jueves, 9 de abril de 2020

Brazil Ep 2 - El gigante desconocido



Una de las cosas que más me atraía de este viaje era la posibilidad de conocer de primera mano, aunque solo fuera de forma breve y superficial, ese gigante desconocido. Me refiero a la realidad aplastante que supone el surf brasileño a día de hoy en la escena mundial, muy denostado en medios anglosajones seguramente por haber desbancado a estos países (EE.UU. y Australia) de sus posiciones de liderazgo.En el país del Ordem e Progresso seguramente hay más surfistas que en cualquier otro país del mundo. Ya ha llovido mucho desde que Fabio Gouveia y Flavio Teco Padaratz fueran los primeros pros en el circuito ASP a tiempo completo a principios de los 90, hasta tal punto que 3 surfistas del top5 del 2019 son brasileños, incluido el campeón del mundo. También lo son 3 de los 4 últimos campeones del mundo. Pero por otro lado son múltiples y muy duras las críticas que reciben los surfistas profesionales brasileños en las redes sociales (sobretodo comparado con sus rivales americanos, australianos, etc.), especialmente por parte de internautas anglosajones. 

Así que tenía cierta curiosidad por aprender un poco más sobre el surf en ese gran país, aunque tampoco podía esperar mucho en solo dos semanas en un único lugar y sin nadie que me guiase. Cuáles son sus héroes? Sus referentes? Hasta qué punto los 30 años de dictadura militar (1954-1985) frenaron el desarrollo del surf? O su eclosión internacional más allá de algunas muy meritorias actuaciones individuales en Hawaii como la de Pepe Lopes, finalista del Pipe Masters en 1976? 



Ya hablé en este blog, hace tiempo, de Tito Rosemberg, el gran vagabundo del surf. El brasileño que se encontró a Naughton y Peterson en el Sáhara y los acogió en su Land Rover salvándoles la vida. Por qué su nombre no ha pasado a la posteridad como el de Naughton o Peterson? Y los viajes de Adrian Kojin, periodista y fotógrafo, que en los años 90 recorrió toda Sudamérica en moto con su tabla? Por qué han pasado desapercibidos fuera de Brasil?




En 1964 el australiano Peter Troy, cofundador del campeonato de Bells Beach, durante su periplo alrededor del mundo vio una tabla de surf en la arena de Copacabana y entró al agua con ella. Al día siguiente apareció en todos los periódicos del país, e incluso tuvo el honor de ser presentado al jefe de estado. Qué ha pasado en ese inmenso país desde ese lejano día hasta la victoria de Fabio Gouveia (padre del actual pro Ian Gouveia) en el campeonato del mundo amateur de 1988, que significó el desembarco de los brasileños en el surf moderno?

Desde luego que no tengo las respuestas, pero es sin lugar a dudas chocante lo ignorantes que somos respecto de cualquier cultura surfística que no sea la propia o, sobretodo, la que hemos mamado toda la vida “made in California”. El último campeón del mundo de surf californiano fue Tom Curren en 1990; las tablas y los shapers australianos, europeos, brasileños o sudafricanos están al mismo nivel que las marcas hegemónicas californianas; si hiciéramos una lista de las 10, o incluso de las 20 mejores olas del mundo probablemente no habría ninguna de California; hace años que no se celebra ningún campeonato profesional de la primera división del surf mundial en aguas costeras californianas… pero en cambio la mayoría somos capaces de reconocer el pier de Huntington Beach o un line-up de Malibú. Pero cuantos spots brasileños sabemos ubicar en el mapa?





Como acabo de decir no tengo las respuestas a todas esas preguntas. Pero la sensación que me llevo de mi dos semanitas surfeando en una minúscula porción de la costa brasileña, una muestra a todas luces demasiado insignificante, es que Brasil llegó para quedarse y que solo estamos viendo la punta del iceberg. Quizá Brasil no tenga olas tan buenas como Australia, Indonesia, Sudáfrica o Canarias… pero su población es muy joven, gran parte de la costa es tropical, por lo que se puede surfear en bañador todo el año, y casi siempre hay olitas. El agua caliente durante todo el año ha demostrado ser un factor determinante para que el nivel medio sea muy alto, pues permite que ya desde muy jóvenes los chavales puedan surfear cada día de al año. Y eso se traduce en la presencia de surfistas en la élite mundial.

