La odisea del Sudafricano Brett Archibald es de esas que
merecen ser contadas. Su desaventura empezó de la forma más espantosa hace
apenas 48 horas. Siempre he pensado que cuando viajas en barco no debe haber
nada más terrible que caerse al mar de noche, sin que nadie se de cuenta, y
mientras el barco está navegando. Eso mismo fue lo que le ocurrió a Brett en
una noche de tormenta, a bordo del charter Nagu Laut, durante la travesía de
Padang a las islas Mentawai (Indonesia). Subió a cubierta a beber agua, se
mareó, vomitó y en un golpe de mar se cayó al agua… mientras el barco seguía
navegando hacia el Sur. En medio del Océano, de noche, sin chaleco ni nada…
tengo escalofríos solo de pensarlo.
Estuvo a la deriva durante las siguientes 28 horas, sin un
miserable tronco al que agarrarse, sin comida ni bebida, siendo picado por
medusas, con gaviotas que intentaron arrancarle los ojos y tiburones que le
rodearon varias veces. Él mismo reconoce que tras ver pasar a varios barcos
relativamente cerca de él y que no le veían, y no poder acercarse a las islas
que veía en la distancia por las corrientes, intentó suicidarse tragando agua.
Pero su cuerpo se resistía y sus pulmones se cerraban. Al final, uno de los
varios barcos que le buscaban le encontró y ahora está continuando su viaje en
las Mentawai.
Yo de él hacía la quiniela y jugaba a la primitiva y a los
euromillones. Una racha así no puede ser desaprovechada.