops de toda la vida, shapers artesanales, escuelas de surf unipersonales, revistas que sobreviven a duras penas, etc.

Yo en cambio prefiero la distinción entre lo imprescindible y lo superfluo. Para surfear necesitamos olas, una tabla, un invento, parafina o grip y un traje de neopreno o un bañador. Todo lo demás es superfluo.

En los últimos años ya hemos visto que una parte del comercio se ha centrado sobretodo en vender aquellos productos verdaderamente fundamentales (trajes, tablas y poco más), donde si bien los márgenes comerciales son inferiores a los de la ropa, no sufren la competencia de los stores de marca, y el producto no pasa de moda tan rápidamente. Es decir venden el material imprescindible para la práctica del surf.

Creo que a corto plazo la industria que sufrirá más el parón es aquella que depende de la deslocalización para abaratar costes productivos y que está obligada a grandes stocks que se vuelven obsoletos con el paso del tiempo. El taller de shape que sea capaz de seguir teniendo suministros de foams, resina, etc, herramientas, etc. seguirá haciendo tablas. La gente seguirá surfeando. Seguiremos surfeando. Quizá no encargaremos tablas para ir a destinos lejanos como antes, o no tan a menudo, pero se continuarán haciendo tablas porque seguiremos yendo al agua. Seguro que algunos se quedarán por el camino (lo mismo pasará con algunas escuelas y algunas tiendas), pero a medio plazo la cosa no cambiará mucho. Por ejemplo, según unos de sus directivos, en Orbea calculan que un 30% de las tiendas de bici de España están en serio peligro de desaparecer por culpa de la pandemia y posterior crisis económica. Esto es debido a que en los últimos años ha habido un boom de la bici y han surgido muchas tiendas de la nada. La situación es bastante diferente en el surf, donde la crisis del 2008 ya hizo una gran purga.

Quizá quien más sufrirá es el comercio donde hay un capital invertido importante si la temporada es muy mala y no tienen fuelle para capear la inminente crisis económica. No descarto que cada vez más compremos directamente al fabricante si desaparece el intermediario (la tienda). Espero que ello no signifique el toque de gracia para las tiendas de surf, parte fundamental de la experiencia de surfear y de nuestro legado. Es muy posible que las cosas se encarezcan si lo que antes se producía en Asia ahora tiene que producirse en Europa, o por que hay que añadir costes de higienización, pero poco más.

Lo mismo con las escuelas: las grandes con muchos empleados y mucho stock de trajes y tablas pueden pasarlo mal. Las más pequeñas seguramente sobrevivirán. Seguramente las restricciones para viajar signifiquen el final de muchas escuelas y camps que trabajan principalmente para el turismo.

Los surftrips
Recientemente leí la entrevista que Nick Carroll (hermano de Tom Carroll, bicampeón del mundo) le hizo al responsable de un surfcamp de Kandui (en las Mentawai, Indonesia). Si queréis leerla entera pinchad AQUÍ. Algunas consideraciones son muy acertadas y pueden trasladarse a otros destinos.

Para empezar tenemos que tener en cuenta que muchos destinos de surf se encuentran en países menos desarrollados que nosotros: Indonesia, Maldivas, Marruecos, Centroamérica, Sudamérica, etc. Estos países se verán mucho más afectados que nosotros por la crisis económica que nos va a azotar. Además seguramente tardarán mucho más tiempo en vacunar a toda la población una vez la vacuna esté disponible, y es posible que nunca lo consigan en algunas zonas remotas. 

Obvia decir que a nadie le gusta viajar por placer a una zona de extrema pobreza y tendremos que tener en cuenta los factores que en muchos casos acarrea esta situación (mayor índice de criminalidad, problemas de higiene, etc). Los surfistas somos especialistas en viajar a zonas muy remotas donde hay graves problemas de salud pública (malaria, dengue, ébola…) y es posible que estos destinos se conviertan en todavía más arriesgados. ¿Lo asumiremos?

Todo eso si es que nuestra póliza de seguros de viaje lo permite.

Y si las autoridades locales permiten el turismo extranjero ante el miedo de que contagiemos a la población local que no ha sido vacunada.

Y siempre y cuando los locales no nos vean como una amenaza por esta misma razón.

Está claro que no es lo mismo ir a Bali (por ejemplo) que a una isla remota delante de las costas Sumatra. En Bali (o Maldivas) la industria turística es muy fuerte, es el motor de la economía y seguramente trabajarán a fondo para conseguir ser un destino “sano” como hasta ahora, pero otros destinos igual ya pasen a ser demasiado arriesgados.

