viernes, 1 de julio de 2022

La Historia Del Surf A Través de Tres60 por Javier Amezaga




“Yo empecé a surfear gracias a 3sesenta. En el primer número de esta revista es donde vi, por primera vez, que se podía surfear con chustas, con olitas de medio metro, que era lo que a veces teníamos a orillas del Medi. Hasta entonces pensaba que la práctica del surf se circunscribía a las olas grandes, debido a las espectaculares imágenes – normalmente grabadas en Hawái – con las que cerraban muy ocasionalmente algún noticiario de la tele. Y mi única referencia nacional era la de Galicia, pues durante la previa de un partido del Mundial de España ’82 que se disputaba en A Coruña, el helicóptero enfocó durante unos segundos a unos surfistas en el Orzán. Pero en el Medi, donde nací y crecí, nunca teníamos olas como las de Hawái o Galicia. Así pues seguramente no era posible surfear en el Medi. O eso pensaba yo al mirar las chustas durante nuestras sesiones de windsurf en otoño e invierno en las playas de Cambrils (Tarragona).

Hasta que un día, en un quiosco de Cambrils, vi una revista de surf: el primer número de la 3sesenta. Y en sus páginas vi fotos de campeonatos en olas pequeñas y fofas, como las que a veces nos visitaban en la Costa Daurada (…)” 

Así empieza el texto que le mandé a Javi Amezaga para La Historia Del Surf a Través de Tres60, obra del mismo Javier en el que recoge los mejores, o al menos los más importantes momentos, de la historia de NUESTRO surf desde mediados de los 80 y hasta el presente. La historia no la escriben los vencedores. Quizá en política sí, pero no en el surf. La historia verdadera la escriben los que la vivieron en primera persona, los que estuvieron allí, cada uno la suya. Personal e intransferible. Y muy pocos son los que han visto tanto, sin ser los protagonistas principales de la película, como Javier, Jakue, Paloma y Borja. 

Recorriendo – y releyendo- las páginas de este precioso libro he reconocido muchos reportajes y fotos… y en muchos casos me he acordado de dónde estaba yo cuando los leí por primera vez; cómo me impactaron y cómo me moldearon como surfista y como persona. Para bien y para mal. 
 
Sí, el libro es una invitación a la nostalgia. Pero también una muestra de la evolución, de todas las cosas (y personas) que han pasado por este microcosmos nuestro y que han dado forma al presente que tenemos ahora, para ayudarnos a entenderlo, con sus cosas buenas y sus cosas… no tan buenas. No se me ocurre ninguna herramienta mejor a día de hoy para alcanzar ambos objetivos. 

Ideal para recordar el pasado durante un momento de calma y tranquilidad mientras calentamos nuestros huesos viejos al lado de la estufa en invierno… o para regalar a es@ hij@, sobrin@ o amig@ que empieza este verano a vivir su propia historia con el surf. 

Lo podréis encontrar aquí y no me llevo ni un céntimo, como debe ser: Historiadelsurf.com









lunes, 15 de febrero de 2021

Si te gustó el vídeo de Tom Curren en México de hace unas semanas...

 ...tienes que mirar este dónde analizan su técnica y estilo. Y si no flipaste con el vídeo de Tom Curren (éste), entonces igual estás en el blog equivocado.



martes, 2 de febrero de 2021

Vídeos de surf #prefieropornocasero

Hubo un tiempo en que los vídeos de surf eran escasos (vhs, CDs) y su estreno/llegada a la tienda era muy esperada. A día de hoy, y desde hace ya muchos años, estamos atiborrados de vídeos de surf; no solamente las marcas y productoras, sino que cualquier surfista saca vídeos. La red está llena de ellos... y hablo de vídeos como tales (Youtube, Vimeo…), no de pequeños clips de instagram (que también).

Y sin embargo llevo bastante tiempo aburriéndome cuando los miro (salvo muy raras excepciones), y no se trata tanto de las temáticas, pues hay para todos los gustos, sino de la estética y la producción. Me explico:

Básicamente hay dos tipos de vídeos (y esto sirve para todos los deportes de acción): 

(a) los que narran una historia; son los de la escuela de Bruce Brown, Thomas Campbell, etc. (aunque algunos cuentan historias muy interesantes con producciones mucho más sencillas, como muchos videoblogs)

(b) los puramente de acción (eso no quiere decir que los de arriba no puedan tener mucha acción también); son los de la escuela de Taylor Steele, etc.

Ambos estilos me gustan y se merecen todo mi respeto y admiración por igual. Pero en ambos, últimamente, abundan una serie de factores que, quizá por su repetición, me acaban aburriendo (salvo muy honrosas excepciones). A saber:

-demasiadas imágenes a cámara lenta: la translucidez del labio de la ola con la luz del sol cuando cae y envuelve al surfista, el spray del giro, ese take off al límite y un largo sinfín de situaciones que los filmers se empeñan en mostrarnos una y otra vez a cámara lenta. Hace 20 años tenía gracia. Una o dos tomas vale, pero en muchos vídeos se abusa de este recurso.

-los filtros: sí, esos filtros imitación de cuando se filmaba en 8mm o 16mm, con mucho grano, a veces incluso distorsionando el sonido. Lo mismo: tuvo gracia en un primer momento pero… en 2021?

-los recursos visuales (el onanismo del filmer): enséñame una vista aérea de una serie perfecta rompiendo de principio a fin en Jbay, Mundaka, Honolua Bay, Desert Point o Rincón y deja las imágenes grabadas desde la ventanilla del coche en el trayecto del aeropuerto a la playa - o como caen las gotas de lluvia sobre el mar-, en el disco duro… please!