Espero volver algún día a Brasil, y concretamente a Pipa, y espero que la próxima vez me pueda sentar un buen rato con Tito Rosemberg, que solo a mi regreso descubrí que ahora vive allí, y que me ayude a entender un poco mejor ese gigante tan desconocido.

4 comentarios:

Iñigo Urdinaga dijo...

Muy buenas reflexiones, Niegà.

El surfing está en manos de países y gentes de habla inglesa (sobretodo EEUU y Australia) y va a ser muy difícil que eso cambie porque se hicieron los dueños de los medios surferos más potentes, el circuito, las marcas multinacionales del mundillo, etc. (Y el colonialismo no se cura ni en décadas...).

Al margen de que a nosotros nos gusten más o menos los surfistas brasileños, en general, nunca me ha gustado cómo los tratan los medios yanquis (peor los estadounidenses que los australianos), incluso algunos medios españoles, llegando a rozar el racismo o el clasismo.

Cuando Medina se proclamó campeón del mundo, para mí la noticia era que por primera vez un surfista de habla no inglesa era el number one. (No es verdad del todo, Felipe Pomar fue el primero). Y eso no era una anécdota o algo meramente simbólico, sino el comienzo de todo un cambio de ciclo en el mundo de los campeonatos.

Los brasileños han venido para quedarse, además son megacompetitivos, y la paradoja positiva de esto ojalá sea que los yanquis, al no ser ganadores siempre, empiecen a dar menos importancia a los campeonatos y más a otras visiones del surf...

Iñigo Urdinaga dijo...

Y muy buenos ejemplos los que pones.
Desconocía a Tito Rosemberg y a Adrian Kojin... Muy significativo...

Somos más occidentales de lo que creemos, culturalmente hablando, y miramos mucho a California, Hawái, Australia, y muy poco a otros lugares (toda latinoamérica, Japón...). Aparte, que nos hacen mirar.... Los yanquis son muy buenos vendiéndose.

Gran parte de la cultura surf de países de habla no inglesa se nos pasa desapercibida también por no acertar en eso, ¿no?

Fran dijo...

Que tal Niega!
Vaya, he de reconocer que me has provocado mas de una reconsideración. Me parece muy merecida esa reivindicación que dedicas a esas personas. Muy interesante como de costumbre, gracias.
Saludos!

Anónimo dijo...

Trestles (California) sí ha estado en la más alta competición de surf en algunas de las últimas temporadas, aunque es cierto que en los últimos tres años no. Ahora lo que queda de Cali en el Tour es la piscina de Kelly en Lemoore :-) Sin embargo, y pese a la gente, Rincón me parece una ola maravillosa. Pesa mucho el mito californiano; seguramente no tienen las olas de Indo o Perú ni la temperatura brasileña, pero no es un mal lugar si te gusta el surf y su cultura (la que el tío Sam y los aussies nos han vendido).

Brasil siempre ha sido una máquina exportando talento. Fíjate en el fútbol, el skateboard, deportes de lucha, donde muchos de los mejores son brasileños. Deportes que son baratos (luego accesibles) a toda esa juventud que tiene hambre (literal). Se le llama hacer de la necesidad virtud. Alcanzar el éxito y salir en muchos casos de la miseria (como pasa con otros depoertes y deportistas en África también). Lo da todo quién nada tiene que perder. Entrenan más que nadie, son de naturaleza más extrovertida, atrevida y a veces creativa. Y para salir de su realidad saben que necesitan brillar. Tienen ese espíritu de sacrificio de la gente humilde y toda la determinación. Son millares de pequeños Slaters cuando lo daba todo en las chustas de Florida y tenía la fijación de ser el mejor. Sólo que de 20.000 chavales brasileños, llegaran a ganarse el pan dos o tres con el surf.
Hay otros factores como la Fé (la religiosidad se la toman muy a pecho) y encuentran mucho apoyo psicológico siguiendo a Diós y aprenden a ser sacrificados. También el hecho del patriotismo, querer hacer "grande" a su país. Ésto último ha llevado también a la élite del deporte a deportistas brasileiros que no eran de orígen humilde pero sí devotos de su país o de Jesús.

Miquel