lunes, 27 de abril de 2020

¿Cómo afectará el covid19 al surf?



Estos días, a raíz de diferentes noticias que he leído, le he estado dando vueltas al tema del surf como lo conocemos y del futuro que nos espera. Es obvio que nos vamos a mover en unos escenarios variables en función de la incidencia de la pandemia, que no se comportará de la misma manera en diferentes lugares ni en diferentes épocas del año. Así pues, y hasta que no se descubra y se distribuya una vacuna eficaz, estaremos ante unos escenarios inciertos que irán variando en función de múltiples factores (época del año, incidencia de la pandemia en cada zona, etc). A medida que la vacuna se vaya distribuyendo por todo el mundo, empezará una época post-covid que quizá será muy similar a lo que conocíamos hasta hace un par de meses… o quizá los cambios ocurridos durante este periodo de transición comportarán transformaciones más permanentes. Así pues por partes:

Nuestro día a día
Ayer dejaron salir a los niños a la calle por primera vez. En Catalunya (por ejemplo) cada ayuntamiento decide -desde ayer- si se puede ir a la playa o no, y si se puede bañar o no. Así en Barcelona no se podía ni siquiera pisar la arena pero en poblaciones no muy lejanas sí, e incluso bañarse (Badalona por ejemplo). Mañana nos darán más información sobre la práctica deportiva que podremos hacer a partir del sábado. ¿Entrará el surf dentro de las practicas deportivas permitidas? Entiendo que un Ayuntamiento que deja que la gente vaya a hacer deporte o a pasear a la playa, de forma individual o con las personas con las que comparte un mismo techo, no debería oponerse a la práctica de deportes individuales en esa misma playa… siempre y cuando se respeten las distancias mínimas (surf, pero también natación en aguas abiertas, kayak, windsurf, kitesurf, etc…).

Sospecho que las playas de las grandes ciudades seguirán vetadas durante un tiempo ya que en ellas es imposible mantener las distancias de seguridad, pero no me sorprendería que en zonas costeras de baja densidad demográfica y poca incidencia de la pandemia se permitiese… eso sí, únicamente a la gente de la localidad (¿control de acceso al municipio o la playa?).

De todas formas si algo ha quedado claro de momento es que en España impera el café para todos: hay municipios, provincias, comunidades autónomas en las que la incidencia de la pandemia ha sido muy residual pero que han sido sometidas a las mismas restricciones que Madrid o Barcelona por parte de una administración central muy poco dada a regular. Ya sabemos que ante una situación complicada aquí impera la cultura del prohibir antes que regular.

Quiero ser optimista y pensar que la gente que vive en zonas con baja intensidad demográfica podrá surfear en “su” playa en breve (¿la semana que viene?). Y en cambio que los que vivan cerca o en grandes centros urbanos (Zurriola, Uribe Kosta, Orzán, Gijón, etc) lo tengan mucho peor y deban esperar, ya que de momento no se permite el desplazamiento entre dos poblaciones si no es por motivos de trabajo.
  
La competición
Durante 30 años (1983-2013) el surf de competición estuvo gobernado por la A.S.P., en cuyo órgano de decisión se encontraban representados los atletas y la industria del surf. La crisis económica del 2008 y sus consecuencias propiciaron una pérdida de fuelle de la industria del surf, que vio como sus esfuerzos de llevar el deporte al siguiente nivel en cuanto a audiencia (algo muy normal en una lógica capitalista) no eran recompensados. En 2013 un magnate del mundo editorial, Dirk Ziff, creó la empresa Zosea y adquirió los derechos de la ASP sobre el surf profesional. Esta empresa ya no tiene a los competidores ni a la industria del surf dentro de sus órganos de dirección, por lo que sus intereses no tienen porque coincidir con los de estos. Tras varios años de continuar la senda de la ASP, y viendo que el número de espectadores en las retransmisiones de los campeonatos seguía siendo muy bajo, y por lo tanto el nivel de patrocinios también, Zosea (World Surf League es la marca, Zosea es la empresa) sustituyó a su CEO hace pocos meses. Ojo al dato: quitó a una directiva que venía del mundo de la competición y la sustituyó por otro que viene del mundo del ocio y la televisión. Los cambios no han tardado en hacerse notar, y todo indica que Zosea quiere impulsar otras vertientes del surf menos ligadas a la competición: reality shows, concursos de surf casero anti confinamiento, episodios ligados a experiencias que cambiaron la vida a la gente, documentales en canales de pago entorno a las grandes figuras del deporte, etc..