-no ver la ola entera: Taylor Steele fue el primero en hacer vídeos de una sucesión de giros y maniobras y abrió la veda. Con el paso de los años he descubierto que lo que más me interesa no es solo ver la ola entera, sino incluso apreciar como se acerca la ola al pico, la dinámica entre los surfistas (quien va a buscarla, quien se aparta...), quienes, como y dónde la reman y el takeoff. Para luego ver la surfeada hasta el final (tubo, giros, transiciones y hasta que se acaba la ola). Esto es más fácil de realizar en aquellos spots donde hay algún sitio alto en la orilla -Orrua, Blacks Beach, Uluwatu…- pero ahora también gracias a los drones en cualquier playa.

Quizá por todas estas razones últimamente disfruto más viendo vídeos de canales/filmers con una producción menor pero que dan una imagen más real del baño. Normalmente filmados en olas decentes o muy buenas, con un elenco de surfistas muy variado (a veces aparecen pros, pero también hay gente de nivel bajo), con un mix de olas muy bien surfeadas y otras con caídas, y casi siempre enseñando las olas de principio a final.

Me estoy refiriendo a canales como Surfers Of Bali, SoCal Surfer, Brad Jacobson y algunos más. Funcionan como una muestra de lo que aquél día, en aquella franja horaria, ocurrió en esa playa/pico. 

Un poco como los vídeos de porno casero, donde quizá la producción no es tan cuidada, ni los protagonistas son capaces de hacer lo mismo que los actores profesionales, pero donde igual uno se encuentra más reflejado…



sábado, 12 de diciembre de 2020

Ridículo de la WSL #shameonyou

Que la WSL tenga que postponer la celebración de un campeonato de surf por Covid-19, a la sazón el Pipe Masters que se estaba celebrando estos días, demuestra la falta de experiencia y profesionalidad de esta misma organización. Y seguramente también los pocos medios que destinan a hacer las cosas bien profesionalmente.

En un año en el que se han celebrado campeonatos del mundo de F-1 y de Moto-GP, grandes vueltas ciclistas y otras competiciones deportivas que mueven a muchísima más gente entre competidores, staff, técnicos, etc. que un campeonato de surf, con retos logísticos mucho mayores, la WSL acaba de dejar en ridículo al surf profesional... es decir a ellos mismos.

Para una organización cuyo modelo de negocio pasa por legitimar el surf de competición a ojos del gran público, no es la mejor noticia. Parece mentira que hubo un día en que un campeonato del circuito profesional de surf contaba con patrocinadores como Coca-Cola, Toyota, etc y juntaba a decenas de miles de personas en la playa con la final retransmitida en directo por la TV en horario de máxima audiencia.

Pero en fin, por suerte el surf es mucho más que eso.

sábado, 14 de noviembre de 2020

Memorias del Subdesarrollo

 Por Júlio Adler y Joao Valente – los Buoy Brothers

Publicado en Swellnet.com el jueves 20 octubre 2020

 

Es muy duro resistirse a la tentación. Pero caer en ella es únicamente culpa tuya.

 

Por “tuya” nos referimos a ti, prensa de surf anglosajona. Crecimos y nos formamos observando desde la distancia la guerra entre americanos y australianos para ver quien era más cool y sus esfuerzos por dominar el surf de competición. Todos hemos oído hablar del artículo de John Witzig en Surfer Magazine de 1967 “We’re Tops Now”, reivindicando por primera vez la supremacía del surf australiano tras la decisiva victoria de Nat Young en los Campeonatos del Mundo de 1966… así como la respuesta, algo comedida pero muy reivindicativa, treinta años más tarde en la misma revista “Who’s Tops Now?”, de la mano de Sam George, celebrando el dominio yanqui de la mano de la generación Momentum/Slater a mediados de los 90.

 

Pero esos eran otros tiempos. Las revistas de surf tenían mucho peso y las batallas que en sus páginas se libraban eran bastante más elaboradas que la lluvia de improperios y descualificaciones sin sentido que hoy encontramos en los comentarios de muchas entradas en internet. Y sin embargo, acaso podríamos culpar a nadie si a día de hoy un brasileño escribiese su propia versión del “Look Who’s Tops Now!”?

 

Y es que tendría derecho a hacerlo, ¿o no? Para ser justos, hay que reconocer que los surfistas brasileños, a día de hoy, se han ganado con creces su derecho a reivindicar a los cuatro vientos su posición en la cúspide de la pirámide del surf de competición. Es más, cuando eres un joven rookie brasileño, no solo tienes que entrar por la puerta trasera, si no que además tienes que derribar esa misma puerta antes de que te oigan golpearla.

 

Y si esta última frase te suena familiar, no es casualidad*.

 

“¿Qué es la historia sino una fábula sobre la que todos nos hemos puesto de acuerdo?” dijo Napoleón Bonaparte desde su escasa altura. Si de algo sabemos los surfistas es de fábulas. Nuestro universo gira entorno a historias épicas muy bien articuladas sobre diferentes personajes y eventos… presenciadas por muy pocos, amplificadas por muchos y aceptadas por todos.

 

Nuestra propia historia es la suma de todas estas personas y episodios, repetidos hasta la saciedad en numerosos artículos en revistas, libros y películas bajo un único punto de vista: la historia del surf es una fábula anglosajona sobre la que todos nos hemos puesto de acuerdo. Una historia americana, a la cual se unieron desde muy pronto los australianos, y que desde entonces se ha observado únicamente bajo este prisma, ignorando completamente todo lo que se encontraba más allá.

