Y ese concepto fue rescatado del olvido por Rip Curl hace un par de años, con la creación de una etapa móvil del circuito WCT; es decir que cada año se disputa en un país o incluso una zona del mundo diferente. En el 2005 fue en la
Isla Reunión, en el 2006 en
La Jolla (México) y este año en
Arica (Chile). Incluso hay una persona de Rip Curl cuyo único trabajo consiste en buscar lugares donde trasladar el evento cada año, siempre que reúnan una serie de requisitos (que haya una ola de calidad y consistente durante las fechas del campeonato siendo el principal).
Pues bien, parece ser que después de los problemas que tuvieron en Chile para la edición de este año (su primera opción no era Arica, si no la zona de Pichilemu, pero no llegaron a entenderse con los habitantes y ecologistas de la zona -ver
aquí-),
ahora tienen problemas similares para la edición del 2008.
(La ola de Gnaraloo, también llamada Tombstones)
La opción escogida para el 2008 es la ola de Gnaraloo, en el Noroeste de Australia, una de las mejores izquierdas del mundo: fuerte, hueca y situada en una zona muy inhóspita. Se encuentra al Norte de Carnavon, y rompe sobre los arrecifes del Ningaloo National Park, un parque nacional submarino mucho menos conocido que la Great Barrier Reef de Queensland y mucho más espectacular (según me ha dicho gente que ha visitado extensivamente ambos). No muy lejos -en términos australianos- de Gnaraloo rompe otra ola, también una izquierda sobre reef, llamada Red Bluff.
(Red Bluff)
Estas dos olas son objeto de peregrinación anual cada invierno por multitud de surfistas australianos, especialmente de Western Australia, que acampan en sus orillas durante semanas. Los mismos maretones que entran desfasados en Margaret River producen izquierdas huecas y salvajes ahí arriba, antes de llegar a Indo. La costa es muy agreste y desértica, por lo que hay que llevar de todo (un buen 4x4, tiendas, comida y agua, gasolina y tablas para olas fuertes). No son olas fáciles; en Gnaraloo, Martin Potter –entonces recién coronado campeón del mundo- fue cazado por una serie mientras remontaba y acabó con el hombro dislocado. Desde hace años, cada verano aparecen fotos de esas olas pues muchos freesurfers aprovechan su visita del otoño/invierno austral para acabar el recorrido en esas olas. Además, las dos primeras ediciones de los Billabong Challenge (maravillosos videos, por cierto), que sirvieron de entreno a Occy para retomar el pulso al surf competitivo antes de atacar el WQS y luego coronarse como campeón del mundo, tuvieron lugar en Gnaraloo. O sea que, sabiéndolo o no, todos hemos visto ya muchas veces las olas de Gnaraloo en revistas y vídeos.
(Vista de Google Earth del campamento de Gnaraloo)
Toda la extensión de costa de Gnaraloo es
propiedad privada, de un señor que tiene una finca de 91.000 hectáreas, de las cuales 60 km. son costa. Para acampar en esas olas hay que pagar un peaje, y este señor se cuida de que haya unos lavabos (rústicos) y un mínimo de vigilancia.
Pues bien, según la
prensa este señor ha sido contactado por Rip Curl para que la etapa The Search se desarrolle en esas olas.
Los locales –que en realidad no lo son, pues nadie vive ahí, pero es su segundo hogar pues acampan ahí durante semanas cada invierno- han decidido que no es justo. Que Gnaraloo se encuentra en un sitio de flora y fauna privilegiada que se verá seriamente amenazada con la llegada de los pros, los periodistas, su corte y demás. Y que por si fuera poco, ya se encuentra la zona bastante saturada en invierno, y al borde del colapso por la falta de recursos naturales para todos los que visitan esa zona, como para hacerla más famosa todavía. Han abierto una
petición online de firmas contra el proyecto y quieren llegar a las 5.000 firmas, para poder dirigirse al gobierno de Western Australia y tratar de impedir que este les conceda los permisos –y las subvenciones que Rip Curl pide- para realizar la prueba del WCT.
Estamos hablando de una zona donde
la naturaleza es muy virgen. Muy fuerte (mar bravo, sol abrasador, vientos constantes, peces muy grandes y voraces en el agua), pero a la vez muy frágil (no hay agua dulce, la vegetación difícilmente soporta el impacto del hombre…). Un lugar de
absoluta belleza (el que más me arrepiento de no haber visitado cuando estuve en Australia) y mimado por los visitantes (todos surfistas), para quienes se ha convertido en un
retiro espiritual con olas de clase mundial. Por otro lado, esta ola rompe dentro de una propiedad privada -la costa, el reef obviamente no- de un granjero que tiene la oportunidad de hacer mucho dinero en muy poco tiempo con lo que puede cobrar a Rip Curl para utilizar sus tierras (además de proveerles de agua, electricidad, etc…). Y todo eso
para el mayor disfrute de todos los surfistas del mundo que veremos las fotos, vídeos, etc… del campeonato.
(No sé lo que es. Un trozo del continente australiano, en el interior, visto desde Google Earth. Sea lo que sea, desde esa perspectiva es precioso, ¿no?)
¿Qué hacer?
¿Hay que preservar la ola de los ojos del gran público para que siga siendo disfrutada por los pocos que tienen huevos como para sobrevivir ahí varias semanas… o, al contrario, hay que dejar que el capitalismo siga su curso y se haga el campeonato?
Sabiendo que en este último caso igual se acaba construyendo un surf camp – o un resort- con piscina, socorristas, un ambulatorio y motos de agua para ir al pico y espantar a los tiburones… y que nos permita, a todos nosotros, poder ir a surfear esas izquierdas sin ser Indiana Jones.
Yo ya lo tengo claro, pero me interesa oír vuestras opiniones.