Piscinas de olas – LA CONTRA
Marco me señala hacia la derecha y me dice: “Ahí rompía mi derecha, la que era mi ola preferida”.
Marco (que en realidad se llama Made) es un surfista local de Tuban, cerca de Kuta, en Bali, que se gana la vida transportando surfistas a los reefs de las cercanías del aeropuerto en una pequeña embarcación de madera. Pero la ola que rompía ahí donde señala no es una de esas rompientes de arrecife coralino legendarias -y que sirven de iniciación al surf balinés-, si no que es (o mejor dicho “era”) una ola sobre fondo arenoso, que rompía muy rápida, muy cerca de la orilla y únicamente durante un corto periodo de tiempo en función de la marea. Ahí surfeaban a diario los chavales de las barcas, entre viaje y viaje al reef, en sus pedazos de tablas partidas y con una gracia y velocidad que a muchos nos gustaría tener. Ahora en su lugar hay un espigón de piedra –uno de tantos- que sirve para tratar de contener la arena con la cual están creando una línea de playa artificial delante la zona de Kartika.
Muchos se preguntarán que tiene esto que ver con las piscinas de olas y, en especial, con la del Siam Park en Tenerife. Creo que puedo aventurarme a asegurar que para muchos de nosotros uno de los atractivos más fuertes del surf es el contacto con la naturaleza: la luz, los colores, las texturas que la brisa dibuja en la superficie del agua, nuestros reflejos en el fondo de arena los días de sol y agua transparente... por no hablar de la fauna marina en sitios poco contaminados. Somos muchos para los cuales el surf no se resume a una simple búsqueda de adrenalina; en función de nuestro estado de ánimo preferiremos un baño en olas mediocres en un paraje espectacular a un baño en olas perfectas rodeados, por ejemplo, de una zona industrial abandonada gris y sucia.
Ahora bien, el ser humano todavía no ha adquirido los conocimientos necesarios (y esperemos que no lo haga nunca) como para reproducir la naturaleza a su antojo. Muchas han sido las piscinas de olas que han visto la luz y han sido presentadas como pócima milagrosa ante la situación de congestión en los picos o la ausencia de condiciones favorables. Y casi todas han fracasado en su intento, pues o han desaparecido o se han reconvertido: en algunos casos por falta de rendimiento económico (como por ejemplo la del Ocean Dome de Myazaki, que con diferencia era la mejor piscina en cuanto a la calidad de sus olas) y en otros casos se han reconvertido en meras pisicinas de olas para bañistas... si es que en algún momento dejaron de serlo excepto en contadas ocasionas. Intentar reproducir la perfección, aleatoriedad y variedad de una rompiente natural en un charco de cloro –por mucho fondo de color azul turquesa que le echemos- es algo que todavía no hemos sabido hacer. Hacerlo en un lugar del mundo como Tenerife, donde pululan olas de enorme calidad y donde no hace mucho desaparecieron algunas de las mejores olas de Europa, es un insulto a nuestra memoria de surfistas. Aceptando las piscinas de olas como una alternativa válida –sobretodo las que se encuentran en lugares donde varias rompientes están todavía en peligro de desaparecer-, corremos el riesgo de que algún día nos las ofrezcan como moneda de cambio por una rompiente natural; es un peligro que no deberíamos estar dispuestos a correr y menos en plena de época de concienciación ecológica. Al fin y al cabo, y por mucha energía renovable que se utilice no hay ninguna energía más renovable que la del viento que nos da esas marejadas que todos queremos disfrutar en el mar. Esperemos que algún día, a diferencia de Marco, no tengamos que señalar algún espigón de la costa diciendo “ahí rompía la mejor derecha que he surfeado” mientras vamos camino de la piscina de olas.
-------------------------------------------------------------------------------------------------
Ya salió – hace unos días-, la nueva 3sesenta. Copio aquí (arriba) la columna de opinión que encontraréis en sus páginas, en respuesta al reportaje sobre la ola del Siam Park, en Tenerife.
Me largo unas semanas a Portugal a pillar olas y algo de sol, pero seguiré conectado.
Marco (que en realidad se llama Made) es un surfista local de Tuban, cerca de Kuta, en Bali, que se gana la vida transportando surfistas a los reefs de las cercanías del aeropuerto en una pequeña embarcación de madera. Pero la ola que rompía ahí donde señala no es una de esas rompientes de arrecife coralino legendarias -y que sirven de iniciación al surf balinés-, si no que es (o mejor dicho “era”) una ola sobre fondo arenoso, que rompía muy rápida, muy cerca de la orilla y únicamente durante un corto periodo de tiempo en función de la marea. Ahí surfeaban a diario los chavales de las barcas, entre viaje y viaje al reef, en sus pedazos de tablas partidas y con una gracia y velocidad que a muchos nos gustaría tener. Ahora en su lugar hay un espigón de piedra –uno de tantos- que sirve para tratar de contener la arena con la cual están creando una línea de playa artificial delante la zona de Kartika.
Muchos se preguntarán que tiene esto que ver con las piscinas de olas y, en especial, con la del Siam Park en Tenerife. Creo que puedo aventurarme a asegurar que para muchos de nosotros uno de los atractivos más fuertes del surf es el contacto con la naturaleza: la luz, los colores, las texturas que la brisa dibuja en la superficie del agua, nuestros reflejos en el fondo de arena los días de sol y agua transparente... por no hablar de la fauna marina en sitios poco contaminados. Somos muchos para los cuales el surf no se resume a una simple búsqueda de adrenalina; en función de nuestro estado de ánimo preferiremos un baño en olas mediocres en un paraje espectacular a un baño en olas perfectas rodeados, por ejemplo, de una zona industrial abandonada gris y sucia.