 

Así que os lanzamos un envite, queridos lectores del eje anglosajón, para que salgáis de vuestra burbuja y asumáis otro punto de vista. Solo necesitaréis un poco de empatía y, quizá, salir de vuestra zona de confort.

 

El Tercer Mundo

En 1976, cuando Pepê Lopes posó al lado los otros cinco finalistas del Pipe Masters, el brasileño era el único surfista en cuya tabla podía verse la pegatina de un patrocinador: JB, por aquél entonces uno de los principales periódicos del país.

 

Con eso no queremos decir que Pepê fuese el primer surfista profesional. Todas las otras tablas lucían el logo icónico de Lightning Bolt, en palabras de Matt Warshaw “una marca tan perfecta, tan fácilmente identificable, que no necesitaba ningún texto”, convirtiéndolas en brillantes vallas publicitarias de la principal marca de surf de aquellos tiempos.




 

Aún así, es irónico que el único finalista, junto con Lopez, MR, Rory Russell, Paul Naude y Mike Amstrong, con un patrocinador ajeno al surf sea, curiosamente, el que más a menudo ha sido ignorado, cuando no directamente dejado fuera de la foto, al recordar ese campeonato.

 

Mucho antes, doce años para ser exactos, el peruano Eduardo Arena había sido invitado al Campeonato del Mundo de Manly donde observó asombrado a millares de personas animando a los surfistas y celebrando la victoria de Midget Farrelly.

 

“Unas 7.000 personas abarrotaban Manly Beach el sábado, pero al día siguiente, segundo día del campeonato, domingo 17 de Mayo, se calcula que había entre 65.000 y 70.000 personas en la playa y calles adyacentes disfrutando del evento,” narra la crónica del Daily Telegraph de Sídney. Al darse cuenta de la ausencia de una organización global que regulase el deporte, Arena formó la International Surfing Federation en 1964 y empezó a coronar campeones cada año. Básicamente creó las reglas, y le dio forma, a lo que acabaría por convertirse, muchas décadas más tarde, en ese fenómeno sobrenatural que nos cautiva como zombies durante largas horas de la noche ante la pantalla del ordenador para observar como hombres, y mujeres, se enfrentan en las olas intentando conseguir unas puntuaciones que nadie es capaz de explicar realmente.

 

Nosotros, dentro de nuestra propia burbuja, recorríamos vuestro mismo camino. Pero la realidad era bastante más dura. Mientras los americanos y los australianos, más algún que otro sudafricano, seguíais con vuestra vida – a veces maravillosa, todo hay que decirlo- nosotros estábamos allí al lado, todo el rato, leyendo ávidamente todo lo que la prensa del surf americana y australiana publicaba, analizando cada foto, estudiando cada palabra y devorando cada película viniese de donde viniese. El abismo que nos separaría más tarde no existía entonces, pero sí una barrera idiomática que mantenía nuestros universos aparte. Y vosotros, sencillamente, no os fijabais en nosotros.

 

Como siempre había excepciones.

Felipe Pomar hizo historia, ignorando barreras. Lo mismo se puede decir de los hermanos franceses De Rosnay, Joel y Arnaud. Este último se casó con Jenna, la hermosa hija adolescente de John Severson (descansa en paz, viejo bribón). Pero eso es otra historia. El hecho es que aparte de estos ejemplos, toda Sudamérica, Europa y la casi totalidad del resto del mundo no eran más que una exótica aventura.

 

… pero volvamos a esa foto del Pipe Masters.

 

Si bien al principio– y solo estamos hablando del surf de competición – debido a la inocencia del momento vuestra simple aceptación nos bastaba, el tiempo acabaría demostrando que le principal motor de la furia competitiva latinoamericana sería la peor de las emociones: el resentimiento.

 

¡Cómo duele el triunfo ajeno!

En el estudio sobre el resentimiento encontramos muchas pistas para entender el comportamiento de las naciones dominantes en la guerra o en el deporte… que básicamente son una misma cosa excepto en el número de bajas.

 

El origen es el mismo en inglés, francés, italiano, portugués o español: sentimentum. De sentimiento. Por lo que resentimiento significa volver a sentir. Disculpad ese desvío etimológico, pero más adelante todo cobrará sentido.

 

Un estudio publicado en el Brazilian Journal of Behavioural and Cognitive Therapy anunciaba las cinco emociones más a menudo diagnosticadas por los psicólogos: ansiedad, culpa, depresión, indecisión e inseguridad. ¡Vaya bombazo! En su momento, esa mezcla fue como gasolina para un motor de explosión para la Australia de los sesenta y los setenta; y como ya apuntara Nick Carroll, solo era cuestión de tiempo para que otro país se alimentase de estas mismas frustraciones y devolviera el golpe.

 

La liberación

Quizá sea exagerado reducir la explicación de toda esta historia a una única palabra; resentimiento. Una economía exuberante a principios de los 2000, combinada con la llegada de una generación brillante sin los vicios de las anteriores también contribuyeron mucho a la causa.

 

En serio: hurgad detrás de cada sonrisa perfecta y de cada laboriosa victoria brasileña en el Tour y encontraréis, al menos, treinta años de amargura. No podemos hablar por los surfistas de otros países latinoamericanos, como la Campeona del Mundo peruana Sofía Mulanovich. Pero lo que sí está claro es que si bien tras unos inicios en los que la relación del surf anglosajón con el surf brasileño fue vista como algo exótico y simpático, muy pronto las sospechas se adueñaron de ambos contendientes.