Parece pues como si el mismo órgano que gestiona la competición del surf quisiera dar más importancia a otros aspectos del mismo en detrimento de... ¡la competición! ¿Cómo reaccionarán los competidores? ¿Y la industria? Al fin y al cabo es esta la que paga los sueldos de los competidores y gran parte del coste de los campeonatos. 

Y aquí interviene una variable que nos afectará a todos a corto/medio plazo pero que nadie sabe cuando va a acabar: las restricciones para viajar. En Australia ya dan por descontado que tardarán entre 1 año y 18 meses en poder viajar fuera del país sin restricciones. Es muy posible que estas restricciones poco a poco vayan despareciendo, pero quizá no lo hagan a la vez. En efecto llegará un momento en que para nosotros será posible viajar dentro de Europa pero… ¿ir a Indonesia? ¿Donde por un lado tardarán más en controlar la pandemia y por otro la calidad de la sanidad pública quizá no lo hará aconsejable? ¿O quizá tengan muchos menos casos que nosotros y quieran aislar a la población local?

Imaginemos que las compañías aseguradoras empiecen a excluir ciertos países de sus coberturas debido a la situación de la pandemia en estos. ¿Se atreverá Zosea a organizar campeonatos si no están cubiertos por las compañías aseguradoras? ¿Se atreverán a ir los competidores sabiendo que si enferman ahí o se lesionan, tendrán que pagar de su bolsillo la repatriación o un eventual tratamiento? ¿Aceptarán las administraciones locales de estos países un campeonato en el que venga gente de fuera que quizá contagie a la población local?

Las grandes crisis traen grandes cambios, muchas veces por que no queda más remedio, pero en ocasiones son aprovechadas por los actores para ir en la dirección que les interesa. Esta situación que he descrito arriba quizá solo sea provisional, obligada por las circunstancias durante un año o dos, pero igual para entonces ya será demasiado tarde para volver donde estábamos hace unos meses… simple y llanamente porque ya no interese. Quizá no sea descabellado pensar que podemos volver a un tour estilo años 80, con campeonatos principalmente en Europa, EE.UU. y Australia en playas concurridas de veraneantes -aunque la calidad de la ola no sea muy buena- junto con, por ejemplo, varias pruebas en piscinas de olas. 

¿Se creará un circuito alternativo por parte de algunos competidores que no estarán de acuerdo, como ya ocurrió en los albores del surf de competición en los años 70/80, cuando coexistieron brevemente dos circuitos paralelos? 

¿O quizá a algunos competidores y a la industria este enfoque más “estilo de vida” les favorezca, pues les quita la presión de conseguir resultados y la inversión es menor que la de montar un WCT? 

¿Es quizá la oportunidad soñada de la ISA para dar un golpe encima de la mesa? 

¿Y qué pinta el surf en los JJOO de Tokio del 2021? ¿Si el circuito profesional como lo conocemos pierde fuelle, podría ser que los JJOO y los campeonatos del mundo ISA pasen a ser el máximos exponente de la competición del surf (como ocurre con otros deportes)?

O quizá me equivoco y, tras dos años de semiparón, en el 2022 volvamos a estar donde estábamos en enero del 2020.


La industria y el comercio
Cuando hablamos de industria del surf mezclamos a muchas empresas diferentes. Hay cadenas de tiendas de surf, fábricas de tablas y de trajes que trabajan para muchas marcas, hay medios de comunicación que forman parte de grandes conglomerados de prensa de todo tipo, hay empresas que compiten en el sector de la moda y que cotizan en bolsa, hay ingenierías que desarrollan tecnologías para hacer olas en lagunas, hay instalaciones deportivas para la práctica del surf, etc. Y a su lado hay surfshops de toda la vida, shapers artesanales, escuelas de surf unipersonales, revistas que sobreviven a duras penas, etc.