¿Y los billetes de avión? Los principales países “ricos” están inyectando dinero en sus aerolíneas de bandera para que estas no desaparezcan, pero con las restricciones de destinos, la bajada de número de viajeros por turismo debido a la recesión económica y el hecho de que los aviones se verán obligados a reducir su capacidad para mantener la distancia entre pasajeros, es muy probable que durante un tiempo el coste de los billetes se encarezca. Y más si las aerolíneas de bajo coste desaparecen. Un ejemplo: 
En 1950 un ida/vuelta Londres - NY costaba entre 5.000 y 6.000 USD de los de hoy (en función de la temporada).
En 1970 ese mismo vuelo costaba unos 3.200 USD de los de hoy.
Y hasta hace pocos meses se podía encontrar por menos de 500 USD.
¿Seguirán siendo los billetes tan baratos como lo eran en épocas recientes con la previsible disminución de clientes y la posible disminución de la competencia? Ojalá, pero tengo mis dudas.

Así que a corto plazo solo podremos viajar a los destinos que las restricciones nos permitan. Primero seguramente solo dentro de España , después igual solo dentro de la UE. Pero Marruecos en invierno? Bali o Maldivas? Costa Rica o México? Australia? Pueden tardar bastante más. Y ya no digamos ya islas remotas donde el turismo no es una fuente de riqueza suficientemente importante para la población local.

Y hasta aquí mi bola de cristal. Muchas preguntas y pocas respuestas, pero creo que he conseguido dar una visión global de los factores que influyen en lo que nos vamos a encontrar en los próximos meses y quizá años. Sea como sea, volveremos a surfear… tan bien o tan mal como antes.

domingo, 19 de abril de 2020

¿Quiénes son? Fotos de surfistas en Cataluña de los 80 e inicios de los 90

Recientemente he recuperado una serie de viejas diapositivas de surf escaneadas de finales de los 80 y principios de los 90 de la costa catalana. Todas menos dos son mías. Las que no son mías no recuerdo quien me las dejó; sorry. He sido capaz de poner nombre y apellidos a varios de los surfistas pero no a todos. Alguien me ayuda?


Patrick Schinnerling, leyenda de Castelldefels. Junto con Sergio Bartrina y Mayo era de los mejores en el agua por aquella época. Años después no coincidimos los dos en Sudáfrica por muy poco. Buena gente.


Santi Buixons (gracias Marc), también de Castelldefels.



Aitor “Huesos” Zulaica. De Orio pero que residió muchos años en el Raval y con quien surfeé los primeros baños cuando me vine a vivir a Barcelona. Mis primeros surfs en El Masnou y Montgat fueron con él. En aquella época surfeábamos más Monsolís (antiguo Montgat Norte) que no la Caleta. Aquí en El Masnou, con su tabla Essus color rojo, cuando la ola rompía en la punta del mini espigón que ahora está enterrado en la arena y te dejaba justo delante de las rocas de la vía del tren. Cuando había olas, sobretodo izquierdas, Aitor siempre soltaba lo de “Ori, Ori, Ori”. Hasta muchos años después no descubrí a qué se refería. Le he perdido la pista; me dijeron que ahora vive en Galicia. Siempre impermeabilizaba sus escarpines con cinta aislante antes de entrar al agua.

Otra de Aitor, aquí ya cuando se pasó al minimalibú. En un baño muy divertido por Premià.


Ibon Maza, puede ser? De Zarautz; colaborador durante muchos años de la web Alaplaya.com y que pasó un tiempo también en Barcelona. El mismo día en Premià.


Lea Sitjà, también en Premià. Antes de ir a Sídney de donde creo que ha regresado; ahora otra vez en Badalona. Si queréis saber más de él, pinchad AQUÍ. Buena gente también.

Otra de Lea un día “interesante” en la Barceloneta. Aunque no lo parezca, no se cayó. ¡Era como un gato!


Dave Walton, yanki afincado durante muchos años en Sitges, donde incluso tuvo una tienda de surf. Creo que ahora vive en Fuerteventura. Uno de los fijos en Sitges cuando había olas a finales de los 80, principios de los 90 junto con su amigo Tor(¿?).

Raúl ¿?. No recuerdo su apellido. Casi siempre nos los encontrábamos en Montgat (donde fue tomada esta foto). Tenía un Renault 14 de color rojo.