 

La ausencia absoluta de reconocimiento nos enfureció. No pedíamos mucho. ¿Quizá algo de crédito por estar compartiendo los mismos momentos? ¿Quizá el reconocimiento a la breve carrera competitiva de Pepê Lopes y Daniel Friedman, o de los descubrimientos y exploraciones de Tito Rosemberg, y qué decir de la actitud sin miedo en las olas grandes en Hawái de los Brazil Nuts entre 1972 y 1986… o del simple hecho de haber estado siempre allí, en el circuito, desde sus inicios? 




Mientras tanto, en el otro bando, vuestras alarmas empezaron a sonar con la aparición de esa banda tan ruidosa que únicamente era una amenaza cuando competía en casa… pero que empezaba a creer que se merecía un lugar en el nuevo club de la IPS. ¿¡Cómo nos atrevíamos!? Si durante los primeros años los brasileños seguían el Tour buscando principalmente aventuras y buenas olas, de pronto alguien llegó a la escena competitiva con una actitud muy diferente; estamos hablando de Cauli Rodrigues.

 

Carlos Felipe Veiga Lima Rodrigues es nuestro Midget Farrelly: tozudo, arisco y muy competitivo. Dominó la escena competitiva local entre 1978 y 1984, antes de la creación del circuito profesional brasileño en 1987. Cauli se atrevió a soñar con formar parte “del club” y se marchó a Australia para mejorar su surf, sus tablas, sus resultados y, como no, su nivel de reconocimiento público.

 

La primera bofetada es la más dolorosa

Viajamos en el tiempo rápidamente hasta 2012. Pocos minutos antes de que suene la bocina en Peniche, Gabriel Medina domina la final sobre el favorito de los medios, Julian Wilson. Se acuerdan… Who was on Tops?

 

Gabriel siguió la senda de Adriano, que lo dio todo entre 2008 y 2015, que a su vez hizo el mismo periplo que las generaciones anteriores que fueron ridiculizadas y despreciadas.

 

La historia se repite, alimentada por la ansiedad, la culpa, la depresión, la indecisión y la inseguridad… hasta que llegamos a los ciclos de resentimiento.

 

La WSL parece ignorar este aspecto, tan poco valorado y sin embargo fascinante, de la historia del surf profesional. Derek Hynd pareció entenderlo desde el principio cuando tuvo que escribir sobre el surf de competición, ya sea por impulso o por necesidad, recurriendo a los escritores rusos: la vida es dolor; el hombre es infeliz.

 

Este es el primero en una serie de artículos que haremos buscando en nuestras memorias colectivas. 

No esperamos cambiar nada. Simplemente queremos contar buenas historias… buenas fábulas sobre las que todos nos pongamos de acuerdo.

 

*”Derribar la puerta”, en inglés Bustin’ Down the Door, nombre de un polémico artículo escrito por Wayne “Rabbit” Bartholomew en los años 70 sobre la actitud de los surfistas australianos en Hawái, y cuya publicación le costó la dentadura. Para más información visita este excelente artículo pinchando AQUÍ.

 

JULIO ADLER y JOAO VALENTE son los BUOY BROTHERS

Júlio y Joao son dos veteranos periodistas de surf, brasileño uno y portugués el otro. Tienen un podcast y colaboran documentando el auge del surf de habla portuguesa. Además son buenos amigos míos y compañeros de sobremesa en nuestra casa en Torquay ya hace años… y de alguna que otra sesión en Euskadi, Iparralde o Portugal cuando nuestros caminos se han cruzado.

Publicaron este texto (que he traducido y publico aquí con su consentimiento) a finales de octubre en Swellnet.com y, a pesar de que va dirigido al público anglosajón, creo que es muy relevante para aprender y observar cómo se vive el surf y su historia fuera del mundo anglosajón que es el que nos domina culturalmente desde los inicios. Quizá algunos lectores avezados encontrarán otros paralelismos en sus argumentos con realidades más cercanas geográficamente. Eso lo dejo al (buen) criterio de cada uno.

domingo, 4 de octubre de 2020

D.E.P. SURFER Magazine

Hoy es un día triste; muy triste. La decana de las revistas de surf del mundo mundial. La que inició, en los años 60, una senda totalmente inexplorada y desconocida, la de los medios de comunicación de surf, ha sacado su último número. Último para siempre: SURFER Magazine cierra. Desaparece. La editorial American Media, actual propietaria de la revista después de varios cambios, ha decidido matar el título (así como Bike y mi también muy querida, muy estimada y ya añorada Powder).



Surfer Magazine nació como The Surfer Quarterly en 1960 de la mano de uno de los hombres renacentistas del surf: John Severson. Por aquél entonces no había ningún medio de comunicación que hablase de surf. Solo las películas que se proyectaban en los cines de vez en cuando. Desde entonces SURFER Magazine ha estado en la vanguardia de todo lo que ha pasado en el surf, especialmente en los años 90, donde la competencia era muy fuerte (Surfing, Trans World Surf, etc). Pero yo siempre fui de la Surfer (y más tarde, cuando apareció, también de The Surfer's Journal).