Yo en cambio prefiero la distinción entre lo imprescindible y lo superfluo. Para surfear necesitamos olas, una tabla, un invento, parafina o grip y un traje de neopreno o un bañador. Todo lo demás es superfluo.

En los últimos años ya hemos visto que una parte del comercio se ha centrado sobretodo en vender aquellos productos verdaderamente fundamentales (trajes, tablas y poco más), donde si bien los márgenes comerciales son inferiores a los de la ropa, no sufren la competencia de los stores de marca, y el producto no pasa de moda tan rápidamente. Es decir venden el material imprescindible para la práctica del surf.

Creo que a corto plazo la industria que sufrirá más el parón es aquella que depende de la deslocalización para abaratar costes productivos y que está obligada a grandes stocks que se vuelven obsoletos con el paso del tiempo. El taller de shape que sea capaz de seguir teniendo suministros de foams, resina, etc, herramientas, etc. seguirá haciendo tablas. La gente seguirá surfeando. Seguiremos surfeando. Quizá no encargaremos tablas para ir a destinos lejanos como antes, o no tan a menudo, pero se continuarán haciendo tablas porque seguiremos yendo al agua. Seguro que algunos se quedarán por el camino (lo mismo pasará con algunas escuelas y algunas tiendas), pero a medio plazo la cosa no cambiará mucho. Por ejemplo, según unos de sus directivos, en Orbea calculan que un 30% de las tiendas de bici de España están en serio peligro de desaparecer por culpa de la pandemia y posterior crisis económica. Esto es debido a que en los últimos años ha habido un boom de la bici y han surgido muchas tiendas de la nada. La situación es bastante diferente en el surf, donde la crisis del 2008 ya hizo una gran purga.

Quizá quien más sufrirá es el comercio donde hay un capital invertido importante si la temporada es muy mala y no tienen fuelle para capear la inminente crisis económica. No descarto que cada vez más compremos directamente al fabricante si desaparece el intermediario (la tienda). Espero que ello no signifique el toque de gracia para las tiendas de surf, parte fundamental de la experiencia de surfear y de nuestro legado. Es muy posible que las cosas se encarezcan si lo que antes se producía en Asia ahora tiene que producirse en Europa, o por que hay que añadir costes de higienización, pero poco más.

Lo mismo con las escuelas: las grandes con muchos empleados y mucho stock de trajes y tablas pueden pasarlo mal. Las más pequeñas seguramente sobrevivirán. Seguramente las restricciones para viajar signifiquen el final de muchas escuelas y camps que trabajan principalmente para el turismo.

Los surftrips
Recientemente leí la entrevista que Nick Carroll (hermano de Tom Carroll, bicampeón del mundo) le hizo al responsable de un surfcamp de Kandui (en las Mentawai, Indonesia). Si queréis leerla entera pinchad AQUÍ. Algunas consideraciones son muy acertadas y pueden trasladarse a otros destinos.

Para empezar tenemos que tener en cuenta que muchos destinos de surf se encuentran en países menos desarrollados que nosotros: Indonesia, Maldivas, Marruecos, Centroamérica, Sudamérica, etc. Estos países se verán mucho más afectados que nosotros por la crisis económica que nos va a azotar. Además seguramente tardarán mucho más tiempo en vacunar a toda la población una vez la vacuna esté disponible, y es posible que nunca lo consigan en algunas zonas remotas. 

Obvia decir que a nadie le gusta viajar por placer a una zona de extrema pobreza y tendremos que tener en cuenta los factores que en muchos casos acarrea esta situación (mayor índice de criminalidad, problemas de higiene, etc). Los surfistas somos especialistas en viajar a zonas muy remotas donde hay graves problemas de salud pública (malaria, dengue, ébola…) y es posible que estos destinos se conviertan en todavía más arriesgados. ¿Lo asumiremos?

Todo eso si es que nuestra póliza de seguros de viaje lo permite.

Y si las autoridades locales permiten el turismo extranjero ante el miedo de que contagiemos a la población local que no ha sido vacunada.

Y siempre y cuando los locales no nos vean como una amenaza por esta misma razón.