Juani Barranco, mi compañero de aventuras en los inicios del surf en Cambrils, La Pineda, Salou, etc, antes de llevarme la tabla a BCN y empezar a surfear por ahí. ¡Cuántas horas y cuántos kilómetros hicimos juntos! ...como aquél verano entre Suances y Ribadesella con el Seat Panda y la tienda de campaña. Vive en Tenerife desde hace muchos años. Aquí en La Pineda.

jueves, 16 de abril de 2020

Brazil Ep 3 - El Pro



Como mencioné en la primera entrada, la mejor zona en cuanto a olas en la Praia do Amor es la que rompía justo frente del chiringuito de los locales y de donde te dejaban las escaleras. De allí hacia el Sur (la derecha mirando al mar), las olas cada vez eran más orilleras y cerronas, pero también había menos gente y mucho más repartida. Así que acostumbraba a entrar en el pico bueno e intentar que me cuadraran un par antes de que la presión de la gente, y la corriente, me obligara a dejarme llevar hacia esa tierra de nadie del centro de la playa. La verdad es que ahí las olas eran tan buenas o mejores que en el pico principal, y había muchas más derechas, pero tardaban más y el pico se movía mucho. Al final, con el paso de los días, nos íbamos encontrando las mismas caras en ese pico y ya sabíamos de qué palo cojeaba cada uno. 

Por ejemplo uno de los chavales que mejor surfeaba solo cogía izquierdas. Era goofy, y ya le podía venir la mejor derecha del día justo allí donde se encontraba, que él nada de nada. Así que era era fácil situarse siempre a su derecha para dejarle vía libre a las zurdas y poder remar la derecha tranquilo. 

Había un par que lo cogían todo, o al menos lo remaban todo, fuese buena o mala. En ese caso, si me encontraba cerca, siempre dejaba pasar la primera ola de la serie pues sabía que a la segunda no iban a poder darle. Y así poco a poco acababa cogiendo mis olitas… sin darme cuenta de que los demás seguramente también me habían pillado mis puntos débiles y sabían aprovecharse de los mismos, en una entente cordial y muy productiva para todos.

Y luego estaba él. No era el que mejor surfeaba pero destacaba entre los chavales locales por tener un color de piel muy claro y unos rasgos físicos mucho más europeos; quizá por eso asumí que no era local de Pipa. Eso, y que surfeaba distinto. Debía tener unos 20 y tantos y casi siempre acababa en el centro de la playa con nosotros. Tenía un surf muy mecánico; nunca jugaba con la ola sino que siempre la exprimía al máximo, como si estuviese en una manga, y la apuraba hasta la última espuma. De vez en cuando intentaba algún aéreo (que nunca le vi planchar), pero lo suyo era destrozar la ola a giros. A diferencia de los demás estaba muy concentrado todo el rato. No hablaba, y no paraba de remar arriba y debajo buscando una ola buena. De vez en cuando se giraba y hacía gestos hacia alguien en la arena. 

Y es que allí, en la arena, estaba ella, su pareja. Apenas 20 años, bajita y muy rubia con melena larga, con un tatuaje artístico y nada invasivo en la espalda y un bikini exiguo. Con la cámara en la mano se pasaba todo el rato en la orilla grabándole. Al cabo de los días les pude observar con más calma. Llegaban y rápidamente iban cada uno a lo suyo. Él a poner las quillas y encerar la tabla (siempre impoluta, como recién sacada del rack de la tienda), y ella a preparar la cámara. A continuación él se iba al agua y ella se ponía a grabarle cada ola desde la orilla. Intercambiaban señales un par de veces. Al cabo de una hora él salía del agua, se secaba y se largaban. Eran brasileños (les oí hablar una vez al pasar cerca) y seguramente de clase acomodada, al menos eso parecía por la tabla, ropa, etc. Nunca les vimos reír, quizás alguna sonrisa y poco más. Él no parecía pasarlo muy bien en el agua ni ella en la arena. El contraste con los locales del pueblo, para quienes el surf era muy social y un verdadero divertimento, era muy palpable. Pese a que no era un surfista profesional, surfear parecía su trabajo, al menos esos días en que yo le vi. Por eso le bauticé como “el pro”.

Jamie O'Brien viajó este invierno a Baía Formosa a casa de Italo Ferreira. Los paisajes, las olas, la interacción con la gente, los surfistas, etc me recordaron mucho a mi estancia en Pipa, que se encuentra a escasos kilómetros de la localidad natal de Italo.


A tan solo 20 kilómetros de distancia en línea recta al Sur de Pipa -aunque se tarda algo más de 1 hora en coche puesto que hay que dar un largo rodeo por el interior-, se encuentra el pueblo de Baía Formosa. Lugar donde nació, creció y sigue viviendo el actual campeón del mundo de surf, Ítalo Ferreira. Después de compartir varios baños con los locales de Pipa y de observarles desde la orilla, reconozco en ellos la misma actitud seria pero desenfadada en el agua que Ítalo muestra en la vida …excepto durante una manga. A diferencia del “pro” del que he hablado antes, a Ítalo y a los chavales de Pipa se les nota que disfrutan cuando surfean, expresan emociones al surfear la ola de la misma manera que no paran de hablar entre dos series. Es un surf más latino, y también más primitivo en el aspecto en que el surf era considerado un deporte y un divertimento por los polinesios, no una competición. Quizá no sea un surf tan profesional… pero solo cuando no están compitiendo! Pero quizá, a diferencia del “pro” protagonista de esta historia, han logrado alcanzar ese equilibrio perfecto entre el rendimiento máximo y el divertimento.