Su Special Travel Issue que sacaba cada año era un tesoro de sitios de los que nunca habíamos oído hablar. La historia y la ola de Mavericks apareció por primera vez en SURFER Magazine, la primera portada de John John Florence cuando todavía era un mocoso a principios de los 2000, esa portada en los años 80 con Nias de escándalo, ese primer reportaje sobre Tavarua, los viajes de Naughton y Peterson a través del mundo, las tiras cómicas de Wilbur Kookmeyer, etc., etc.. 

Rick Griffin, a la postre famoso por sus pósters y portadas de los discos de Grateful Dead, fue su director creativo, así como Dave Carson. Todas las grandes plumas y las mejores lentes del surf han visto plasmada sus obras en sus páginas.

Me viene recuerdos de a finales de los 80, principios de los 90 me sabía de memoria qué quioscos de Las Ramblas de Barcelona recibían esa revista y de la satisfacción cuando por fin conseguía el nuevo número. Y si encima cuadraba que al día siguiente había olas, satisfacción completa!! Y hoy, uno de los pilares sobre el que nació y se cimentó ese ente extraño que llamamos la "cultura surf" ha desaparecido.

Como ya dijera Severson en su día: "En este mundo abarrotado el surfista todavía puede buscar y encontrar el día perfecto, la ola perfecta y estar a solas con el surf y sus pensamientos." Y SURFER Magazine era parte de este proceso y esta manera de entender el surf. D.E.P. SURFER Magazine.

Pincha AQUÍ para ver una selección de las 25 mejores portadas de SURFER Magazine.

lunes, 3 de agosto de 2020

Curiosidades cinematográficas - Le llaman Bodhi... #ballsofsteel

La revista británica de surf Wavelength, decana en el Reino Unido, está proyectando todo el verano películas clásicas de surf en un cine al aire libre en Watergate Bay. Para calentar el ambiente publican artículos y curiosidades sobre cada una de las películas en su web, la mayoría escritas por Paul Evans (ex-Surf Europe). 

Sin lugar a dudas una de las historias que más me ha gustado es la de Derrick Doerner, contando cómo le convencieron para que hiciera de doble de Patrick Swayze en la escena final de Point Break (Le llaman Bodhi). Y como Derrick (legendario tamañero, socorrista y waterman de Hawaii) tuvo que pedirle a Laird Hamilton que le ayudara a que la peña le dejase unas cuantas olas solitarias un día épico en Waimea Bay para rodar este wipe out:



Toda la historia AQUÍ.


lunes, 27 de julio de 2020

Una historia nunca antes contada #furbo

Ocurrió en un día de invierno, hace muchos años, allí abajo en el Sur, donde el invierno siempre parece menos invierno. Concretamente en la playa de Arrifana, ese arenal conocido por, entre otras cosas, brindar olas consistentemente cerronas... aunque desde el pueblo, arriba donde normalmente se deja el coche, parezca que abran. En concreto, en todas las veces que he estado allí, solo recuerdo dos olas que abriesen: una la cogí yo y la tengo inmortalizada en una secuencia de fotos en algún disco duro pues conseguí realizar un giro estéticamente no malsonante. Y la otra la cogió Marlon Lipke y se marcó un áereo frontside de aúpa con el que se sobrevoló media playa; al año siguiente entraría en el WCT.

Y el día de autos también. Ese día encontré un semipico, muy poco consistente, en medio de una corriente donde rompía una izquierdita. Una chusta, sí, pero un oasis en un desierto. Solo rompía una ola en cada serie y nunca conseguía pillarla… pues siempre la cogía él.

Llevábamos rato así. Me pusiese donde me pusiese, cuando por fin llegaba esa solitaria y codiciada izquierda, él se encontraba invariablemente más cerca del pico y, por lo tanto, disponía de la prioridad para cogerla mientras yo me autoengañaba pensando en la segunda ola de la serie; segunda ola que nunca aparecía. Y vuelta a empezar: largos minutos de espera, remando ocasionalmente y agobiado por el viento incesante, para situarme más cerca del pico que él cuando volviese a entrar la izquierda… para volver a fracasar.

Al cabo de un rato tuve que admitir que le odiaba. Muchos eran los factores: su media sonrisilla socarrona cuando remaba la ola; el hecho de que apenas surfease mejor que yo (éramos un par de paquetes), por lo que su dominio sobre mí no se debía a su mayor técnica o pericia, sino simplemente a factores desconocidos y, no podía ser de otra manera, sobrenaturales (un motor bajo el agua? Un gps invisible que le decía exactamente donde situarse?); que aparentaba ser incluso más joven que yo; y lo peor de todo, que no era un local.

Y es que mi amigo, al cabo de un buen rato y para amenizar los largos minutos de espera entre ola y ola, me pidió la hora. Y allí descubrí que no era portugués, sino italiano.

Ah amigo!!! Como Viriato ante las centurias del romano Quinto Servilio Cepión, como las tropas griegas de Odiseo en las puertas de Troya o como las huestes de Erwin Rommel en Bir Hakeim vislumbré una oportunidad, un talón de Aquiles, un flanco débil que me apresuré a explotar.

Le contesté la hora en perfecto portugués para, seguidamente, explicarle (también en la lengua de Pessoa y Camoes) que a partir de ese momento me tocaba a mí coger olas y que hiciera el favor de no molestar.

¡Qué hube dicho! Se rompió el maleficio y como dócil cordero mi nuevo “amigo” dejó de tener la preferencia cada vez que llegaba la solitaria izquierda. Ahora era yo el que lucía una sonrisa socarrona cuando remaba la ola mientras le veía en el brazo (ad-)mirándome y valorando la opción de saltarle una ola o no a un "local". Nunca se atrevió, y al cabo de media hora salió del agua cabizbajo y con evidente cara de frustración. Cambió la marea y la izquierdita dejó de abrir, y poco después salí yo. 

