Tim Winton – Breath
Es un trabajo de ficción, con personajes, situaciones y lugares que no existen… aunque está inspirada en la costa de Albany (Western Australia), de donde es nativo Tim Winton. No es una novela de surf… de la misma manera que “El Gran Miércoles” no es una peli de surf; pero no cabe duda que el surf juega un papel clave en la misma. Es una novela sobre el paso de la infancia a la adolescencia. El protagonista (y narrador) es Bruce "Pikelet" Pike, un paramédico de edad media, divorciado y que recuerda como empezó a surfear a los 12 años -mediados de los 70-, acompañado por Ivan "Loonie" Loon, un chico algo bala perdida y solamente un año mayor que él. Poco después de empezar conocen a un surfista profesional retirado llamado Sando y a su esposa Eva, que viven muy cerca. Sando empujará a ambos chicos hacia nuevos niveles de peligro, incitándoles a surfear olas enormes en sitios de difícil acceso, siempre buscando el más difícil todavía. A su vez ambos chicos compiten entre ellos para atraer la atención y las simpatías de Sando, que parece huir de sus propios demonios internos. La segunda parte de la novela trata de cómo la amistad de los dos chavales se va resquebrajando y de la extraña relación que surgirá entre Pikelet y Eva.
Hay dos aspectos de la novela que me gustaría destacar: por un lado la trama en sí y por otro como el autor trata el surf. La historia es clásica y recuerda –sobretodo al principio- a la gran novela de Mark Twain “Las aventuras de Tom Sawyer”, con la que comparte ciertos elementos. Por ejemplo en Breath también son dos los protagonistas y sus rasgos se asemejan a los de Tom Sawyer (Pikelet: más tranquilo y cerebral) y Huckleberry Finn (Loonie: más excitante y descontrolado). La acción también discurre en un entorno rural y trata de la incomprensión de los dos protagonistas hacia el mundo – y los valores- de los adultos. En un homenaje hacia la novela de Mark Twain, Winton le ha dado el nombre de "Sawyer" al pueblo ficticio donde Pikelet y Loonie residen. Es también la historia de una amistad que nace alrededor de un interés común: intentar no ser personas ordinarias, y para ello Pikelet y Loonie juegan con el peligro constantemente a espaldas de sus progenitores. Primero compiten para ver quien aguanta más tiempo sin respirar bajo el agua; al cabo de poco descubren el surf y este se convierte en el nuevo terreno donde pasarán a competir el uno contra el otro. Pero ser surfistas no es suficiente y quieren sentirse diferentes al resto de surfistas de la zona, por lo que siguiendo a Sando (que se convierte de facto en su gurú), forman un grupo a parte respetado por todos los demás.
El otro aspecto digno de mención es, justamente, como el autor trata el surf. Por la manera como describe el ritual del pre-surf, las olas, las maniobras, las sensaciones y las aventuras que tienen los protagonistas en el agua se desprende claramente que Tim Winton lleva toda su vida surfeando. Pero el gran mérito, en mi opinión, es que es capaz de transmitir todas esas sensaciones utilizando un lenguaje sencillo y corriente, totalmente comprehensible incluso para aquellas personas que nunca se han subido encima una tabla. Por suerte Winton deja de lado los clichés que nos encontramos en las grandes producciones de la factoría Disney o de Hollywood. Pikelet y Loonie no surfean por que esto les acerca a la naturaleza, ni por el contacto con el mar ni por la sensación de fluir encima del agua. Surfean por que esto les hace diferentes al resto de personas de su entorno, y porque necesitan la dosis de adrenalina que surfear olas grandes y peligrosas les produce. A medida que va pasando el tiempo uno de ellos no consigue salirse de la espiral de búsqueda de emociones fuertes y eso le destruye, mientras que el otro – en parte con la ayuda involuntaria de Eva-, se da cuenta que ser ordinario al final no está tan mal.
Por la extensión de esta entrada deduciréis que me ha gustado Breath. Y tenéis razón: me ha gustado y mucho. La devoré en un par de días y se la aconsejo a todo el que le guste leer, sea surfista o no. Yo la leí en inglés y los diálogos son secos como el desierto australiano. Además los personajes utilizan ese idioma de las zonas rurales donde no sobra ni una palabra: si algo se puede decir en tres palabras nunca se utilizarán cuatro. Espero que el traductor sepa encontrarle la justa medida por que ahí reside, en parte, el atractivo de la novela. Por suerte para él no hay mucho (casi nada) argot surfístico, por lo que las posibilidades de derrapes lingüísticos -de esos que nos hacen chirriar los dientes- son mínimas. Espero que los que la leáis la disfrutéis tanto como yo lo he hecho.
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Nos vamos de vacaciones unos días a Galicia. Más bien un par de semanas si no hay nada nuevo. Intentaré reprimir mis impulsos y no actualizar el blog durante todo este tiempo. Buenas olas a todos y nos vemos en Septiembre.