jueves, 9 de abril de 2020

Brazil Ep 2 - El gigante desconocido



Una de las cosas que más me atraía de este viaje era la posibilidad de conocer de primera mano, aunque solo fuera de forma breve y superficial, ese gigante desconocido. Me refiero a la realidad aplastante que supone el surf brasileño a día de hoy en la escena mundial, muy denostado en medios anglosajones seguramente por haber desbancado a estos países (EE.UU. y Australia) de sus posiciones de liderazgo.En el país del Ordem e Progresso seguramente hay más surfistas que en cualquier otro país del mundo. Ya ha llovido mucho desde que Fabio Gouveia y Flavio Teco Padaratz fueran los primeros pros en el circuito ASP a tiempo completo a principios de los 90, hasta tal punto que 3 surfistas del top5 del 2019 son brasileños, incluido el campeón del mundo. También lo son 3 de los 4 últimos campeones del mundo. Pero por otro lado son múltiples y muy duras las críticas que reciben los surfistas profesionales brasileños en las redes sociales (sobretodo comparado con sus rivales americanos, australianos, etc.), especialmente por parte de internautas anglosajones. 

Así que tenía cierta curiosidad por aprender un poco más sobre el surf en ese gran país, aunque tampoco podía esperar mucho en solo dos semanas en un único lugar y sin nadie que me guiase. Cuáles son sus héroes? Sus referentes? Hasta qué punto los 30 años de dictadura militar (1954-1985) frenaron el desarrollo del surf? O su eclosión internacional más allá de algunas muy meritorias actuaciones individuales en Hawaii como la de Pepe Lopes, finalista del Pipe Masters en 1976? 



Ya hablé en este blog, hace tiempo, de Tito Rosemberg, el gran vagabundo del surf. El brasileño que se encontró a Naughton y Peterson en el Sáhara y los acogió en su Land Rover salvándoles la vida. Por qué su nombre no ha pasado a la posteridad como el de Naughton o Peterson? Y los viajes de Adrian Kojin, periodista y fotógrafo, que en los años 90 recorrió toda Sudamérica en moto con su tabla? Por qué han pasado desapercibidos fuera de Brasil?




En 1964 el australiano Peter Troy, cofundador del campeonato de Bells Beach, durante su periplo alrededor del mundo vio una tabla de surf en la arena de Copacabana y entró al agua con ella. Al día siguiente apareció en todos los periódicos del país, e incluso tuvo el honor de ser presentado al jefe de estado. Qué ha pasado en ese inmenso país desde ese lejano día hasta la victoria de Fabio Gouveia (padre del actual pro Ian Gouveia) en el campeonato del mundo amateur de 1988, que significó el desembarco de los brasileños en el surf moderno?

Desde luego que no tengo las respuestas, pero es sin lugar a dudas chocante lo ignorantes que somos respecto de cualquier cultura surfística que no sea la propia o, sobretodo, la que hemos mamado toda la vida “made in California”. El último campeón del mundo de surf californiano fue Tom Curren en 1990; las tablas y los shapers australianos, europeos, brasileños o sudafricanos están al mismo nivel que las marcas hegemónicas californianas; si hiciéramos una lista de las 10, o incluso de las 20 mejores olas del mundo probablemente no habría ninguna de California; hace años que no se celebra ningún campeonato profesional de la primera división del surf mundial en aguas costeras californianas… pero en cambio la mayoría somos capaces de reconocer el pier de Huntington Beach o un line-up de Malibú. Pero cuantos spots brasileños sabemos ubicar en el mapa?





Como acabo de decir no tengo las respuestas a todas esas preguntas. Pero la sensación que me llevo de mi dos semanitas surfeando en una minúscula porción de la costa brasileña, una muestra a todas luces demasiado insignificante, es que Brasil llegó para quedarse y que solo estamos viendo la punta del iceberg. Quizá Brasil no tenga olas tan buenas como Australia, Indonesia, Sudáfrica o Canarias… pero su población es muy joven, gran parte de la costa es tropical, por lo que se puede surfear en bañador todo el año, y casi siempre hay olitas. El agua caliente durante todo el año ha demostrado ser un factor determinante para que el nivel medio sea muy alto, pues permite que ya desde muy jóvenes los chavales puedan surfear cada día de al año. Y eso se traduce en la presencia de surfistas en la élite mundial.

Espero volver algún día a Brasil, y concretamente a Pipa, y espero que la próxima vez me pueda sentar un buen rato con Tito Rosemberg, que solo a mi regreso descubrí que ahora vive allí, y que me ayude a entender un poco mejor ese gigante tan desconocido.