Subimos la cuesta que va de la playa al pueblo a unos 50 metros de distancia el uno del otro. Él delante; yo detrás.

Pero mi satisfacción todavía sufriría un epílogo. Mi “amigo” llegó a su coche, donde le esperaba una chica. Casualidad de las casualidades, su automóvil estaba aparcado justo al lado de mi furgoneta. Cuando me vio llegar a mi furgo, reparó en la matrícula de la misma y no pudo evitar exclamar un grito de rabia mezclada con frustración. Me había dejado todas las olas pensando que yo era portugués y solo entonces descubría el engaño.

La sonrisa tardó varios días en desaparecer de mi cara.

martes, 21 de julio de 2020

No escribo más por que... #vivelavidasinhacerelridículo

No escribo más a menudo por que nadie lo lee. 

Pero quizás eso sea bueno. Está demostrado que la lectura incita a tener ideas propias y, por estadística, muchas de las ideas que se nos ocurren son malas (otras muchas son regulares y algunas son buenas). También es probable que ejecutemos algunas de esas ideas (tanto buenas como regulares y malas). Como por ejemplo comprarnos un middle length twin fin a lo Torren Martin y bajar a la playa a surfear nuestras chustas (por que a diferencia de Francia o Portugal, principalmente tenemos chustas y cuando entra algo de mar, las playas raramente dan buenos baños… asumámoslo), con una camisa de lino abierta o un traje de marca rara y suplir nuestra falta de talento y pericia con posturas raras y totalmente disfuncionales encima de la tabla encerrados en una visión de lo que somos -y de lo que ocurre a nuestro alrededor- que se encuentra a millones de kilómetros de años luz de la realidad. 

No quiero tener encima de mi conciencia el peso de que uno de mis textos haya podido influir en que alguien haga algo así. Por eso y por si acaso, de momento, no escribo más a menudo.

lunes, 27 de abril de 2020

¿Cómo afectará el covid19 al surf?



Estos días, a raíz de diferentes noticias que he leído, le he estado dando vueltas al tema del surf como lo conocemos y del futuro que nos espera. Es obvio que nos vamos a mover en unos escenarios variables en función de la incidencia de la pandemia, que no se comportará de la misma manera en diferentes lugares ni en diferentes épocas del año. Así pues, y hasta que no se descubra y se distribuya una vacuna eficaz, estaremos ante unos escenarios inciertos que irán variando en función de múltiples factores (época del año, incidencia de la pandemia en cada zona, etc). A medida que la vacuna se vaya distribuyendo por todo el mundo, empezará una época post-covid que quizá será muy similar a lo que conocíamos hasta hace un par de meses… o quizá los cambios ocurridos durante este periodo de transición comportarán transformaciones más permanentes. Así pues por partes:

Nuestro día a día
Ayer dejaron salir a los niños a la calle por primera vez. En Catalunya (por ejemplo) cada ayuntamiento decide -desde ayer- si se puede ir a la playa o no, y si se puede bañar o no. Así en Barcelona no se podía ni siquiera pisar la arena pero en poblaciones no muy lejanas sí, e incluso bañarse (Badalona por ejemplo). Mañana nos darán más información sobre la práctica deportiva que podremos hacer a partir del sábado. ¿Entrará el surf dentro de las practicas deportivas permitidas? Entiendo que un Ayuntamiento que deja que la gente vaya a hacer deporte o a pasear a la playa, de forma individual o con las personas con las que comparte un mismo techo, no debería oponerse a la práctica de deportes individuales en esa misma playa… siempre y cuando se respeten las distancias mínimas (surf, pero también natación en aguas abiertas, kayak, windsurf, kitesurf, etc…).

Sospecho que las playas de las grandes ciudades seguirán vetadas durante un tiempo ya que en ellas es imposible mantener las distancias de seguridad, pero no me sorprendería que en zonas costeras de baja densidad demográfica y poca incidencia de la pandemia se permitiese… eso sí, únicamente a la gente de la localidad (¿control de acceso al municipio o la playa?).

De todas formas si algo ha quedado claro de momento es que en España impera el café para todos: hay municipios, provincias, comunidades autónomas en las que la incidencia de la pandemia ha sido muy residual pero que han sido sometidas a las mismas restricciones que Madrid o Barcelona por parte de una administración central muy poco dada a regular. Ya sabemos que ante una situación complicada aquí impera la cultura del prohibir antes que regular.

Quiero ser optimista y pensar que la gente que vive en zonas con baja intensidad demográfica podrá surfear en “su” playa en breve (¿la semana que viene?). Y en cambio que los que vivan cerca o en grandes centros urbanos (Zurriola, Uribe Kosta, Orzán, Gijón, etc) lo tengan mucho peor y deban esperar, ya que de momento no se permite el desplazamiento entre dos poblaciones si no es por motivos de trabajo.
  