Ahora bien, el ser humano todavía no ha adquirido los conocimientos necesarios (y esperemos que no lo haga nunca) como para reproducir la naturaleza a su antojo. Muchas han sido las piscinas de olas que han visto la luz y han sido presentadas como pócima milagrosa ante la situación de congestión en los picos o la ausencia de condiciones favorables. Y casi todas han fracasado en su intento, pues o han desaparecido o se han reconvertido: en algunos casos por falta de rendimiento económico (como por ejemplo la del Ocean Dome de Myazaki, que con diferencia era la mejor piscina en cuanto a la calidad de sus olas) y en otros casos se han reconvertido en meras pisicinas de olas para bañistas... si es que en algún momento dejaron de serlo excepto en contadas ocasionas. Intentar reproducir la perfección, aleatoriedad y variedad de una rompiente natural en un charco de cloro –por mucho fondo de color azul turquesa que le echemos- es algo que todavía no hemos sabido hacer. Hacerlo en un lugar del mundo como Tenerife, donde pululan olas de enorme calidad y donde no hace mucho desaparecieron algunas de las mejores olas de Europa, es un insulto a nuestra memoria de surfistas. Aceptando las piscinas de olas como una alternativa válida –sobretodo las que se encuentran en lugares donde varias rompientes están todavía en peligro de desaparecer-, corremos el riesgo de que algún día nos las ofrezcan como moneda de cambio por una rompiente natural; es un peligro que no deberíamos estar dispuestos a correr y menos en plena de época de concienciación ecológica. Al fin y al cabo, y por mucha energía renovable que se utilice no hay ninguna energía más renovable que la del viento que nos da esas marejadas que todos queremos disfrutar en el mar. Esperemos que algún día, a diferencia de Marco, no tengamos que señalar algún espigón de la costa diciendo “ahí rompía la mejor derecha que he surfeado” mientras vamos camino de la piscina de olas.
-------------------------------------------------------------------------------------------------
Ya salió – hace unos días-, la nueva 3sesenta. Copio aquí (arriba) la columna de opinión que encontraréis en sus páginas, en respuesta al reportaje sobre la ola del Siam Park, en Tenerife.
Me largo unas semanas a Portugal a pillar olas y algo de sol, pero seguiré conectado.
8 comentarios:
la piscina es para nadar ;)
Si... como dice Koko, la piscina es para nadar, ademas nunca me han gustado las piscinas, aburridas, masificadas, con olores extranos, picor en los ojos, si nado lento me aburro y si nado rapido me ahogo...
No voy a ir, por muchas olas que pongan tambien soy de los q prefiere un bano mediocre en un lugar magico a olones en un vertedero... aunque cada vez sea un bien mas escaso.
Buen trip a Portugal Niega, a ver si algun dia te dejas caer por la france!
Suena todo muy irracional, ¿verdad? Destrozar un lugar natural para crear uno artificial, pero ya lo dijo aquél; "el hombre es un lobo para el hombre" y más cuando unos chavales canarios surfeando un reef no generan beneficios. Sin embargo, una piscina de olas donde acudan muchos guiris con euros a surfear, eso sí interesa. Creo que el gobierno canario no ha entendido que Canarias ya es de por sí un paraiso para el surf suficientemente atractivo para todos los surfistas del mundo. Querer poner el colofón con una piscina de olas me parece cuanto menos surrealista e innecesario. Es como si en Marruecos decidieran importar más arena para el desierto. Una piscina de olas en Varsovia; pues vale, pero ¿en Tenerife? No me jodas.
Miquel
totalmente de acuerdo con Miguel....ya nos quieren hacer pagar por "jugar" con las olas....apoyo el que hagan piscinas en ...donde quieran y como quieran con o sin olas pero que, por favor, no jodan las olas naturales que ya hay...un saludo...
Buen viaje Niegà.
Si, hay olas en Tenerife, y muy buenas.
Pero es que estamos olvidando que esta piscina de olas se encuentra dentro de un parque acuatico de diversion para la familia.
Vamos, que muy pocos (o solo nosotros, los surferos), se acercan solo a "catar" la ola.
No la he probado, pero no descarto en unos de mis viajes catarla... y si puedo hacerlo gratis, mejor... je.
Ahora, no hay comparacion entre la ola "natural" a una ola "artificial".
Un saludo.
BaTuSaO
siento ser repetitivo pero.. la piscina es para nadarII ;)
Si toda la pasta que vale esa piscina de olas la inviertiesen en proteger los rincones naturales de las canarias, estaría bien invertida.
Es como las pistas artificiales de nieve, cada cosa en su lugar.
Mañana iré a la piscina donde suelo ir a nadar con la tabla a ver si me dejan entrar para entrenar la remada :)
Un saludo
Antuan
Aceptando las piscinas de olas como una alternativa válida... corremos el riesgo de que algún día nos las ofrezcan como moneda de cambio por una rompiente natural.
Cojonudo artículo y cojonuda reflexión, Niegà
Publicar un comentario