Está claro que no es lo mismo ir a Bali (por ejemplo) que a una isla remota delante de las costas Sumatra. En Bali (o Maldivas) la industria turística es muy fuerte, es el motor de la economía y seguramente trabajarán a fondo para conseguir ser un destino “sano” como hasta ahora, pero otros destinos igual ya pasen a ser demasiado arriesgados.

¿Y los billetes de avión? Los principales países “ricos” están inyectando dinero en sus aerolíneas de bandera para que estas no desaparezcan, pero con las restricciones de destinos, la bajada de número de viajeros por turismo debido a la recesión económica y el hecho de que los aviones se verán obligados a reducir su capacidad para mantener la distancia entre pasajeros, es muy probable que durante un tiempo el coste de los billetes se encarezca. Y más si las aerolíneas de bajo coste desaparecen. Un ejemplo: 
En 1950 un ida/vuelta Londres - NY costaba entre 5.000 y 6.000 USD de los de hoy (en función de la temporada).
En 1970 ese mismo vuelo costaba unos 3.200 USD de los de hoy.
Y hasta hace pocos meses se podía encontrar por menos de 500 USD.
¿Seguirán siendo los billetes tan baratos como lo eran en épocas recientes con la previsible disminución de clientes y la posible disminución de la competencia? Ojalá, pero tengo mis dudas.

Así que a corto plazo solo podremos viajar a los destinos que las restricciones nos permitan. Primero seguramente solo dentro de España , después igual solo dentro de la UE. Pero Marruecos en invierno? Bali o Maldivas? Costa Rica o México? Australia? Pueden tardar bastante más. Y ya no digamos ya islas remotas donde el turismo no es una fuente de riqueza suficientemente importante para la población local.

Y hasta aquí mi bola de cristal. Muchas preguntas y pocas respuestas, pero creo que he conseguido dar una visión global de los factores que influyen en lo que nos vamos a encontrar en los próximos meses y quizá años. Sea como sea, volveremos a surfear… tan bien o tan mal como antes.

3 comentarios:

Fran dijo...

Que tal Niega!
Interesante, profundo y creo que muy acertado tu diagnostico del panorama actual y de lo que esta por venir. En cuanto a nuestro día a día, yo lo de este sábado próximo no lo tengo muy claro, a ver, estoy a 5 minutos de coche de la playa, en caso de no poder utilizar ese medio (me imagino que no permitirán el trafico) me llevaría mas o menos 25 minutos en ir andando(algo que en principio descarto...) y supongo que llegaría algo cansado, cosas de la edad... Creo que vamos a estar una temporada con los nervios a flor de piel, tensión en las redes, fotos-denuncia y demás... Supongo que una de las claves esta en cuando y en que circunstancias se va a permitir pillar el coche, ahí ya dependerá de las posibilidades de cada persona, habra quien este dispuesto a meterle dos horas (ida y vuelta) en un mismo dia sabiendo que vas a disfrutar de unas buenas condiciones y con poca gente en el agua, en todo caso es posible que cambien el panorama en muchos de esos rincones de nuestra costa.
Poco que añadir a al resto, comparto tu punto de vista.
Saludos!

azuldeultramar dijo...

Incierto nuestro futuro es, joven padawan.
Que la fuerza nos acompañe!

Xabi dijo...

Muy buen artículo!

Ayer por ejemplo en Zarautz se podía acceder a la playa a pasear, pero en Donosti no. Me parece una decisión acertada porque en cuanto a más espacio menos roce. Espero que el sábado nuestro alcalde se enrolle y nos deje surfear ;)

Soy optimista y creo que algunos surfistas, sobre todo los de secano, dejarán de entrar al agua y cambiarán las olas por otro hobby. En la actualidad muchos surfistas no viven en la costa y estos no podrán surfear durante varias semanas o incluso algunos meses. El verano no suele ser una buena época para surfear por aquí y el abordaje de las escuelas de surf tampoco motiva a nadie. Luego llegará septiembre/octubre que es posible que tengamos que confinarnos otra vez. Y en seguida tenemos encima el crudo invierno, que con la inactividad de varios meses y el frío, a más de uno le dará pereza ponerse el traje mojado en el parking de la playa. Así que muchos surfistas podrían estar más de medio año o más sin surfear con continuidad y desmotivarse con el surfing. 

Bueno, ya he comentado al principio que soy optimista...