La competición
Durante 30 años (1983-2013) el surf de competición estuvo gobernado por la A.S.P., en cuyo órgano de decisión se encontraban representados los atletas y la industria del surf. La crisis económica del 2008 y sus consecuencias propiciaron una pérdida de fuelle de la industria del surf, que vio como sus esfuerzos de llevar el deporte al siguiente nivel en cuanto a audiencia (algo muy normal en una lógica capitalista) no eran recompensados. En 2013 un magnate del mundo editorial, Dirk Ziff, creó la empresa Zosea y adquirió los derechos de la ASP sobre el surf profesional. Esta empresa ya no tiene a los competidores ni a la industria del surf dentro de sus órganos de dirección, por lo que sus intereses no tienen porque coincidir con los de estos. Tras varios años de continuar la senda de la ASP, y viendo que el número de espectadores en las retransmisiones de los campeonatos seguía siendo muy bajo, y por lo tanto el nivel de patrocinios también, Zosea (World Surf League es la marca, Zosea es la empresa) sustituyó a su CEO hace pocos meses. Ojo al dato: quitó a una directiva que venía del mundo de la competición y la sustituyó por otro que viene del mundo del ocio y la televisión. Los cambios no han tardado en hacerse notar, y todo indica que Zosea quiere impulsar otras vertientes del surf menos ligadas a la competición: reality shows, concursos de surf casero anti confinamiento, episodios ligados a experiencias que cambiaron la vida a la gente, documentales en canales de pago entorno a las grandes figuras del deporte, etc..

Parece pues como si el mismo órgano que gestiona la competición del surf quisiera dar más importancia a otros aspectos del mismo en detrimento de... ¡la competición! ¿Cómo reaccionarán los competidores? ¿Y la industria? Al fin y al cabo es esta la que paga los sueldos de los competidores y gran parte del coste de los campeonatos. 

Y aquí interviene una variable que nos afectará a todos a corto/medio plazo pero que nadie sabe cuando va a acabar: las restricciones para viajar. En Australia ya dan por descontado que tardarán entre 1 año y 18 meses en poder viajar fuera del país sin restricciones. Es muy posible que estas restricciones poco a poco vayan despareciendo, pero quizá no lo hagan a la vez. En efecto llegará un momento en que para nosotros será posible viajar dentro de Europa pero… ¿ir a Indonesia? ¿Donde por un lado tardarán más en controlar la pandemia y por otro la calidad de la sanidad pública quizá no lo hará aconsejable? ¿O quizá tengan muchos menos casos que nosotros y quieran aislar a la población local?

Imaginemos que las compañías aseguradoras empiecen a excluir ciertos países de sus coberturas debido a la situación de la pandemia en estos. ¿Se atreverá Zosea a organizar campeonatos si no están cubiertos por las compañías aseguradoras? ¿Se atreverán a ir los competidores sabiendo que si enferman ahí o se lesionan, tendrán que pagar de su bolsillo la repatriación o un eventual tratamiento? ¿Aceptarán las administraciones locales de estos países un campeonato en el que venga gente de fuera que quizá contagie a la población local?

Las grandes crisis traen grandes cambios, muchas veces por que no queda más remedio, pero en ocasiones son aprovechadas por los actores para ir en la dirección que les interesa. Esta situación que he descrito arriba quizá solo sea provisional, obligada por las circunstancias durante un año o dos, pero igual para entonces ya será demasiado tarde para volver donde estábamos hace unos meses… simple y llanamente porque ya no interese. Quizá no sea descabellado pensar que podemos volver a un tour estilo años 80, con campeonatos principalmente en Europa, EE.UU. y Australia en playas concurridas de veraneantes -aunque la calidad de la ola no sea muy buena- junto con, por ejemplo, varias pruebas en piscinas de olas. 

¿Se creará un circuito alternativo por parte de algunos competidores que no estarán de acuerdo, como ya ocurrió en los albores del surf de competición en los años 70/80, cuando coexistieron brevemente dos circuitos paralelos? 

¿O quizá a algunos competidores y a la industria este enfoque más “estilo de vida” les favorezca, pues les quita la presión de conseguir resultados y la inversión es menor que la de montar un WCT? 

¿Es quizá la oportunidad soñada de la ISA para dar un golpe encima de la mesa? 

¿Y qué pinta el surf en los JJOO de Tokio del 2021? ¿Si el circuito profesional como lo conocemos pierde fuelle, podría ser que los JJOO y los campeonatos del mundo ISA pasen a ser el máximos exponente de la competición del surf (como ocurre con otros deportes)?

O quizá me equivoco y, tras dos años de semiparón, en el 2022 volvamos a estar donde estábamos en enero del 2020.


La industria y el comercio
Cuando hablamos de industria del surf mezclamos a muchas empresas diferentes. Hay cadenas de tiendas de surf, fábricas de tablas y de trajes que trabajan para muchas marcas, hay medios de comunicación que forman parte de grandes conglomerados de prensa de todo tipo, hay empresas que compiten en el sector de la moda y que cotizan en bolsa, hay ingenierías que desarrollan tecnologías para hacer olas en lagunas, hay instalaciones deportivas para la práctica del surf, etc. Y a su lado hay surfshops de toda la vida, shapers artesanales, escuelas de surf unipersonales, revistas que sobreviven a duras penas, etc.

Yo en cambio prefiero la distinción entre lo imprescindible y lo superfluo. Para surfear necesitamos olas, una tabla, un invento, parafina o grip y un traje de neopreno o un bañador. Todo lo demás es superfluo.

En los últimos años ya hemos visto que una parte del comercio se ha centrado sobretodo en vender aquellos productos verdaderamente fundamentales (trajes, tablas y poco más), donde si bien los márgenes comerciales son inferiores a los de la ropa, no sufren la competencia de los stores de marca, y el producto no pasa de moda tan rápidamente. Es decir venden el material imprescindible para la práctica del surf.

Creo que a corto plazo la industria que sufrirá más el parón es aquella que depende de la deslocalización para abaratar costes productivos y que está obligada a grandes stocks que se vuelven obsoletos con el paso del tiempo. El taller de shape que sea capaz de seguir teniendo suministros de foams, resina, etc, herramientas, etc. seguirá haciendo tablas. La gente seguirá surfeando. Seguiremos surfeando. Quizá no encargaremos tablas para ir a destinos lejanos como antes, o no tan a menudo, pero se continuarán haciendo tablas porque seguiremos yendo al agua. Seguro que algunos se quedarán por el camino (lo mismo pasará con algunas escuelas y algunas tiendas), pero a medio plazo la cosa no cambiará mucho. Por ejemplo, según unos de sus directivos, en Orbea calculan que un 30% de las tiendas de bici de España están en serio peligro de desaparecer por culpa de la pandemia y posterior crisis económica. Esto es debido a que en los últimos años ha habido un boom de la bici y han surgido muchas tiendas de la nada. La situación es bastante diferente en el surf, donde la crisis del 2008 ya hizo una gran purga.

Quizá quien más sufrirá es el comercio donde hay un capital invertido importante si la temporada es muy mala y no tienen fuelle para capear la inminente crisis económica. No descarto que cada vez más compremos directamente al fabricante si desaparece el intermediario (la tienda). Espero que ello no signifique el toque de gracia para las tiendas de surf, parte fundamental de la experiencia de surfear y de nuestro legado. Es muy posible que las cosas se encarezcan si lo que antes se producía en Asia ahora tiene que producirse en Europa, o por que hay que añadir costes de higienización, pero poco más.

Lo mismo con las escuelas: las grandes con muchos empleados y mucho stock de trajes y tablas pueden pasarlo mal. Las más pequeñas seguramente sobrevivirán. Seguramente las restricciones para viajar signifiquen el final de muchas escuelas y camps que trabajan principalmente para el turismo.

Los surftrips
Recientemente leí la entrevista que Nick Carroll (hermano de Tom Carroll, bicampeón del mundo) le hizo al responsable de un surfcamp de Kandui (en las Mentawai, Indonesia). Si queréis leerla entera pinchad AQUÍ. Algunas consideraciones son muy acertadas y pueden trasladarse a otros destinos.

Para empezar tenemos que tener en cuenta que muchos destinos de surf se encuentran en países menos desarrollados que nosotros: Indonesia, Maldivas, Marruecos, Centroamérica, Sudamérica, etc. Estos países se verán mucho más afectados que nosotros por la crisis económica que nos va a azotar. Además seguramente tardarán mucho más tiempo en vacunar a toda la población una vez la vacuna esté disponible, y es posible que nunca lo consigan en algunas zonas remotas. 

Obvia decir que a nadie le gusta viajar por placer a una zona de extrema pobreza y tendremos que tener en cuenta los factores que en muchos casos acarrea esta situación (mayor índice de criminalidad, problemas de higiene, etc). Los surfistas somos especialistas en viajar a zonas muy remotas donde hay graves problemas de salud pública (malaria, dengue, ébola…) y es posible que estos destinos se conviertan en todavía más arriesgados. ¿Lo asumiremos?

Todo eso si es que nuestra póliza de seguros de viaje lo permite.

Y si las autoridades locales permiten el turismo extranjero ante el miedo de que contagiemos a la población local que no ha sido vacunada.

Y siempre y cuando los locales no nos vean como una amenaza por esta misma razón.

Está claro que no es lo mismo ir a Bali (por ejemplo) que a una isla remota delante de las costas Sumatra. En Bali (o Maldivas) la industria turística es muy fuerte, es el motor de la economía y seguramente trabajarán a fondo para conseguir ser un destino “sano” como hasta ahora, pero otros destinos igual ya pasen a ser demasiado arriesgados.

¿Y los billetes de avión? Los principales países “ricos” están inyectando dinero en sus aerolíneas de bandera para que estas no desaparezcan, pero con las restricciones de destinos, la bajada de número de viajeros por turismo debido a la recesión económica y el hecho de que los aviones se verán obligados a reducir su capacidad para mantener la distancia entre pasajeros, es muy probable que durante un tiempo el coste de los billetes se encarezca. Y más si las aerolíneas de bajo coste desaparecen. Un ejemplo: 
En 1950 un ida/vuelta Londres - NY costaba entre 5.000 y 6.000 USD de los de hoy (en función de la temporada).
En 1970 ese mismo vuelo costaba unos 3.200 USD de los de hoy.
Y hasta hace pocos meses se podía encontrar por menos de 500 USD.
¿Seguirán siendo los billetes tan baratos como lo eran en épocas recientes con la previsible disminución de clientes y la posible disminución de la competencia? Ojalá, pero tengo mis dudas.

Así que a corto plazo solo podremos viajar a los destinos que las restricciones nos permitan. Primero seguramente solo dentro de España , después igual solo dentro de la UE. Pero Marruecos en invierno? Bali o Maldivas? Costa Rica o México? Australia? Pueden tardar bastante más. Y ya no digamos ya islas remotas donde el turismo no es una fuente de riqueza suficientemente importante para la población local.

Y hasta aquí mi bola de cristal. Muchas preguntas y pocas respuestas, pero creo que he conseguido dar una visión global de los factores que influyen en lo que nos vamos a encontrar en los próximos meses y quizá años. Sea como sea, volveremos a surfear… tan bien o tan mal como antes.